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Enric Morera y Mónica Oltra.
El encaje entre Bloc y Oltra, cada día más difícil

El encaje entre Bloc y Oltra, cada día más difícil

Los proyectos de la líder de Compromís y el de los nacionalistas sufren un nuevo distanciamiento que amenaza con fracturar la coalición a un mes de que se convoquen las elecciones generales

D. Burguera

Miércoles, 30 de septiembre 2015, 21:25

"Yo llevo el baile en la sangre / y cumplo con mi destino / mi vida está en la milonga / y he de seguir por ese camino / No soy constante en amores / por eso tan solo estoy / mi carta ya la he jugado / y si he perdido, pago y me voy". Dante Gilardoni firmó en 1957 la letra de esta milonga, Baldosa floja, que habla de alguien que no encaja en las hileras del alicatado que le imponen. A pesar de los indiscutibles éxitos que desde hace años registra Compromís, su mejor (y casi único) cartel electoral, Mónica Oltra, choca reiteradamente con la principal pata de la coalición: el Bloc. En el partido concentra el 60% de la militancia de la coalición y, por instinto, los nacionalistas suelen el camino contrario al que emprende la actual vicepresidenta del Consell. Con el paso de los años, lejos de sonar cada vez más compactas, las voces del Bloc y de Iniciativa del País Valencià (el partido de Oltra también integrado en Compromís) desafinan y se distorsionan sin remedio. El último episodio se desencadenó el pasado sábado: el 74% de las bases de la formación nacionalista votó en contra de pactar con Podemos de cara a las elecciones generales, que es la apuesta de Oltra y su partido, a un mes de su convocatoria.

Las negociaciones entre Compromís y Podemos han continuado a pesar de la fuerte contestación interna registrada en el Bloc. Los participantes nacionalistas en esas conversaciones se han retirado discretamente, en atención a la voluntad expresada por sus militantes, pero los encuentros continúan. Oltra no participa personalmente, sin embargo, fuentes de Podemos consideran que "de lo que se habla allí, está perfectamente informada, porque su gente no mueve una hoja sin que ella lo sepa".

Mientras ese proceso continúa, la dirección del Bloc se ve obligada a reflejar el rechazo expresado en un referéndum que sirve de ejemplo, otro más, de la inexorable polarización que sufre Compromís. Por un lado, aquellos que pretenden preservar una esencia nacionalista reivindicativa (y con tintes soberanistas). Por otro, los que prefieren seguir el camino marcado por Oltra, que cada día se entiende mejor con los de fuera y peor con los de dentro.

La líder de Iniciativa ha logrado establecer una sintonía aparentemente estable con los socialistas (socios en el Consell), con EU (de donde procede ella y con quienes su coalición también mantiene conversaciones preelectorales de suficiente calado como para olvidar, y acallar, sonadas revueltas del pasado, cuando Oltra echó un pulso monumental a Glòria Marcos y lo ganó de todas, todas) y con Podemos (fuentes de la formación de Pablo Iglesias aseguran que desde Madrid se le realizó una propuesta muy seria para que se pasase al partido de los círculos).

Esos lazos que la vicepresidenta del Consell estrecha aquí y allá, fuera de su coalición, se tornan en desconfianza extrema de puertas adentro. Los éxitos en las urnas no han limado aristas. Un diputado en Les Corts señala que, "más que ideológico, es un desencuentro antropológico. A los nacionalistas les duele ganar con ella al frente, pero no pueden evitar querer ganar, así que tragan". La cuerda, lejos de aflojarse, cada día se estira más, y eso que siempre se ha mantenido muy tensa.

Desde que en julio de 2007 Oltra lideró la fractura de su partido con EU en Les Corts, Iniciativa selló un acuerdo con el Bloc que aún perdura. Tras ser reelegido secretario general de la formación nacionalista en marzo de 2009, Enric Morera (actual presidente de Les Corts) se convirtió en la cabeza visible de Compromís. Sin embargo, hasta finalizar ese año, Oltra no cedió la portavocía a quien posteriormente fue el cabeza de cartel autonómico. No estaba dispuesta a dejarse engullir por el Bloc, que pretendía evitar que el excoordinador de EU Joan Ribó (actual alcalde de Valencia) fuese el candidato a la alcaldía de la capital y que tampoco quería ceder a Iniciativa el primer puesto de la lista autonómica por Alicante y los números dos por Valencia y Castellón. Aquel primer encontronazo ya levantó suspicacias entre los nacionalistas, que perdieron el pulso con Oltra, que ya entonces apeló a evitar esa "tiranía de la mayoría" a la que actualmente recurre para defender el pacto con Podemos ante la negativa del Bloc.

"Nuestro partido no ha venido a este mundo para que Oltra sea presidenta de la Generalitat a cualquier precio, renunciando a nuestra ideología, que es liderar un proyecto valencianista para todo el País Valencià", explica un miembro del Consell Nacional del partido que dirige Morera, quien en los momentos de máxima tensión suele recordar la "travesía del desierto" de estar fuera de Les Corts, como actualmente le pasa a EU, y aboga por los "pactos inclusivos", un espíritu de concordia con el que intenta obviar las grandes diferencias ideológicas entre los socios de Compromís.

En la coalición conviven Els Verds con Gent de Compromís (formación que cada vez crece más y donde se sitúan los que conjugan nacionalismo y un izquierdismo mucho más pronunciado que el del Bloc), así como Iniciativa (ecosocialistas que mayoritariamente provienen de EU) y el partido de Morera, quien llegó a ser eurodiputado como miembro de la candidatura de CiU.

"Es un problema de trayectoria vital, de concepción del mundo. En buena parte del Bloc, por sus vínculos con la Convergència de Jordi Pujol, anida un profundo anticomunismo. El desencuentro es antropológico y a los nacionalistas les duele ganar con Oltra al frente y tener que aceptar su liderazgo", explica un diputado de izquierdas con buena relación personal tanto con Morera como con Oltra.

La actitud desapegada de la vicepresidenta del Consell ante las pulsiones del Bloc (su deseo de controlar la Conselleria de Educación por encima de todo, las iniciativas municipales respecto a la bandera española o el himno nacional, así como el apoyo tácito o explícito al independentismo catalán) enerva a los nacionalistas, que interpretan cada movimiento de Oltra como una artimaña política para restarles influencia y visibilidad en la coalición y en la política valenciana.

"Queremos empezar a hacer nuestra propia marcha sin estar supeditados a lo que decida Podemos, que aún no tiene ni el programa electoral presentado. A estas alturas, a un mes para que se convoquen las elecciones, todo el pescado debería estar vendido, y no es así, a no ser que Oltra lo haya negociado todo a escondidas. Ella debe entender que Compromís no es un trampolín para sus aspiraciones personales. Pretende pactar con Pablo Iglesias para tener en la Comunitat más votos que los socialistas, y así reforzarse en el Consell, pero nuestros militantes no se han roto los cuernos en los municipios disputándonos los votos de las autonómicas con Podemos para, medio año más tarde, ir con ellos de la mano a las elecciones generales o ser su franquicia", señala un destacado miembro del Bloc con presencia en el Consell General de Compromís, el órgano que será donde finalmente deberá decidirse si se alcanza un acuerdo preelectoral.

Entre los nacionalistas también hay voces comprensivas con Oltra (los menos y, generalmente, los más jóvenes), cargos de gran representatividad que, no obstante, ahora prefieren callar ante el rotundo no al pacto emanado del referéndum en su partido. Sin embargo, tanto su apoyo a la vicepresidenta como su actual silencio obedece más a cálculos sociológicos y electorales que a un deseo de concordia: "No podemos ir a por ella, a darle un revolcón público porque nos cargamos la idea de Compromís como producto electoral. Ahora mismo ofrecemos un proyecto político plural, abierto, novedoso. Si imponemos la opinión del Bloc, Morera se convierte en Cayo Lara y el Bloc en el PC. Compromis sería EU y correría una suerte similar, daríamos una imagen antigua". El atractivo de Oltra como cartel electoral essu escudo frente a las reticencias del Bloc, y es también un tesoro que Podemos ambicionaba ya en las pasadas elecciones autonómicas. Fuentes vinculadas a la organización central del partido que lidera Pablo Iglesias aseguran que a Oltra "se le tentó muy seriamente". No obstante, los podemistas consideran que la vicepresidenta "parece una mujer visceral, y para algunas cosas lo es, pero en este caso da la sensación de que su negativa a dejar Compromís tiene que ver con un cálculo, con la idea de que la coalición puede convertirla en presidenta de la Generalitat en 2019. Es joven y puede esperar mientras le marca el ritmo a los nacionalistas y fortalece su liderazgo tanto a nivel interno como externo".

El pulso de Oltra con el Bloc es constante, una batalla que abre heridas que no siempre cicatrizan bien y que genera daños colaterales en forma de nombramientos frustrados. En este último episodio del posible pacto con Podemos, la líder de Iniciativa volvió a lanzar un órdago a los que piensan que tienen todas las cartas ganadoras. La vicepresidenta del Consell recordó a sus compañeros nacionalistas el pasado lunes en Alicante que, de no alcanzar un acuerdo, se podría dar el caso de que cada miembro de Compromís eligiese ir por su lado a los comicios generales. No es la primera vez que Oltra, al sentirse acosada por las aspiraciones nacionalistas del Bloc, se revuelve. El proceso de negociación del reglamento de primarias para confeccionar las candidaturas autonómicas y elegir al candidato a la Generalitat se prolongó año y medio. En varias ocasiones, Iniciativa, con Oltra al frente, advirtió de que el amor no es para siempre. Tanto en julio de 2013 como en enero de 2014, así como a finales del año pasado, el partido de la vicepresidenta se negó a plegarse a los deseos del Bloc, que finalmente cedió tanto en la confección de las listas como en la renuncia a luchar por liderar la candidatura. En verano de 2014, Oltra exhibió sus cartas y se mostró dispuesta a disputarle a Morera la foto del cartel electoral. El actual presidente de Les Corts renunció a dar batalla, si bien su militancia continuó demostrando su escasa querencia por la actual vicepresidenta. A finales del año pasado, una vez las ejecutivas de los partidos habían alcanzado un acuerdo, los nacionalistas, con mayoría en el Consell General de Compromís, tumbaron el reglamento de primarias. Oltra criticó la "inconsciencia" de algunos dirigentes nacionalistas. El final de todo aquello fue feliz para la coalición, con besos y todo.

Compromís logró el 24 de mayo los mejores resultados de su historia. Ni un mes pasó antes de que a muchos dirigentes del partido de Morera se les torciese el gesto al comprobar que sus candidatos de corte más nacionalista eran sacados de la circulación por parte de Oltra, la encargada de negociar personalmente con Puig la configuración del Consell. Pere Mayor, pata negra nacionalista, un histórico, no pudo ser conseller de Economía, y Gracia Jiménez se quedó sin Educación en detrimento de Vicent Marzà, también del Bloc pero más afín a la vicepresidenta, que hubiese preferido no hacerse cargo del área educativa en previsión de lo que, finalmente, ha sucedido, pues la conselleria se ha convertido en un polvorín político que desgasta a Compromís.

Oltra, además de maniobrar tácticamente con eficacia, es una estratega con mirada a largo plazo. Hace un año ya advirtió de que la coalición no estaría cerrada a posibles pactos o diálogo con Podemos porque "se trataría de poner más patas a la oferta política de Compromís". Lo comentó en octubre de 2014. Pues no. Once meses después, las bases del Bloc han expresado un rechazo rotundo a tal posibilidad, ante lo cual, Oltra puede seguir cantando la milonga de Gilardoni: "Rebelde soy para el lazo / ni sus cadenas me echó el amor / yo soy gorrión viajero / y el mundo entero fue mi ambición. / Igual que baldosa floja / salpico si alguien me pone el pie".

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