Borrar
Urgente Los jueces de violencia de Valencia auguran un colapso al tener que asumir las causas de agresiones sexuales
El jaque mate más esperado
Rus

El jaque mate más esperado

La explosión del 'caso Imelsa' impidió a Alfonso Rus luchar por repetir como alcalde de Xàtiva y presidente de la Diputación de Valencia

D. Burguera

Miércoles, 27 de enero 2016, 01:09

«No he hecho nada, no me queda nada, he vendido el Ferrari, le compré a mi hija un Mercedes, pero de segunda mano y la empresa va como va. Soy inocente». Así se justificaba Alfonso Rus frente a aquellos compañeros del PP que se atrevían a preguntarle si era cierta toda la retahíla de asuntos judiciales que comenzaron a planear sobre su cabeza a medida que se acercaban las elecciones autonómicas y municipales de 2015. Ojos húmedos, voz quebrada para defenderse hasta el final, prácticamente hasta ayer.

A partir de 2012, como quien se pone la venda antes de que apareciese la herida, Rus celebró periódicamente comidas con su equipo de Gobierno en la Diputació de Valencia. Junto a Emilio Llopis, su jefe de gabinete, se esforzaba por inculcar en los diputados del PP que la gestión de la institución provincial estaba limpia. Desde octubre de 2014, los rumores en el partido sobre Rus eran un clamor. El exalcalde de Xàtiva, presidente de la Diputación y del PP en la provincia de Valencia sabía desde hace tiempo que estaba siendo vigilado.

Rus atribuía todas esas presuntas corruptelas que le iban salpicando a su rivalidad con Alberto Fabra (entonces presidente de la Generalitat y presidente del PPCV), a un montaje por parte de sus rivales políticos. Sin embargo, quien iba tras la pista de Rus no eran sus adversarios en el PP, sino la Guardia Civil, de modo que alguna de sus conversaciones con compañeros del partido se producían en lugares 'a salvo' de escuchas sofisticadas. El garaje subterráneo de su casa, desde el que partió ayer el coche que le llevó a dependencias policiales, fue uno de esos espacios 'blindados' que Rus utilizó para dar explicaciones que pretendía que nadie escuchase: «Soy inocente, no he hecho nada». Un mantra que repitió públicamente a sus diputados incluso pocos días antes de tener que dimitir tras estallar el 'caso Imelsa', en vísperas de las elecciones municipales, sin atender a los que le animaban a defenderse políticamente, a enfrentarse a Fabra. Rus brabuconeó con que después del 24 de mayo daría su versión, desvelaría un supuesto montaje, y ardería Troya en el PP. Nunca habló. A mediados de mayo renunció a ser candidato a la alcaldía y delegó la presidencia de la Diputación. Es ahora cuando las llamas abrasan buena parte de la estructura orgánica popular, una compleja maquinaria que Rus manejó prácticamente a su antojo durante casi de una década.

El alcalde de Xàtiva acumuló cargos y poderes, tanto en el partido como en instituciones públicas y entidades sociales de gran visibilidad (el equipo de fútbol de su localidad, el Olimpic, que presidió durante años), tejió una red de complicidades políticas y personales. El hilo para enhebrar tales alianzas, según apunta ahora la investigación judicial, era el poder y el dinero, y no siempre por este orden.

Tuvo rivales de enjundia, como el otro factótum del PP en la provincia, Serafín Castellano (Valencia es muy pequeña. Ayer, ya en su nueva vida como abogado, el exconseller y exdelegado del Gobierno pasó caminando frente a la puerta de Engloba, una de las empresas registradas por la policía judicial, justo cuando los agentes instaban a los trabajadores a abandonar las dos plantas del edificio donde opera la firma de comunicación y marketing), así como el expresidente de la Generalitat Alberto Fabra, a quien achacó las investigaciones que, en realidad, tenían un origen anterior y mucho más serio. La Guardia Civil seguía sus pasos y los de su equipo (es el caso de Llopis, o de Medina, al que cedió todo el poder en la Diputación tras ser forzado a desapareer a causa de Imelsa) desde hacía años. Su nombre y el de sus colaboradores aparece en otras investigaciones realizadas también a importantes políticos del PP en la Comunitat. Una asunto turbio llevó a otro. Una investigación se cruzó con otra durante años, igual que la influencia de los populares en la Comunitat se complementó hasta contaminar gran parte de las adjudicciones públicas de todas las administraciones: autonómica, provincial y municipal.

Porque el gran poder acumulado por Rus le supuso mirar de tú a tú a la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá a la hora de confeccionar todo tipo de listas electorales donde cada uno tenía su cupo de afines. Esa influencia de Rus le permitió situar a personas de su estricta confianza en puestos clave en empresas clave con competencias para adjudicar concursos públicos claves. Con mucho dinero de por medio y con mucho respeto a las jerarquías, algo inoculado en el ADN de los miembros del PP, lo que ha terminado por señalar directamente a Rus en una trama compuesta por una ristra de presuntos delitos apabullante: prevaricación administrativa, malversación de caudales públicos, tráfico de influencias, cohecho y blanqueo de capitales.

Vendió su Ferrari, sí; su empresa, FDM (Fabricación y Distribución del Mueble), situada en un polígono industrial de Xàtiva, no pasa por su mejor momento, sí; pero en el PP nadie se cree que Rus viviese con escasez. Era 'El Faraón', un rey de enjundia dentro del reino de taifas que es el PP en la Comunitat, con sus esferas de poder provincial.

El expresidente de la Diputación presumió de su modo de gestionar la institución, una entidad relativamente saneada, de las pocas que en los peores años de la crisis siguió pagando a sus proveedores con celeridad. Los investigadores han puesto el foco en todo ese dinero moviéndose, en el poder omnímodo de Rus y en la fidelidad de aquellos que, como el propio exalcalde setabense, acabaron ayer detenidos. Colocó a 'su gente' en unas instituciones o en otras en función de su intuición de empresario, ese negociante vivo con conexiones novelescas hasta en Rusia que a veces utilizaba para alardear o intimidar.

Marcos Benavent pasó de ser su protegido en el Ayuntamiento de Xàtiva a quedar apartado, sin cargo, hasta ser rescatado y recalar en la Fundación Jaume II El Just, y de ahí a Imelsa, y de ahí, a finales de abril de este año, a delatar al que fuese su mentor. Máximo Caturla saltó de Ciegsa a la Diputación, ni más ni menos que como responsable del área de Hacienda. Rus forjó potentes alianzas con poderosos personajes del PP valenciano. Desde el conseller Gerardo Camps (el que fuera jefe de gabinete en Economía, Isidro Prieto, ha sido diputado de Carreteras y Asuntos Taurinos con 'El Faraón' al frente de la institución provincial), pasando por Rafael Blasco o Rita Barberá. Defendió la presunción de inocencia de los imputados del PP que Fabra fue defenestrando. Hasta que al final le tocó a él. A pocas semanas de las elecciones autonómicas, cayó el rey. Y calló. Nunca habló. A pesar del silencio, no ha podido evitar el jaque mate más esperado.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias El jaque mate más esperado