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MIKEL LABASTIDA
Miércoles, 10 de febrero 2016, 20:56
Todas las miradas están puestas durante los últimos días en La Rambleta, centro de artes escénicas de referencia en la ciudad desde hace casi cuatro años. Pero la atención no se debe en estos momentos a cuestiones culturales derivadas de su cartelera. El complejo del barrio de San Marcelino se ha colado dentro de la Operación Taula, la trama de corrupción que sacude al Partido Popular de Valencia. El vínculo se establece por José Adolfo Vedri, gerente de la agencia de comunicación Engloba, que forma parte de las empresas que integran Bulevar del Arte y la Cultura (BAC), gestora de la Rambleta.
Vedri fue uno de los detenidos el pasado 26 de enero en el marco de la operación que investiga un supuesto caso de corrupción en el entorno de la empresa Imelsa. Tras pasar dos noches retenido prestó declaración ante el juez, le decretó libertad provisional y le impuso una fianza de responsabilidad civil de 500.000 euros. Su empresa, Engloba, fue una de las sedes registradas por la Guardia Civil en busca de documentación sobre algunos trabajos que hizo para Imelsa, así como sobre el alquiler de un bajo comercial a esta empresa pública dependiente de la Diputación.
El pasado mes de mayo la cadena Ser hacía pública una conversación entre el exgerente de Imelsa Marcos Benavent y la exconcejala y exasesora del Ayuntamiento María José Alcón que ya puso en el punto de mira al empresario y en concreto la adjudicación del contrato de construcción y gestión del centro cultural. «Oye, tenemos muchas cosas entre manos, La Rambleta está a puntito de caramelo a favor de esta gente», afirmaba Alcón, que enfantizaba que el acuerdo «es el chollo de la vida de cualquiera. Veinte años, Marco». La empresa BAC desmintió enseguida un trato de favor en la adjudicación y aseguró que había concurrido a un concurso público. «En ningún momento ha habido pago de ningún tipo para la obtención de la concesión», argumentó la firma, que incluso interpuso una querella contra Esquerra Unida por injurias y calumnias, después de que esta formación expresase sus dudas respecto a los términos y formas en que se realizó la concesión.
Si esta fue legal o no lo tendrá que determinar un juez, en base a las pruebas que está recopilando la policía. Los veinte años a los que se refiere Alcón en los audios parece que hacen referencia a la duración del contrato firmado para la Rambleta. La exconcejala del grupo municipal de Esquerra Unida Rosa Albert definió el acuerdo en su denuncia como «el de mayor repercusión económica, pues supone un coste de 60 millones por el canon de tres millones anuales que el consistorio ha de pagar a la empresa durante 20 años». BAC rebajó las cifras que había aportado EU.
Concurso novedoso
Lo cierto es que con Espai Rambleta el Ayuntamiento propuso un concurso novedoso, distinto a los que había formulado para otros espacios culturales de la ciudad. También es verdad que, precisamente por ello, se manejaban unas cifras mucho más altas que en otras concesiones.
En esta ocasión se contrataba la construcción del edificio y su gestión. Se seguía de este modo el modelo alemán, en el que una misma empresa se encarga de construir el centro, lo dota y lo explota a cambio de un canon. Este se fijó en 2.198.275 euros, incrementado en un 16%, importe del IVA, y que correspondería tanto a inversión (602.023 euros) como a gastos de explotación (1.596.252 euros).
La cantidad es muy superior a la que se destinaba, por ejemplo, al teatro El Musical, también de propiedad municipal, donde el consistorio desembolsaba 500.000 euros. Claro que en ese caso servían únicamente para programación y mantenimiento del espacio. Quienes lo gestionaron nada tuvieron que ver con la construcción del escenario del Canyamelar-Cabanyal.
Situación diferente es la de Rambleta, que partía de cero. En el contrato quedaba especificado que se tuvo que realizar una inversión de 13.966.941 euros para levantar el complejo en el bulevar sur, una tarea que llevó a cabo BAC en cuyo accionariado se encuentran las firmas constructoras Ortiz y Cyes. Junto a ellas, que son propietarias mayoritarias, está Ámbito de Gestión Cultural, Epineplus 2000 y Nepefé. En un primer momento tuvo participación también Ruzafa Show, que finalmente decidió vender sus acciones ante el retraso de las obras.
Y es que el proyecto de erigir un centro cultural en el barrio de San Marcelino tardó en materializarse pese a que la primera piedra se colocó en 2007. Lo hizo la exalcaldesa Rita Barberá que aseguró que serviría para dinamizar la zona y pidió a los propios vecinos que vigilasen el cumplimiento de las obras. Tuvieron poca labor de vigilancia en un primer momento, ya que al año siguiente los andamios estaban todavía por colocar.
En 2008 el Instituto Valenciano de Finanzas concedió 40 millones a pymes valencianas destinados a inversiones. A la gestora de la Rambleta se le otorgaron ocho. Además Bancaja le facilitó un préstamo de 1,6 millones.
Hubo que esperar hasta marzo de 2012 para asistir a la inauguración definitiva de un edificio que incluye un teatro para 592 personas, locales de ensayo, biblioteca con 120 puestos de lectura, salas para exposiciones, espacios multifuncionales y aparcamiento subterráneo.
El centro ha conseguido encontrar su hueco en Valencia, planteando una programación basada en propuestas alternativas y ofreciéndose como espacio de alquiler ideal para congresos y otro tipo de eventos. En sus cuatro años de vida se ha enfrentado sin embargo a dos cambios en la figura de programador, motivados por desavenencias con la dirección. En marzo celebran su aniversario y aunque el equipo que trabaja en él trata de centrarse únicamente en dotarlo de contenido y de actividades no es ajeno a los nubarrones que se ciñen sobre él.
Por un lado está la duda de qué sucederá a nivel político. Con el cambio en el gobierno municipal el teatro pasó a depender de la concejalía de Acción Cultural, en manos de Valencia en Comú, que no ha disimulado nunca que su deseo sería gestionar directamente todos los espacios culturales y no depender de empresas externas. Así lo han hecho con El Musical, después de desconvocar el concurso que había para buscar sustituto de la empresa de José Luis Moreno. El caso de la Rambleta lo estaban estudiando.
No ayudan desde luego las dudas planteadas sobre la legalidad en la concesión y que por ello se le relacione con el último escándalo de corrupción. La dirección actual trata de sortear aspas de molinos, defiende la limpieza del concurso y recuerdan que a él en 2006 se presentaron cuatro ofertas y que la de BAC fue la más económica.
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