Àgueda Micó, secretaria de Organización del Bloc. :: efe

Historia de una conversa a Compromís

Àgueda Micó, aquella concejal hipernacionalista crítica con Morera y aún más con Oltra, se erige en la gran defensora de la coalición en su carrera para liderar el Bloc

BURGUERA

Martes, 19 de abril 2016, 21:35

Cuando Àgueda Micó Micó (L'Olleria, 1978) era una veinteañera tenía muy claro que Enric Morera (hoy presidente de su candidatura para sucederle, precisamente a él, al frente del Bloc) no era su candidato favorito. En 2003, cuando Morera ganó un congreso de brutal confrontación frente a María Josep Amigó (ahora vicepresidenta de la Diputación de Valencia), Micó conservaba esa veta autodestructiva del nacionalismo valenciano que durante décadas les permitió ser tan puros como intrascendentes. Antes muerta que pactando. Ganó Morera. Perdió Amigó y gente como Micó, que no dobló. De hecho, los que han negociado a su lado o frente a ella coinciden en señalar que si algo le cuesta es doblar. O quizá no. En diez años, se reinventó como la que más. Actualmente, como todo converso, es una acérrima defensora de Compromís tras haber sido crítica con aquellos que promovieron la coalición, especialmente por los pactos con Esquerra Unida. Crítica con Morera, que la nombró responsable de organización del partido en 2012. Crítica con el pacto con Podemos, fue la dirigente que más horas pasó en la Fuente de San Luis durante las horas previas para preparar el mitin final de la campaña de los comicios del 20 de diciembre. Crítica con Oltra, la vicepresidenta sacó su nombre a relucir a la primera de cambio tras desaprobar la ausencia de mujeres en el equipo negociador de Compromís en el Congreso.

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Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas ha ido rebajando su hipernacionalismo para ahormarlo a las complejidades de Compromís. Morera, con la practicidad en una mano y la ambigüedad en la otra, es el artífice de que el Bloc toque poder. Micó es una parte de ese artefacto electoral, una coalición que busca trascender del nacionalismo del que procede porque ya no quiere ser (sólo) nacionalista sino que quiere gestionar el País Valencià, o la Comunitat o el Reino de Valencia, como se tenga que llamar, pero con Compromís al frente y el PSPV sustituido. Por eso Micó hoy apela al 'valencianismo' aunque siempre haya visto con simpatía a ERC. No está nada mal la capacidad de adaptación demostrada por esta concejal en L'Olleria, la favorita del oficialismo (y continuismo) en el Bloc y a quien sus opositores, con Rafael Carbonell al frente, le conceden ventaja en las apuestas para suceder a Morera. Mujer con un primer trato distante, dura con los rivales, demuestra cercanía, hasta dulzura y suavidad, con los propios. Ni sabe ni quiere ocultar su rechazo a los planteamientos que no comparte. Su cara es el espejo de un alma contumaz en la defensa de sus ideas.

Nacionalista de izquierdas como Fran Ferri o Vicent Marzà, dos de sus aliados en la carrera para suceder a Morera, una candidatura que presentó Àgueda hace un mes mientras a escasos dos metros de ella Amigó lloraba emocionada. Y detrás de las dos, siempre un paso atrás, Morera. Difícil encontrar más actores en su día enfrentados y posteriormente protagonistas de todo tipo de cambios de vestuario. La ductilidad, la capacidad para aceptar (y aprovechar electoralmente) la transformación social, la experiencia de pisar moqueta, el rechazo a los tics endogámicos del Bloc más puristas y reacios a convivir con otros partidos permiten a Micó encarnar una auténtica conversión.

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