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BURGUERA
Martes, 3 de mayo 2016, 21:21
Tan aficionada al psicoanálisis, la líder de Compromís Mónica Oltra sigue con atención el proceso precongresual del Bloc, una catarsis de manual, un viaje con tintes de tragedia griega y vetas freudianas. El Congreso obliga a los nacionalistas a enfrentarse a sí mismos, a mirarse en el espejo político donde se reflejan, y que les exige a preguntarse dos cosas: si son lo que fueron y, sobre todo, qué quieren ser. A Oltra, en cualquier caso, le interesa lo que se cuece de cara al cónclave previsto para el 21 y 22 de mayo en Feria Valencia. El Bloc es el principal interlocutor, socio y a veces rival de la vicepresidenta de la Generalitat en el seno de Compromís. Ese estrecho vínculo la sitúa a ella como un telón de fondo para la disputa entre los militantes del Bloc, que deben decidir qué tipo de relación política quieren establecer con esa socia que aporta un pasado en Esquerra Unida y un futuro confluente con a saber qué partidos.
¿Es posible encontrar diferencias entre dos aspirantes a liderar una formación política de ámbito autonómico y con 3.000 militantes? Àgueda Micó Micó o Rafael Carbonell Armero. Esa es la cuestión a dirimir. En la Comunitat hay más de 200 municipios donde cabrían todos los afiliados del Bloc. Y aún así el partido es demasiado pequeño para que convivan en paz y armonía dos políticos que afrontan de manera muy diferente su relación con el resto de la sociedad valenciana y con la coalición (Compromís) donde conviven los nacionalistas con los ecosocialistas.
Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de representar una redención o purificación frente a las emociones inconfesables. Enfrentarse a esas deseos íntimos permite a uno conocerse a sí mismo y así evitar tropezar dos veces en la misma piedra. Según Freud, el método catártico consiste en evocar los traumas del pasado para liberarse de sus secuelas, generalmente afecciones histéricas. En el caso del Bloc, su próximo Congreso serviría de escenificación trágica. Oltra es, para los nacionalistas, la piedra donde tropezar, o no, el trauma y el problema para unos, la solución frente a viejas y estériles pasiones para otros.
La secretaria de Organización del Bloc y responsable de esa misma área en Compromís, Àgueda Micó, representa la evolución del Bloc hacia el pacto con otros partidos con el objetivo de alcanzar el poder. Su rival para ocupar la silla de Enric Morera, actual secretario general del Bloc, es Rafa Carbonell. El jefe de gabinete de la Conselleria de Economía y exvicealcalde de Alcoi denuncia el escaso protagonismo que tiene la militancia en las decisiones de la dirección del partido, siempre comprensiva con las reivindicaciones de Iniciativa (el partido de Oltra), o los Verdes (la tercera formación que conforma Compromís), un reflejo del carácter de Morera, según un diputado de Compromís en la Cámara, que califica de «especial» al actual presidente de Les Corts: «Quiere aparentar ser tan bueno y tan neutral que siempre la paga con los suyos».
los puntos de conflicto
Micó hace un balance positivo de la situación del Bloc. Considera que los resultados electorales de los nacionalistas avalan la gestión de Morera, al que pretende convertir en presidente del partido. Admite la necesidad de establecer cambios como una incompatibilidad relativa entre ocupar cargos de máxima representación en el partido y ser cargo público en instituciones. Carbonell reconoce los logros electorales de los últimos años pero incide en la debilidad del partido, en el modo en que las corrientes juveniles del Bloc se han camuflado en las de Compromís y reclama una separación absoluta entre cargos públicos y orgánicos.
El modo de participar en el Congreso enfrenta cláramente a Micó y Carbonell. La primera aboga por una votación presencial acorde con un evento donde, además de pronunciarse a favor de una o de otro, se debatirán ponencias. El segundo peleó por que se permitiese la participación telemática de la militancia que no acudirá a Feria Valencia. Micó apuesta por celebrar el cónclave a pesar de que apenas habrá un mes para, después, preparar la campaña de las elecciones nacionales. Carbonell prefiere retrasar la cita para, así, poder darse a conocer más entre la militancia.
Micó considera que la coalición debe replantearse su futuro. La candidata está apoyada por figuras como el conseller Vicent Marzà o el síndic de la coalición en Les Corts, Fran Ferri, que abogan por un Compromís como partido único. La figura de Micó es valorada por el resto de formaciones de la coalición, que la consideran, primero, una nacionalista, pero también una política de izquierdas. La prioridad de Carbonell, sin embargo, es establecer reglas claras para negociar futuras listas electorales, escamado por las sucesivas victorias de Oltra en los pulsos con el Bloc.
Micó afirma que se oponía al pacto con Podemos, pero que no hizo pública su disconformidad por lealtad a lo que estaba en juego. El argumento lo rechazan quienes apoyan a Carbonell, que desacredita aquella alianza por considerarla una traición a la militancia del Bloc, a la que se consultó tres veces hasta lograr los votos afirmativos para avalar un pacto basado en un grupo propio en el Congreso que no se logró. De cara a las nuevas elecciones, Micó considera clave las confluencias para conservar diputados como Marta Sorlí. Carbonell teme que el pacto termine por diluir definitivamente a su partido.
Los dos, Micó y Carbonell, provienen de una misma raíz nacionalista. Ninguno renuncia a ella. Si Oltra fue primero comunista, ahora milita en Compromís y su entendimiento con Podemos le augura un futuro confluente, los aspirantes a suceder a Morera nacen, viven y quizá hasta mueran militando en el Bloc. Tal circunstancia es muy común en el partido nacionalista. Esa monogamia política quizá explique la desconfianza de los más puristas del Bloc hacia la figura de la poliédrica Oltra, una política que argumenta sus apuestas por entenderse y pactar con Podemos en la necesidad de buscar aliados entre los principales actores de la política nacional. La mirada del Bloc hacia la capital de España también está en el punto de mira de las diferencias: tierra enemiga o tierra de oportunidades. El de Alcoi pretende conservar las esencias y no salirse del guión que escriba la militancia, mientras que la de l'Ollería es más permeable a la opinión de aquellos que simpatizan con todo el espectro político que representa Compromís, como es el caso de los pactos alcanzados hasta ahora, que en las últimas elecciones permitieron a los nacionalistas conseguir un diputado en Madrid por Castellón, Marta Sorlí, un escaño que Micó tiene claro que se perdería de ir Compromís solo en los próximos comicios.
Para entender las prioridades de cada uno únicamente hay que observar cómo interpreta Micó la situación más traumática vivida por el Bloc y su militancia durante 2015: el pacto entre Podemos y Compromís de cara a las elecciones generales del 20 de diciembre. Según la secretaria de Organización, ella estaba en contra de aliarse sólo con el partido morado; sin embargo, califica de deslealtad la actitud de algunos de sus compañeros en la dirección del Bloc, que dimitieron al ver que el partido se encaminaba al pacto electoral por el que apostaba Oltra. Carbonell considera, sin embargo, que la deslealtad la cometieron los que pactaron a sabiendas de que el grupo propio en el Congreso no estaba garantizado.
Apuestas por Micó
Las apuestas se vuelcan a favor de Micó. Los simpatizantes de Carbonell admiten que el reparto de fuerzas en el Bloc está en un 60% a favor de la candidata respaldada por la dirección del Bloc y de Compromís y un 40% apoyando al aspirante alternativo. Sin embargo, a los que respaldan a Micó no les importa tanto ganar (que dicen darlo por descontado) como que el partido no se juegue. Que se escenifique la confrontación no interesa a quienes apoyan a la secretaria de Organización del Bloc, que realiza una campaña en dos sentidos.
Por un lado, Micó resalta que cuenta con el apoyo de la autoridad; es decir, de aquellos nacionalistas que han logrado el mayor grado de representatividad política en toda la historia del Bloc. Junto a la exhibición de fuerza, la línea oficialista reitera su deseo de que el Congreso se celebre sin debate por el liderazgo, con una lista de confluencia. Ese canto a la unidad se traduce incluso en enmiendas filtradas a los medios de comunicación sin que se conozca su autoría y que abogan porque el liderazgo del Bloc sea doble, una bicefalia que se concreta en una Secretaría General y una Secretaría de Relaciones Políticas, puestos, además, ocupados por una mujer y un hombre. El objetivo de Micó es que el pulso acabe pronto: o se fusionan las listas o se celebra el Congreso en las fechas previstas, a pesar de que la propia secretaria de Organización destacó hace semanas que existía la posibilidad (muy probable, entonces) de retrasar el cónclave si se repetían las elecciones. Sin embargo, desde su entorno se asegura ahora que será mejor no posponer el Congreso, lo que es entendido desde la candidatura rival como un modo de reducir riesgos.
«Carbonell es menos conocido. Si la votación se retrasa tiene, por tanto, más tiempo de dejarse ver. Además, si no se celebra ya el Congreso, la actual dirección, donde está Àgueda, no podrá hacer lo mismo que hace seis meses, ceder ante Oltra y pactar con Podemos, porque esta vez perderían el poder, la militancia se lo haría pagar con un voto de castigo», indica uno de los apoyos del jefe de Gabinete del conseller de Economía, Rafa Climent, uno de los más destacados entre los que defienden esa candidatura alternativa.
Respecto a la lista única y esa moción presentada a favor de una bicefalia, tanto Carbonell como sus apoyos aseguran desconocer por completo de dónde sale. Ni han sido consultados ni tienen claro si es factible. El entorno del exvicealcalde de Alcoi afirma que el ofrecimiento de unidad llega después de que Micó presentase su candidatura antes de agotar la negociación con Carbonell. Entre los que apoyan al jefe del Gabinete de Economía se considera que forzar la votación en un Congreso permitiría «que el debate interno no se volviese a cerrar en falso. Hay que saber dónde estamos y a quién le da la razón la militancia».
«La enmienda presentada para crear una bicefalia es un puente de plata para que no haya pugna. Carbonell debe valorarla. Si hay posibilidad de crear una plataforma amplia de cara a las próximas elecciones no tiene sentido desconfiar de Podemos. Está entrando en colisión con los artífices de lo que hoy es el Bloc, y vengarse de los que llegan a acuerdos con Oltra es un callejón sin salida, sin futuro, porque Compromís hay que gestionarlo», señalan fuentes vinculadas a la candidatura de Micó, que cuenta con el apoyo de muchos de los principales cargos institucionales nacionalistas, así como de gran parte del resto de partidos de la coalición. La secretaria de Organización mantiene buena relación incluso con la corriente Gent de Compromís, marginada de las grandes decisiones tomadas en la coalición a pesar de contar Gent con más integrantes que Verds o Iniciativa. Sin embargo, sobre el futuro de Compromís, los apoyos de Carbonell mantienen una perversa teoría: «A Oltra le interesa más que sea él quien dirija el Bloc. Carbonell apuesta por un partido fuerte, que cada uno tenga su espacio. Eso sí, pide reglas claras para negociar las listas electorales, no como ahora. Micó está apoyada por Marzà o Ferri, que pretenden hacer de Compromís una fuerza más compacta, un cambio que a Oltra no le convence». En el entorno de la vicepresidenta, al escuchar la teoría, sonríen y admiten que en el Bloc los hay con muy mala idea.
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