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Los rostros de la derrota

Los rostros de la derrota

Los resultados del 26-J castigan las políticas radicales del tripartito

jOan molano

Domingo, 3 de julio 2016, 22:02

Los resultados de las pasadas elecciones generales en la Comunitat dejaron algunas novedades en el panorama político valenciano. El más significativo, sin duda, es que, extrapolando las conclusiones finales de estos comicios a unas hipotéticas elecciones autonómicas, el centro derecha podría volver a ocupar la presidencia de la Generalitat. El PP ganó, mejoró y resurgió un año después del 24M de 2015, que incluso se quiso significar como el principio de la demolición del partido. Sin embargo, las urnas hablaron el domingo pasado y castigaron las políticas radicales de un tripartito más pendiente de mirar por el espejo retrovisor para enterrar la etapa del PP -tanto a nivel regional como municipal-, para justificar así sus medidas o la ausencia de las mismas, que de renovar la gestión con acciones concretas.

¿Quiénes son las caras de la derrota del actual modelo que gobierna tanto en la Comunitat como en la ciudad de Valencia? Los principales rostros del revés electoral son Vicent Marzà, conseller de Educación, y Joan Ribó, alcalde de Valencia, cabezas visibles de una actividad desentonada, descuadrada con el sentir de la sociedad. A ellos se suman la vicepresidenta Oltra, el conseller Rafael Climent y los concejales Giuseppe Grezzi y Pere Fuset.

Marzà

Vicent Marzà no entró con buen pie en el Ejecutivo al descubrirse que, cuando se enteró de que iba a ser nombrado conseller, borró varios mensajes en las redes sociales favorables a la independencia de Cataluña. Sabe que su discurso político personal chirría con el de un alto cargo institucional. A partir de ahí fue un suma y sigue.

Una vez en el cargo, se estrenó retrasando el inicio de curso en pleno julio. Primer paso que dio y primer charco que pisó. El arreglo escolar le ha causado un importante conflicto con la comunidad educativa. Un cambio de rumbo que potencia claramente la creación de unidades públicas (más de 400) en detrimento de las concertadas, que se estancan pese a su demanda, es el punto caliente de su labor.

Miles de personas salieron a la calle para posicionarse en contra de sus políticas. Un hito. No hay otro conseller ni político de esta nueva etapa que haya concitado tanto consenso... en su contra. Todos los niveles de la educación privada consideran que Marzà ataca a la educación de iniciativa social con el recorte de aulas, que ha tenido especial incidencia en Infantil, etapa de acceso al sistema, o que se ha limitado la libertad de elección de las familias con los cambios en la admisión. También se recuerda la clara reducción de vacantes de tres años, el tratamiento de los planes de refuerzo o la denegación sistemática de conciertos pese a existir demanda e informes favorables.

Oltra y Climent

Por vez primera, la número dos del Ejecutivo, Mónica Oltra, eclipsa al número uno, Ximo Puig. Oltra exhibe un nivel de visibilidad alto, es la portavoz del Consell, por lo que la acción del Ejecutivo señala a la líder de Compromís. Para lo bueno y para lo malo. Mantiene la sobreexposición pública que ya acaparó en la anterior legislatura. Las ruedas de prensa de los viernes, tras el Consell, son su coto de caza privado al que invita a contados consellers. Si acaso al de Hacienda, Vicent Soler, porque en los temas económicos no domina las claves y eso le incomoda.

Pablo Iglesias la reclamó para el cierre de campaña de Podemos en Madrid el pasado 26J. Aceptó ser el rostro franquicia de una candidatura, 'A la valenciana', que fundamentó su oferta electoral en poner la gestión del Consell de ejemplo de cómo se podría gobernar España. Sin embargo, los valencianos votaron menos 'A la valenciana' que seis meses atrás, el 20D. No se acercó ni de lejos al PP. Primer batacazo electoral de Oltra, que asumió el protagonismo y deberá ahora asumir el fracaso.

Rafael Climent, por su parte, se ha ido devaluando como conseller de Economía. Su gestión ha servido de poco, siendo generosos. Ha protagonizado sonoras discrepancias con el Palau y perdió todos los pulsos. Incumplió torpemente un axioma elemental en política y en la guerra: libró batallas que no podía ganar. Ocurrió con las competencias sobre el IVF y las ayudas a las empresas privadas, con la Agencia para la Innovación, con la ley para la captación de inversiones y, especialmente, con los horarios comerciales, donde el vaivén en su conselleria roza el ridículo.

A eso hay que sumar que Climent se ve salpicado por la investigación abierta a un alto cargo de Economía, la directora general de Internacionalización, Mónica Cucarella, apoderada de una gasolinera denunciada por la Generalitat. Incompatibilidad de manual.

Ribó

El otro gran rostro de la derrota electoral es el alcalde de Valencia, Joan Ribó, también dirigente de Compromís, icono de los 'ayuntamientos del cambio', pero también responsable colateral de la sangría de apoyos que dijeron adiós a la izquierda el pasado domingo. Las malas cifras obligarán a una revisión de las políticas locales. Sus decisiones están 'quemando' a los valencianos, pues si sus votos en clave de comicios nacionales se trasladasen al ámbito local, Ribó debería despedirse del despacho de Alcaldía tras una gestión en la que ejemplos de errores no faltan.

Ribó ha llevado hasta el extremo su política laicista. Se convirtió en el primer alcalde que no asiste a los actos en honor a la Virgen de los Desamparados en los últimos 70 años. En la Semana Santa Marinera sólo se dejó ver en su cierre y fue testigo del Desfile de Resurrección desde el balcón de un vecino para no hacerlo desde el palco de autoridades. Fuerza su perfil laico hasta el extremo. No plantó este año la Cruz de Mayo ante la fachada consistorial, tal y como se venía haciendo desde los años 40 hasta ahora, con independencia del color político de los diferentes alcaldes de la ciudad.

El alcalde se ha empeñado en hacer historia hasta con el balcón del Ayuntamiento, que abrió a todos los públicos y reservó para sus filias y fobias. Allí posó las pasadas Navidades con tres 'Reinas Magas'. Declarado republicano, ha llegado a colgar una pancarta con su bandera tricolor fundida con la de la Comunitat, para negarse a retirarla más tarde ante la petición de Delegación del Gobierno.

La decisión en campaña de prohibir el bou embolat disparó todas las alarmas en Compromís, sus desencuentros con el Arzobispado, la no renovación del convenio de colaboración con el Banco de Alimentos de Valencia o la decisión de entrar como elefante en cacharrería en lo referente a las zonas de afluencia turística que permiten abrir los domingos y festivos a los grandes comercios son los puntos negros de un alcalde con tendencias autodestructivas.

Continúa en el cargo mientras se resuelve judicialmente la investigación de la Fiscalía sobre los gastos que pasó como oficiales para asistir a una jornada de alcaldes de las marcas blancas de Podemos previa a las elecciones generales del 20-D.

Grezzi y Fuset

Además de Ribó, el gobierno municipal muestra otras dos caras que restan más que suman: Giuseppe Grezzi, concejal de Movilidad, y Pere Fuset, concejal de Fiestas. El italiano protagoniza buena parte de las críticas que recibe el alcalde. Los vendedores del Mercado Central, por ejemplo, protestaron abiertamente por las restricciones en materia de tráfico. Anunció una prohibición para aparcar de noche en los carriles reservados a los autobuses que causó una estupefacción unánime. Igualmente, la remodelación de líneas de la EMT amenaza con atropellarle porque a las asociaciones de vecinales no les convence. Con las señales de tráfico exclusivamente en valenciano se ha ganado otra medalla al demérito. Las cambió en el último momento ante el temor de que la Delegación del Gobierno llevara al Ayuntamiento a los tribunales.

Pere Fuset, por su parte, tampoco cayó con buen pie en el mundo de las Fallas. Más bien, desbarrancó. Al edil de Fiestas se le achaca la decisión de excluir del libro fallero los poemas de Lo Rat Penat que se dedicaban a las falleras mayores, obra del ganador del premio Bernat i Baldoví del concurso del Jocs Florals. El anuncio del tijeretazo a la iluminación de las Fallas cuando los contratos para las luces ya estaban firmados fue otra luminaria en su estrellado camino. Tras las luces, el coto a los mercadillos al limitar los puestos, la bajada de la partida para las mascletaes, el baile de fechas para la instalación de carpas, cambios en la Exposición del Ninot...

El tripartito se está viendo superado. Cuando daban por liquidado al Partido Popular, las urnas le han quitado buena parte de la autoridad que esgrimen para adoptar extrañas decisiones que señalan a políticos como Marzá, Ribó, Oltra, Climent, Grezzi, Fuset... todos ellos, parafraseando la canción que encumbró a Joe Cocker, 'con una pequeña ayuda de sus amigos' del tripartito en el Consell y los ayuntamientos.

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