BURGUERA
Domingo, 31 de julio 2016, 23:39
VALENCIA. «Fallamos porque somos humanos y muchas veces nos dejamos llevar por el entusiasmo de hacer cosas». Así admitió el pasado mes de mayo la portavoz del Consell, Mónica Oltra, la metida de pata del Ejecutivo en cuanto a la gestión de los horarios comerciales. La líder de Compromís reconoció la torpeza del modelo, el del Gobierno autonómico, que incluso sirvió a la coalición nacionalista para presentarse junto a Podemos y EU a las pasadas elecciones nacionales del 26 de junio: 'A la valenciana'. Una fórmula de entendimiento entre partidos con sus días peores y mejores. En los últimos meses, socialistas, nacionalistas y podemistas están constatando que gobernar es difícil, y que hacerlo bien es muy difícil.
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Al margen queda el difícil encaje de un gobierno mixto, o mestizo, con los altos cargos intercalados entre PSPV y Compromís, lo que genera problemas de funcionamiento así como deslealtades evidentes. Sin embargo, ese mestizaje no supone un patinazo en cuanto que no es un error puntual sino un empeño conceptual.
Si a lo largo del año han tenido varias ocasiones para comprobar que su estancia en el Palau de la Generalitat no será un camino de rosas, de cara al verano esa sensación se ha incrementado tras errores sonados, pifias a la hora de atar los tiempos políticos de negociaciones delicadas, situadas entre las prioridades del Ejecutivo para la primera mitad de la presente legislatura. Patinazos, en definitiva. En algunos capítulos cerrados en falso se trata de torpezas atribuibles a su propia falta de pericia, como es el caso de los horarios comerciales, mientras que en otras ocasiones son errores de cálculo político. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. En el caso del tripartito, la política real se ha llevado por delante algunas aspiraciones escasamente inspiradas.
RTVV
La nueva televisión con los viejos problemas
Todo un año preparando una nueva ley para reabrir la televisión pública valenciana, intentando sortear la presión (y el malestar) de los extrabajadores de la antigua RTVV y buscando la alianza con Ciudadanos, pues el objetivo del tripartito era no presentar una nueva televisión apoyada únicamente por los partidos que sostienen al Consell. Todo un año de actividad parlamentaria y con el Consell intentando pasar desapercibido hasta lograr que la normativa que sirve de base para la puesta en marcha del ente lograse el beneplácito de la Cámara (sin votos en contra, pues el PP se abstuvo) el pasado 17 de julio.
La única sombra que podía oscurecer el proyecto era la de los múltiples procesos judiciales pendientes. Que no se trata de poca cosa porque se trata de un conflicto jurídico enormemente complicado y que aún se endurecerá más al comprobar los extrabajadores que el Consell no tiene intención de negociar con ellos.
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Sin embargo, la liebre saltó por donde menos se esperaba. En diez días, el frágil equilibrio de un año quebró y el castillo de naipes se derrumbó. En dos semanas, los lazos de confianza tejidos con Ciudadanos se deshilacharon. También sufrió un serio deterioro la relación entre dos de los firmantes del Pacto del Botánico, PSPV y Podemos. A pesar de que durante toda la legislatura se ha subrayado la importancia del qué (de los proyectos) frente al quién (los nombres o candidatos para los puestos), finalmente fueron precisamente las personas designadas y, sobre todo, el modo en que se presentaron esas candidaturas lo que fastidió una operación en la que había un gran interés del Palau de la Generalitat.
Un revés de campeonato para el Consell, especialmente para un Ximo Puig que no quiso ni pudo ocultar su profunda disconformidad con el modo en que se había rematado el proceso. El contratiempo impide a Presidencia acelerar la puesta en marcha de la televisión con el fin de que la actividad del Ejecutivo gane visibilidad. Los procesos de contratación de series y programas provenientes del sector audiovisual valenciano quedan paralizados. La maquinaria que la Generalitat había puesto en marcha para poder realizar emisiones en pruebas de manera casi inmediata también se congela. El plan para difundir a través de la televisión pública valenciana los logros del Consell se ha ido al traste antes incluso de comenzar por el afán de que el Consejo Rector fuese dirigido por un periodista, Josep López, en torno al cual no se construyó el consenso que se había trabajado durante todo el año.
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FLA
Una negociación que se alarga más de lo posible
El Consell inició la legislatura repudiando un FLA que durante el pasado mes de junio suplicaba a causa de una asfixia financiera que no entraba en los planes del Ejecutivo valenciano. Los resultados electorales de los comicios nacionales supusieron un sobresalto mayúsculo en la hoja de ruta del Palau de la Generalitat. En el Ejecutivo valenciano se esperaba que a partir de diciembre Mariano Rajoy no estuviese en la Moncloa o que, en el peor de los casos, su presencia quedase tan condicionada (a través de pactos con otros partidos) que se viese obligado a iniciar con rapidez las negociaciones para el cambio del sistema de financiación. Sin embargo, no fue así. Todo lo que podía salir mal, salió mal. Montoro ha continuado al frente del Ministerio de Hacienda pero, ante la circunstancia totalmente inédita de tener que repetir elecciones, la interinidad del Gobierno central abortó la reforma del reparto de fondos entre las autonomías. Esa adversidad en cuanto a tiempos políticos ha dejado mal parado al Ejecutivo valenciano, que tensionó al máximo la negociación con Hacienda para acordar un plan de ajuste que le permitiese acceder al FLA. Como los 1.300 millones ficticios incorporados a los presupuestos de este año no aparecerán por la vía de la financiación, era necesario recurrir al fondo de liquidez. Sin embargo, la negociación no fluyó. La Comunitat se convirtió en la única que tenía derecho a recibir ese FLA a la que, a principios de junio, le fue retenido. Regiones en abierto conflicto con Madrid como Andalucía o Cataluña negociaron sus planes de ajuste con mayor diligencia. Separaron el juego político del planteamiento financiero. La Comunitat, la autonomía más necesitada de esa inyección económica, fue la última en recibirla. El Ejecutivo se autoinfligió una tensión de tesorería a mitad de junio insoportable, apurando contrarreloj el texto de un plan que fue el último en llegar al ministerio y en el que se incluyen incoherencias de primer orden. Según la portavoz del Consell, Mónica Oltra, aceptaron los recortes «con una pistola en la cabeza».
Financiación e inversiones
Un recurso al Constitucional tumbado en tres meses
El Consell señaló la reforma de la financiación como su gran caballo de batalla desde el arranque de la legislatura. La reivindicación de una mejora de las inversiones del Estado a través de los presupuestos ha estado presente en prácticamente todas las comparecencias del Consell tras el pleno del Ejecutivo, así como en la mayor parte de las intervenciones de sus consellers en los medios de comunicación de ámbito nacional. Desde el Palau de la Generalitat se avisó de que se reclamaría esa mejora una y otra vez si bien se aparcó la posibilidad de ir a los tribunales porque, según Oltra, «somos un gobierno paciente y esperanzado». Sin embargo, en octubre, sobre la mesa del presidente de la Generalitat ya había un informe jurídico de la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, que sostenía que el recurso ante el Constitucional estaba fundado. El Ejecutivo valenciano amagó durante meses con él, hasta que finalmente anunció su interposición ante el TC a finales de año. Sin embargo, ni la vitola de reputada jurista de Bravo fue suficiente para aguantar ese recurso. El Tribunal Constitucional tumbó el informe a los tres meses de su presentación, sin miramientos, una rotundidad que también se dio a la hora de dar por buena la toma de consideración de la reforma del Estatuto de la Comunitat en el Congreso.
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Su primera defensa se produjo en septiembre de 2015 en un hemiciclo prácticamente vacío de diputados nacionales. En la zona reservada a las visitas estaba gran parte del Consell, presidente y vicepresidenta incluidos. No valió de nada. Durante la (fugaz) legislatura pasada (apenas seis meses entre las elecciones del 20D y del 26J), los diputados valencianos volvieron a Madrid a defender ese cambio estatutario que reivindica una mejora de las inversiones en la Comunitat porque una junta de portavoces del Congreso consideró que debía de repetirse el proceso. Es probable que tampoco sirviese de nada aquella segunda visita y que haya una tercera antes de que acabe este año.
Horarios comerciales
Caos en el seno de Economía y en los comercios
La política sobre los horarios comerciales que debe aplicarse a las grandes superficies en la Comunitat genera un enfrentamiento tan palmario entre PSPV y Compromís que el pasado mes de mayo tuvo que reiniciarse todo el proceso. La secretaria autonómica de Economía, María José Mira, quedó seriamente tocada y se presume su relevo tras enfrentarse a su conseller, Rafa Climent, y al equipo de nacionalistas a los que el titular de Economía ha confiado la restricción de los horarios. Un caos interno que se ha trasladado a la calle. Los centros comerciales cerraron en domingo en ciudades como Valencia para luego volver a abrir. Alcaldes como el de Alicante se ha posicionado totalmente en contra de la medida. El desbarajuste es brutal, la descoordinación en el mensaje es absoluta, tal y como se puede comprobar en ese plan de ajuste que el Consell ha remitido al Ministerio de Hacienda, en el que, en el punto quinto del documento, relativo a las 'reformas estructurales y otros compromisos asumidos', la medida número 5 dice literalmente: «Flexibilización de horarios comerciales: aumento de festivos de apertura y de horas semanales de apertura para todos los establecimientos». Un compromiso que contradice casi palabra por palabra una de las primeras medidas que el Consell presidido por Puig anunció el 1 de julio de 2015, nada más llegar a la Generalitat, cuando se estableció como prioridad, también literalmente, la «modificación de las normativas de horarios comerciales» con el fin de reducir el número de domingos y festivos abierto. Un patinazo detrás de otro.
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El último de estos patinazos, el vinculado con la RTVV, se produjo paradójicamente de manera simultánea a la celebración en Gandia de un campus para patinadores impartido por profesores valencianos. Las estrellas invitadas al curso eran Tanja Romano y Pierluca Tocco. Esta exitosa pareja de italianos, especialmente ella (campeona del mundo catorce veces), vieron cómo decenas alumnos intentaban una y otra vez el Salchow o el Metz, saltos relativamente sencillos. Caídas, ensayos, error, repetición y vuelta empezar. A la vez, el tripartito que sostiene al Consell intentaba con RTVV su particular Axel, una de las piruetas más complicadas. Quizá deberían pedir consejo a Romano para evitar seguir dándose costalazos.
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