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J. C. Ferriol
Sábado, 4 de febrero 2017, 21:36
El PP valenciano afronta el 18 congreso nacional del partido con la vista puesta en la recuperación de la autoestima y en el reconocimiento por parte de la calle Génova. La formación que preside Isabel Bonig se sabe heredera de ese PPCV agujereado por sucesivas investigaciones judiciales que han llevado ante los tribunales -y en algún caso a la cárcel- a algunos de sus más significados dirigentes. De imparable máquina electoral, el PP valenciano pasó a convertirse en un apestado, ese familiar incómodo que está en todas las cenas pero con el que no apetece hablar.
Los resultados de las autonómicas y municipales de mayo de 2015, cuando se perdió la mayoría absoluta de un buen número de instituciones, certificó la caída a los infiernos del PPCV. La salida de Alberto Fabra de la presidencia regional y el nombramiento de Isabel Bonig, respaldada por los principales barones del partido, puso punto y final a una etapa de indiscutible desconexión con la dirección nacional. La pérdida del Gobierno autonómico impidió comprobar si ese nueva relación se traducía en un cariño añadido desde Madrid.
Con todo, que Mariano Rajoy ganara las elecciones generales y volviera a formar gobierno ha permitido comprobar que el cordón sanitario hacia el PP valenciano no parece haberse levantado. Ni la formación del Ejecutivo central, en el que no figuran valencianos, ni el segundo escalón de la administración, en el que la presencia es imperceptible han corregido la percepción de falta de influencia de los populares valencianos en Madrid. La designación de los puestos de dirección en los grupos parlamentarios del Congreso y del Senado tampoco corrigieron esa dinámica.
El PP valenciano, el nuevo PPCV como gusta decir a los miembros de la cúpula del partido, ha evitado un sólo gesto de disgusto por esa circunstancia. El malestar existe, pero Bonig y sus colaboradores asumen que en la confección del Gobierno y en la de la dirección del grupo, juegan factores que tienen que ver con una presencia en la capital de la que hasta ahora no se ha dispuesto.
Y ahora llega el congreso nacional. El PP valenciano sigue atento la evolución del debate que afecta a la continuidad -cada día más segura- de Dolores de Cospedal en una secretaría general que, no obstante, podría pasar a estar complementada por un puesto de coordinador del partido. En las quinielas, con todas las prevenciones que cabe hacer cuando de nombramientos en el partido que dirige Mariano Rajoy se habla, aparece casi como único aspirante Fernando Martínez-Maillo, uno de los jóvenes vicesecretarios incorporados al organigrama popular tras el batacazo de las autonómicas de 2015.
Y ahí es donde entra el PPCV. Los populares de la Comunitat consideran llegada la hora de corregir la invisibidad del PPCV en el Ejecutivo central y en las direcciones de los grupos populares del Congreso y del Senado. Aumentar la presencia en los órganos de dirección del partido es el objetivo. Una vicesecretaría general sería la forma más evidente -aunque no la única- de lograrlo.
En los pasillos de Génova circula el análisis de que la vicesecretaría que deja Martínez-Maillo no desaparecerá. Podría crearse, se asegura, una vicesecretaría de Acción Electorla, que asumiría un papel complementario de ese coordinador general. Esa nueva vicesecretaría, o alguna otra en el caso de que la reestructuración conlleve un movimiento de piezas, es en la que ha puesto sus ojos el PP valenciano. Los populares de la Comunitat ya tienen presencia en el comité de dirección del PP -el órgano que preside Rajoy y formado por la secretaria general, Dolores de Cospedal, los cinco vicesecretarios (Javier Arenas, Pablos Casado, Andrea Levy, Javier Maroto y el propio Martínez Maillo) y los portavoces del Congreso, Rafael Hernando, Senado, José Manuel Barreiro y Bruselas, Esteban González Pons. Disponer además de una vicesecretaría, conociendo la alergia a los cambios del líder de los populares, revertiría esa percepción existente en el PP valenciano de que Génova sigue mirando con cierta desconfianza a los populares de la Comunitat.
El PP valenciano aspira a una cierta mejora respecto a su presencia actual en la cúpula del partuido, fijada en el congreso de Sevilla de febrero de 2012. En aquel cónclave, en pleno diluvio de causas judiciales e imputaciones sobre el partido valenciano, los populares de la Comunitat lograron una presencia destacable en el comité ejecutivo, con hasta ocho miembros, y González Pons mantuvo la condición de vicesecretario. El número ahora sería una cuestión menor siempre y cuando se lograra recuperar esa vicesecretaría que acompañara a González Pons en el comité de dirección del partido.
valencia. El discurso del Consell, como el camaleón, se adapta a los nuevos colores que respaldan al Gobierno central. El Ejecutivo de Madrid no se viste sólo de azul popular, pues también se adivinan en sus decisiones trazas del naranja Ciudadanos y el rojo de aquel PSOE que se abstuvo para la investidura de Rajoy. Esa via libre socialista en la que Ximo Puig tuvo una parte activa ha generado un intercambio de favores en forma de visitas institucionales, así como una rebaja de las tensiones e incluso un descenso de la agresividad verbal empleada en tiempos preelectorales, tanto por el Palau de la Generalitat como desde la Moncloa. La relación mejora porque se produce lo que en términos estratégicos se conoce como un 'win-win', un modo de resolver conflictos que logra contentar a todos los participantes porque todos ganan algo. A Moncloa le interesa un PSOE feliz, y el Consell precisa de un Gobierno central comprensivo. De ahí que cualquier gesto sea bienvenido ahora con la misma intensidad que antes era recibido con suspicacia.
La portavoz del Consell, Mónica Oltra, explicó ayer, tras las últimas visitas de responsables del Ejecutivo central a la Comunitat, tras ser preguntada en rueda de prensa sobre si tiene la sensación de que algo ha cambiado en esta nueva legislatura y si cree que se ha iniciado una nueva época, afirmó que sí. «No es una sensación, es objetivo», afirmó la vicepresidenta, quien cree que se está en «un momento políticamente más amable y positivo para los valencianos».
En cualquier caso, el que ha cambiado su actitud, según Oltra, es el Gobierno central, lo que permite al Consell defender su posición previa, concederle al Ejecutivo de Rajoy un margen por ser, al fin y al cabo, el que ha rectificado.
En este sentido, la vicepresidenta explicó que la transformación se ha notado en las instituciones, incluso en la última reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, donde «se ha flexibilizado lo que parecía que no se iba a flexibilizar nunca», es decir, la actitud del Gobierno central respecto a las peticiones de autonomías como la valenciana, y aunque no se ha hecho en la medida que el Consell reivindicaba, «se ha dado un paso adelante» en materia de financiación.
La tesis defendida por la vicepresidenta del Consell no será desmentida por el PP, pues al fin y al cabo también a los populares les interesa ofrecer una versión según la cual las negociaciones avanzan. El único matiz diferenciador en el discurso de ambas partes, Gobierno valenciano y central, podría radicar en quién es el que ha cedido en su posición, que para el Consell es, obviamente, el Gobierno de Rajoy.
Contra mayorías absolutas
Oltra, para reforzar su relato del cambio de actitud, recalcó que «ha tenido que llegar un Gobierno sin mayoría absoluta para pedir perdón» por el accidente del Yak-42, por lo que es «obvio que las cosas están cambiado, y está bien que cambien», porque las mayorías absolutas «crean un caldo de cultivo para el despotismo».
La vicepresidenta afirmó que el Consell «siempre va a poner en valor cuando hay diálogo o, al menos, cuando se abren las puertas para poder dialogar», y recordó que antes «venían los ministros y ni avisaban» al presidente de la Generalitat. «Ahora parece que vienen, avisan, se reúnen con el Gobierno valenciano y tienen en cuenta que el representante del Estado en la Comunitat es el presidente, y eso lo valoramos».
Oltra no cantó 'The Times They Are A Changin', la canción del Nobel Bob Dylan, pero poco faltó. La portavoz explicó que para poder llevar adelante la política del acuerdo del Botánico es necesario tener «una buena y cordial relación» con el Gobierno, aunque en muchos aspectos puedan «no compartir los objetivos».
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