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El apoyo de Ximo Puig a Susana Díaz choca con las apuestas estratégicas del tripartito de la Comunitat Valenciana

Los dos presidentes son aliados en la batalla del PSOE pero sus intereses son contrarios en temas claves para quien lidera la Generalitat

ARTURO CERVELLERA

Domingo, 26 de marzo 2017, 20:49

Valencia. Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, hará hoy la presentación oficial de su candidatura para liderar el PSOE en Madrid. Entre los cientos de asistentes y dirigentes socialistas, estará presente en las primeras filas del acto Ximo Puig, presidente de la Generalitat, que siempre apoyó a la andaluza y a su estrategia contra Sánchez. Un respaldo que, pese a presentarse sólido en lo orgánico, llama la atención en lo político. Lo que defiende Puig en la Comunitat es contrario en muchos aspectos a las apuestas de la Junta y a las tesis de Díaz sobre el futuro del PSOE y de España.

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La alianza Díaz-Puig chirría al margen de sus intereses de partido. El progresivo distanciamiento entre el valenciano y Pedro Sánchez, ex secretario general de los socialistas y candidato a las primarias, empujó al secretario general del PSPV a la vera de la andaluza, a la que siempre fue fiel. El jefe del Consell no era relevante para la anterior dirección de Ferraz y ahora busca ganar influencia a través de Díaz. Sin embargo, el plan para España y para las autonomías de la andaluza choca con las ideas de Puig, que deberá pelear por una fidelidad: o a su partido o a los pilares que sostienen el plan teórico y de acción del tripartito que firmó el Pacto del Botánico y sostiene el Consell.

Corredor mediterráneo

Impacto por la apuesta por un eje alternativo

El corredor mediterráneo es el punto de conflicto más llamativo entre Puig y Díaz. Esta infraestructura es una de las mayores reivindicaciones del Consell esta legislatura y está suponiendo una dura contienda política entre las regiones costeras del este de la península y Madrid. Para sorpresa de muchos, en este asunto Díaz está más cerca de Cospedal (las primera en apostar por un eje ferroviario central) que de los valencianos. El viernes 17 de marzo, la baronesa andaluza y el presidente de Aragón, Javier Lambán, firmaron un protocolo para fomentar un corredor Algeciras-Antequera-Madrid-Zaragoza-Tarragona, trazado que contentaría a andaluces, catalanes, aragoneses y madrileños y convertiría a la Comunitat en la única y gran perjudicada.

En la firma del convenio, Díaz definió la apuesta por un corredor central como una «oportunidad única» y aseguró que Zaragoza (y no Valencia) puede ser la «primera puerta» hacia Europa de los productos andaluces. Las alarmas del Palau de la Generalitat echaron humo y se intentó matizar las palabras de la andaluza al asegurar que un corredor central no es incompatible con el mediterráneo. Hasta Puig tuvo que disculparla el pasado miércoles afirmando que existe un «compromiso» del gobierno de Díaz con el corredor mediterráneo, aunque también admitió que «cada uno busca su centralidad» y que para el sur es también importante contar con una mejor conexión con Madrid.

La apuesta socialista por los dos corredores choca frontalmente con el Gobierno de Rajoy, incapaz financieramente de acometer dos proyectos de semejante calado de forma paralela. Madrid debe elegir y la inquietud en Blanquerías es lógica, pues el Ejecutivo central cuenta con un trazado que incluye a la capital y el otro, no. La preferencia de Díaz por el corredor central cayó como una bomba entre el gran socio de Puig en el Consell: Compromís. Los nacionalistas difundieron un comunicado lamentándose de la situación y subrayaron que «se trata de un mal inicio para una persona que pretende liderar el PSOE».

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Diputaciones provinciales

El PSPV quiere eliminarlas y el PSA las preserva

Otro punto de desencuentro que demuestra la enorme distancia de concepción del Estado que tienen Díaz y Puig es el futuro de las diputaciones. Desde antes de llegar a la secretaría general del PSPV, el actual jefe del Consell ya abogaba por suprimirlas. Las considera un pozo de corrupción y llegó a señalar que «no es razonable que exista una administración periférica del siglo XIX». Puig pretendía, como mínimo, vaciarlas de contenido con el fin de convertirlas en «espacios de encuentro y queden desprovistas de aparato, cargos públicos y asesores» de modo que desapareciesen «como horizonte de futuro». La opinión de Díaz en este tema es diametralmente opuesta. El pacto firmado por los socialistas con Ciudadanos (tras las primeras elecciones generales, las de diciembre de 2015, que luego tuvieron que repetirse) para la investidura de Pedro Sánchez incluía la supresión de las corporaciones provinciales. La baronesa andaluza arremetió contra el acuerdo y abogó por mantener las diputaciones. Díaz defendió entonces realizar «ajustes» en estas instituciones pero siempre reconociendo su valor y teniendo «en cuenta la labor que realizan» ya que incidió en que son las únicas capaces de «darles oportunidades a los pequeños municipios». El argumentario de la presidenta de la Junta calca al de Rajoy en un tema, el de las diputaciones, en el que Puig se sitúa prácticamente en las antípodas conceptuales que su aliada orgánica.

Podemos

Socios aquí y radicales peligrosos para la Junta

La relación con Podemos es un asunto espinoso para el PSOE desde hace dos años. Existen sectores del partido que defienden el entendimiento con la formación de Pablo Iglesias. Otros abogan por marcar distancias por considerarles populistas y, sobre todo, rivales en el mismo caladero de votos. Al jefe del Consell se le puede incluir en el primer bloque. Abanderó un proyecto de 'entesa electoral' al Senado, por el cual los socialistas pretendieron ir junto a Compromís y Podemos en una única lista en los comicios de junio de 2016. Una propuesta que fue justificada por el presidente porque «cada territorio tiene una singularidad». Fracasó. Pedro Sánchez la vetó y ese fue el punto de inflexión en la relación entre Puig y Sánchez.

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El líder del PSPV es uno de los presidentes socialistas cuyo gobierno depende directamente del apoyo de Podemos. Está obligado a entenderse y acercarse a la formación morada, y lo asume. La realidad política de Díaz en Andalucía es bien distinta, pues su relación con Podemos es muy crispada. Tras las elecciones autonómicas, la baronesa prefirió a Ciudadanos en vez de al partido de Iglesias. Los debates entre socialistas y podemistas en el parlamento andaluz son a cara de perro, constantes enfrentamientos con la formación que pacta Puig en la Comunitat. Díaz se ha hartado de calificar a Podemos de populistas e incluso los compara con Donald Trump, presidente de EEUU, y hasta advirtió de que «quizás ambos beban de la misma fuente». Ese manantial ideológico que repugna a la andaluza es el que otorga fluidez a la actividad del Consell de Puig.

Deuda histórica

Una reclamación que los andaluces ven perjudicial

La deuda histórica, recuperar el dinero que teóricamente tendría que haber llegado desde el Estado con un modelo que no infrafinanciara a la Comunitat, es una de las reivindicaciones que enarbola el Consell de la mano del cambio del modelo de financiación. Esta cuestión, ni más ni menos que la del dinero, también separa a la baronesa socialista y a Puig.

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La condonación por parte del Estado de parte de la deuda de la Comunitat (más de 40.000 millones) descontando de esas obligaciones la parte equivalente a la infrafinanciación histórica (más de 10.000 millones) no entusiasma a Díaz. Durante las negociaciones que el PSOE mantuvo con Compromís para la investidura de Sánchez, cuando llegaron a un preacuerdo que contemplaba la condonación, la Junta movió ficha. En ese momento, el Gobierno andaluz saltó. María Jesús Montero, consejera de Hacienda, advirtió de su estado «permanentemente alerta para que no se produzcan acuerdos bilaterales que perjudiquen» a Andalucía. Avisó Montero de que frenarían cualquier acuerdo en el que su región saliese «perjudicada o no beneficiada de la misma manera».

Mónica Oltra, portavoz del Consell, no tardó en responder a Montero. La vicepresidenta de la Generalitat crítico a Díaz por suponer que «algo bueno para los valenciano tenga que suponer algo malo para los andaluces». Oltra recordó que la deuda histórica era una reivindicación de «todo» el Consell, tanto de los socialistas como de los nacionalistas. Puig prefirió salir al paso recordando las «buenas relaciones» entre los dos territorios e incidir en que el pacto Sánchez-Compromís no tendría que suponer «ningún problema» para los andaluces.

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El presidente valenciano no ceja, en este aspecto. Tras la conferencia de presidentes de enero y la negativa del Estado a reconocer esa deuda, Puig insistió que el Consell no se daría por vencido y que continuaría reclamando «fórmulas para la condonación» porque, a su parecer, la reforma de la financiación «no puede construirse sobre la base de las injusticias heredadas».

Cataluña

Díaz duda de la lealtad del PSC y Puig tiende puentes

La deriva independentista catalana y la relación con el Govern de Puigdemont genera fuertes tensiones en el seno de la familia socialista. La federación valenciana siempre ha sido una de las más dispuestas al diálogo con Cataluña. Puig se reunió con Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat de Cataluña, en dos ocasiones en 2016 y hasta se ofreció de mediador entre los independentistas y el Gobierno central. El jefe del Consell es comprensivo y simpatiza con fórmulas federalistas, de tal modo que durante la visita a Valencia de Puigdemont, el jefe del Consell aseguró que la relación entre la Comunitat y Cataluña continuará «en cualquier circunstancia». Díaz, en cambio, se ha decantado por una posición más frontal ante las aspiraciones independentistas en Cataluña. La andaluza no pierde ocasión (lo hizo en sus discursos de fin de año a los andaluces tanto de 2016 como de 2015) para subrayar que la «unidad de España» y la «igualdad de los ciudadanos» son «irrenunciables» para el proyecto socialista. La relación de Díaz con el PSC es bastante mejorable y hasta llegó a acusar a los socialistas de Cataluña de falta de «lealtad» por llevar a cabo negociaciones al margen de Ferraz, mientras que el PSPV y el PSC son primos, o quizá hermanos.

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