La 'Araña infernal' y los silbatos protagonizan un disparo de lo más original
Algunos de los procesados del juicio de Emarsa. :: DAMIAN TORRES

El cerebro de Emarsa admite que nunca pisó las instalaciones de la depuradora

Jorge Ignacio Roca implica al ex director financiero de la sociedad pública y a otro empresario en el cobro de comisiones ilegales

A. CERVELLERA

Martes, 16 de mayo 2017, 23:52

Jorge Ignacio Roca, empresario y cerebro financiero de la trama que saqueó más de 20 millones de euros públicos, aseguró ayer que nunca estuvo físicamente en las instalaciones de Emarsa, ya que su trabajo se centraba sólo en «facturar y repartir comisiones».

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El empresario es una de las 24 personas procesadas por el desfalco de la depuradora de Pinedo. Roca era el responsable de una sociedad dedicada a la gestión de lodos para la empresa pública y aumentó artificiosamente el trabajo para repartir comisiones. El empresario se fugó en el año 2010 y no fue hasta 2015 cuando fue arrestado en Moldavia y extraditado a España. En la actualidad se encuentra cumpliendo una pena de prisión de dos años por simular una operación comercial para la exportación de 10.000 taxis a Pakistán.

El cerebro financiero de Emarsa destacó en su comparecencia que sólo estuvo una vez en la depuradora de Pinedo y recalcó que ni llegó a bajarse del coche ni pisó las instalaciones. Roca explicó que su comisión era la relativa al IVA, del 16%, y que las que él facilitaba desde 2005 desconocía entre quienes se las repartían. Detalló que este proceso primero se hacía con entregas en efectivo pero que luego fueron sustituidas por tarjetas bancarias. Con este sistema es cuando indica que se enteró que había cuatro cuentas que tenían que recibir siempre tres euros por cada tonelada, aunque no le dijeron de quienes era.

Roca también señaló a Enrique Enrique Arnal, ex director financiero de Emarsa, y al empresario Joan Borrás, como beneficiarios de unas comisiones menores y declaró que también tenían una tarjeta para recibir este dinero.

El empresario incidió en que la depuradora era el principal cliente de sus sociedades, llegando a acaparar de un 80 a un 90% de su facturación. Roca aprovechó las preguntas de la fiscalía para remarcar de que en ningún momento fue consciente de que Emarsa era una sociedad pública y que en caso de que hubiera tenido conocimiento habría actuado de otra forma.

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Una vez que terminó de responder aquellas cuestiones que puso encima de la mesa el ministerio público, Roca se mostró dispuesto a responder las preguntas del resto de acusaciones. Una situación que su letrado no estaba dispuesto a asumir y subrayó que si su cliente no atendía sus consejos, era mejor que se marchara. Tras un receso de tres minutos, el empresario se acogió a su derecho de no declarar y sólo respondió a las preguntas de su abogado. En ellas afirmó que la policía le llegó a enseñar fotos del resto de los cabecillas de la trama con el objetivo de que los reconociese.

Morenilla se desvincula

Después de la declaración de Roca fue el turno de José Juan Morenilla, exgerente de la Entidad Pública de Saneamiento de Aguas Residuales (Epsar), que recalcó que Ignacio Bernácer (uno de los responsables del saqueo) le «engañó» durante años. Morenilla admitió que siempre fue el superior de Bernácer, pero quiso desvincularse de su subordinado al afirmar que sólo le daba cuentas de su trabajo «a grandes rasgos» y cuando habían problemas, ya que apuntó que gozaba de autonomía para emitir pagos, estudiar costes y negociar convenios.

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El exgerente de la Epsar indicó que tenía sus funciones y Bernácer las suyas y que él era incapaz de estar al día en todos los departamentos ya que contaban con 450 depuradoras en la entidad de saneamiento. Preguntado por la fiscal si había sido afiliado a algún partido, Morenilla respondió que no, pero aseguró que a «todos los gerentes o altos cargos» en aquella época se les obligaba a pagar la cuota del PP, algo que también cumplió el exgerente hasta el año 2009.

Morenilla, que se enfrenta a una petición de condena de 14 años, negó de forma reiterada que tuviese competencias a la hora de aprobar los presupuestos de cada depuradora o en la supervisión del destino de los fondos que aportaba la Epsar, sino «sólo del buen funcionamiento» de las instalaciones. «Nosotros pagábamos una retribución por la explotación de acuerdo a una cuantificación técnica, y era Emarsa la que distribuía el dinero en función de sus criterios», declaró Morenilla, que atribuyó a Bernácer y al exgerente de Emarsa, Esteban Cuesta, el haber negociado el incremento de costes de gestión y de los lodos.

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