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Durante la mañana de ayer, la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, protagonizó un desayuno en el Hotel Las Arenas de Valencia, con presencia de ... miembros del Consell. Nada extraño. Asimismo, acudieron empresarios, sindicalistas, representantes universitarios y de asociaciones o del mundo judicial, amigos, conocidos e interesados. La política, la diplomacia y la conveniencia, todo junto y en armonía. Para los valencianos, el coste de este tipo de acontecimientos es relativamente menor, si exceptuamos el tiempo (un par de horas) que los cargos públicos emplean en participar en ese tipo de citas. Podría ser peor. De hecho, lo es. Cuando el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, es el protagonista de este tipo de encuentros en Madrid, los valencianos tienen que sacar la chequera y la cifra a pagar es considerable. Que el jefe del Consell se sienta abrigado nos cuesta más de 7.500 euros sólo en gastos de viaje y manutención de los altos cargos del Consell. Al margen del tiempo empleado en ir, volver, estar allí…
La ley de transparencia obliga a una rendición de cuentas antes inexistente. Hasta 2015 no era posible saber, porque no se difundía, el coste puntual de un viaje de un conseller a un determinado lugar. Sin embargo, actualmente, con un poco de paciencia (los altos cargos tardan varios meses en trasladar sus datos), la web de transparencia de la Generalitat permite consultar el gasto en viajes de los altos cargos. En este sentido, una de las últimas apariciones de Puig en Madrid, con motivo de un desayuno informativo en el Hotel Ritz, supuso un coste de 7.503,91 euros solo en desplazamientos, hospedaje y manutención de altos cargos y personal del Consell.
El montante incluye la presencia del propio Puig, junto a un amplio equipo, además de los consellers más afines junto a sus jefes de gabinete y hasta asesores de prensa, secretarios autonómicos de indubitable fidelidad y directores generales de muy diversas competencias, en algún caso sin relación con el evento pero sí con el presidente. Una veintena (en total, 25) de personas actuando a precio de oro como una claque para el presidente de la Generalitat.
Las claques están tan presentes en los espectáculos que hasta han sido homenajeadas con esculturas, como la que hay en la localidad alemana de Schwetzingen. Así pues, nadie les quita importancia. Nerón, el emperador, ya se procuraba multitudes pagadas para vitorearle cuando pisaba un escenario, político o cultural. En el siglo XIX, los franceses las profesionalizaron. Todo esto tiene su deriva, y actualmente, según el convenio salarial de la Unión de actores y actrices, en Madrid se paga por un figurante unos 50 euros brutos por jornada de trabajo. Por 1.000 euros, Puig hubiera tenido a un centenar de aplaudidores a su disposición todo el día. Sin embargo, en este caso fueron apenas un par de horas, salió por 7.500 euros y eran apenas 25 entusiastas.
En esa cantidad no se cuenta con el coste para el erario público de la presencia de otros destacados socialistas que se sintieron en la necesidad de acompañar a Puig. Tal es el caso de la síndica del PSPV, Ana Barceló, de la vicepresidenta del Ayuntamiento de Valencia, Sandra Gómez, o del presidente de la Diputación de Valencia, Toni Gaspar, presentes igualmente en el acto. Los asistentes más relevantes fueron tres ministros: Morant, Planas y Escrivá y el expresidente Zapatero.
La web de la Generalitat señala que Puig viajó acompañado de cuatro asesores, tres escoltas y un conductor. En total, 2.191 euros por alojamiento y transporte. Además, acudió el director general de Relaciones Informativas (405 euros), además de la directora general de Relaciones con Les Corts (74,50 euros), si bien no está muy claro el motivo de la presencia en Madrid del enlace entre el Consell y el poder legislativo valenciano, la directora general de Diálogo Social (420,99), o la de Análisis de Políticas Públicas (213). Un tercio de todos los altos cargos de Presidencia acompañaban a Puig.
Acudieron al acto, además, otros cinco consellers del Gobierno valenciano, todos ellos de la esfera socialista, como el de Sanidad (acompañado por su jefe de gabinete, por un total de 293,40 euros), el de Hacienda (y dos personas más de su equipo, 980 euros), la de Innovación (560 euros), la de Justicia (con su asesora de prensa, por 800 euros), la consellera de Obras Públicas (también acompañada por una persona, 858,13 euros) y la secretaria autonómica de Cooperación y Calidad Democrática (372 euros). Eso sin contar algunos directores generales que también estuvieron presentes, pero que justificaron el gasto a otro acto en el que también participaron miembros del Consell, la presentación de un documental de la Fundación Manuel Broseta.
¿Y todo este gasto y utilización de inteligencia política y recursos humanos, para qué? No fue uno de las citas de Puig más sustanciosas. El presidente sacó pecho de la gestión de su Consell, exhibió un perfil pactista y no quiso entrar en polémicas ni abrir nuevos frentes con el Gobierno central, y sin ofrecer respuestas sobre casos judiciales que rondan el Consell, como el de Oltra, que tres semanas después provocó el cese de la vicepresidenta.
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