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La tercera protesta contra la gestión política de la dana organizada ayer en Valencia, dos meses después de las trágicas inundaciones que azotaron la ... provincia, se saldó con una cifra de asistencia menor en relación a las otras dos convocatorias previas. Era previsible, teniendo en cuenta la coincidencia con las fechas navideñas, propias de vacaciones o de compras de última hora. De hecho, fue uno de los contrastes de la jornada, con miles de personas protestando por el centro de la ciudad –básicamente exigiendo la dimisión del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón–, y muchas otras, en las aceras, ajenas, cargadas de bolsas o camino de alguna quedada familiar. Pese a todo, fue una manifestación multitudinaria, síntoma de que la «rabia del pueblo», en palabras de las portavoces de las entidades organizadoras, sigue muy presente.
En cuanto a cifras, cerca de 80.000 personas, según la Delegación del Gobierno, marcharon ayer por las calles de la capital. La convocatoria de hace un mes sumó cerca de cien mil, y la primera, la del 9 de noviembre y de carácter más masivo, rondó las 120.000. Desde la organización, en todas las citas, han preferido evitar las estimaciones sobre la cantidad de asistentes.
El espíritu reivindicativo y el dolor por la pérdida de 223 vidas y las tres personas desaparecidas volvió a respirarse en el ambiente. La primera fila tras la pancarta principal contaba con una notable presencia de familiares de víctimas que recibieron los aplausos, el cariño y las condolencias de muchos de los viandantes que permanecían en las aceras. También estuvieron presentes bomberos y profesionales del servicio de emergencias 112.
'Heu matat al meu iaio'. Aitana Martínez, joven de Catarroja, portaba un cartel con la fotografía de su abuelo fallecido y este desolador mensaje. «Pido justicia, porque a nuestros muertos los han matado y no han asumido ninguna responsabilidad», dijo. «No nos ha llamado nadie. No les importamos absolutamente nada. Nos han dejado abandonados», remató. Saray, por su parte, perdió a su padre, cuyo cuerpo todavía no ha sido encontrado. «Ni psicólogos, ni ayudas, ni nada; los únicos que se pusieron en contacto conmigo fueron periodistas y la Guardia Civil», incidió, al tiempo que reclamaba «más manifestaciones hasta que (Mazón) dimita y acepte las consecuencias de sus actos».
Antes de la lectura del manifiesto, desde la organización se hizo referencia expresa a estos dos casos y a la necesidad de mantener la presión. «No pueden caer en el olvido, por ellas y por todos los que han muerto», se defendió. También se podía ver en las primeras filas a Toñi García, cuyos marido e hija fallecieron en Benetússer mientras intentaban salvar el vehículo. Su imagen era dura, congestionada por el dolor y el llanto.
Por otro lado, una de las portavoces de la protesta, Beatriu Cardona, defendió que si bien el Consell no podía evitar una dana, sí debía haber avisado a la población con margen suficiente. «Han sido las primeras Navidades con 226 sillas vacías, de las 223 personas muertas y las tres desaparecidas. Por todas ellas y sus familias que las llorarán siempre chillamos 'Mazón dimissió'», exclamó ante los medios.
Desde la organización también se comentó que entre los objetivos de la protesta estaba canalizar «todo el malestar» de los afectados pues, según explicaron, las ayudas no están llegando y muchos de los garajes siguen con barro todavía, como ejemplo de la necesidad de acelerar en las tareas de reconstrucción.
En esta ocasión, por los actos navideños y para disponer de espacio suficiente para los tractores, el itinerario fue distinto. Se partió desde la plaza de San Agustín para enfilar hacia Xàtiva y Colón, situándose el punto final en la plaza América. Antes de la lectura del manifiesto se cantó un villancico contra la gestión del presidente, y se interrumpió a las 20.11 horas, cuando los manifestantes hicieron sonar la alarma del sistema Es-Alert. Como en anteriores protestas, se quiso recordar lo tardío del aviso, momento al que siguió un emotivo minuto de silencio.
En el apartado de reivindicaciones, el manifiesto fue similar al de las convocatorias previas. Se exigió la dimisión de Mazón, así como la apertura «de oficio» de un procedimiento judicial «que depure responsabilidades por las consecuencias evitables de la catástrofe». Además, se pidió un cambio en las políticas económicas de cara a la reconstrucción, se volvió a denunciar la lentitud de las ayudas –«las personas afectadas viven inmersas en una vorágine burocrática y colas interminables»– y se hizo una dura crítica a la gestión del conseller Rovira en el ámbito educativo.
También se aludió al Gobierno central, afeándole su lentitud a la hora de reaccionar. «Debería haber presionado de forma contundente e inmediata al Consell ante su inacción, para intervenir con todos los efectivos y ayudar a la ciudadanía durante las primeras semanas», se dijo.
En cuanto a medidas para agilizar la reconstrucción –el manifiesto también criticaba la lentitud en la cobertura de necesidades básicas– se pidieron mejores prestaciones para trabajadores afectados por ERTES, un transporte público más eficiente o garantizar alternativas habitacionales a los damnificados, por ejemplo, recurriendo a pisos vacíos o de «fondos buitre».
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