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Carlos Mazón parece haber iniciado el erróneo camino que inexplicablemente repiten todos los políticos. Ocurrió con Mónica Oltra, sin duda. Se dio también con Jorge ... Rodríguez en el caso Alquería. Y previamente, el expresidente Francisco Camps ya había ejecutado el mismo ejercicio, si cabe con mayor dosis circense, en otros tantos sumarios. No hay político que no recurra a la teoría de la conspiración, del lawfare, de las dobles lecturas y las confusas interpretaciones de cualquier resolución.
El problema, común para todos ellos, es lo sencillo –increíble atractivo para fieles y lectores– que resulta la elaboración de un relato verosímil, que no verdadero. Esta fallida estrategia se presenta ya casi como una norma inquebrantable para cualquier político no ya inmerso de en un procedimiento judicial sino tan solo 'amenazado' por la Justicia. La deficiente gestión de la dana multiplicó su alcance por algunos errores comunicativos durante la primera semana postemergencia con especial énfasis en la famosa comida de Mazón. Cierto es que sobrepasado ese periodo, el presidente parece haber ganado tiempo y algo de oxígeno con la construcción de cierto relato, al menos, para levantar cierta defensa. Y, a partir de ahí, crecer.
Ahora, más allá de ese mundo turbio de la política, se abre una nueva esfera, un área inexplorada para este Consell y este presidente. La Justicia, por suerte, no funciona como la política. No comparte tiempos ni sirven los mismos recursos. Lo sabe Oltra y lo sabe Camps, dos personajes antagónicos en absolutamente todas las parcelas de su vida.
La reacción del actual presidente ha sido la de una interpretación parcial del informe de la Fiscalía y, a continuación, sembrar la duda con supuestos intereses ocultos. El expresidente señaló en la noche del martes que la decisión del fiscal era la de inadmitir las querellas. Perfecto. Quiso olvidar lo que figura justo a continuación, la decisión de derivarlas a un juzgado de instrucción donde analizar la gestión global que se hizo de la dana y en el caso de encontrar indicios contra «el aforado» (Mazón) elevar la causa al TSJ. Recordemos, el informe del fiscal, medido en todas sus expresiones, da para pocos entrecomillados. De hecho, hasta se evita citar el nombre del expresidente en la parte del texto que es de producción propia.
El hecho de que sea un juzgado de Instrucción el que analice el asunto antes de limitar si existen indicios contra el aforado no es ninguna excepcionalidad. Todo lo contrario. Por citar antecedentes: Rita Barberá y Rafael Blasco.
En cambio, resulta acertada la afirmación de Presidencia de que el informe del fiscal ni atribuye ni señala ninguna conducta negligente de Mazón. De ahí que todavía resulte más inexplicable el siguiente paso. El de la sospecha. La idea de que este pronunciamiento se produce justo en el momento que el PSOE/PSPV se encuentra atrapado en los casos de corrupción de Koldo y Aldama.
Regresamos, como si de un poder hipnótico se tratara, a la búsqueda de intereses ocultos. Olvidamos, por ejemplo, que fue el TSJ quien dio ese plazo (48 horas) o que los plazos llevaban suspendidos casi un mes como consecuencia de la dana.
La guinda a este dulce conspirativo consiste en la difusión de una cena privada en Valencia entre el fiscal general del Estado, Álvaro Ortiz, y la nueva fiscal provincial, Pilar Tomás. Se olvida, deliberadamente, –lo de la ignorancia resultaría más grave– citar que el supuesto responsable directo del informe –aunque no lo firma él– es José Ortiz, fiscal superior del TSJ que no estuvo en la cena y que hoy, casualmente, entregaba la memoria de la Fiscalía. Ya es casualidad. Pero es que estas existen.
En fin, recapitulando. Si un escrito que no dice nada particular de Mazón -y esto es cierto- , ¿por qué deslizarse ya hacia el terreno de la conspiración? Es un contexto perfecto para recurrir al siempre clásico de «máximo respeto a las decisiones judiciales» y, a continuación, mostrar cierta satisfacción en que se inicie una investigación judicial de lo que ha ocurrido. Sin necesidad de acotaciones ni precisiones. Perfil bajo.
Porque en los que todos absolutamente coinciden –o así debería ser– en la necesidad de que una investigación judicial aclare el cúmulo de despropósitos de aquella fatídica tarde del 29 de octubre. Además, resulta innecesaria esa intensidad dialéctica de Mazón. El camino sólo ha hecho más que empezar. Estamos ante un horizonte de más de una legislatura, que tendrá momentos más complicados y otros de cierta relajación, en un clima, desde luego, de máxima tensión.
Pero aparte es que el presidente tiene, por el momento, una más que efectiva defensa. Parece complicado, al menos de momento, construir una acusación solvente por homicidio imprudente. Además, el hecho de que la investigación comience en un juzgado ordinario aleja temporalmente la sombra de una imputación, una circunstancia no es descartable en un futuro. Entonces, ¿por qué empezar de esta forma? El siguiente paso ya saben cuál es: el famoso lawfare de Oltra. O el de Camps y la alianza socialista en los tribunales. Mazón está a tiempo de no repetir errores.
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