
¡Que viene el lobo!
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La demonización del adversario se ha asentado peligrosamente en la política española en un contexto internacional de polarización y extremismosEl lobo se ha convertido esta semana en un indiscutible protagonista de la semana parlamentaria. PP y Junts han asestado una severa derrota parlamentaria al ... Gobierno de Pedro Sánchez con la rebaja de la protección legal del lobo, que vuelve a ser un enemigo a batir en numerosos municipios de la España del norte rural. Lo han hecho a través de una enmienda de los populares al proyecto de ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, que salió adelante con el apoyo de Vox, Junts y PNV.
Vuelve el lobo, esta vez para salir del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, que se sigue con interés en la España rural. Pero sobre todo permite recurrir al animal –símbolo del poder de la naturaleza– que tanto protege como destruye, el único verdadero depredador organizado capaz de competir con el hombre en el entorno europeo. El símbolo del poder y el símbolo de un Gobierno en minoría, que pierde votaciones porque, en ocasiones, no lleva los temas suficientemente amarrados.
La vuelta de la amenaza del lobo se asemeja a la hipérbole en la que está instalada la política española, llena de reproches y lugares comunes y en la que muchos debates de fondo se ven eclipsados por la ferocidad de los días. No hay la más mínima indulgencia entre el PP y el PSOE, que libran una disputa por el poder hasta el límite. Todo salta por los aires si los partidos periféricos nacionalistas se funden en un bloque de centroderecha. Tienen la mayoría absoluta en el Congreso. No olvidemos la relación de fuerzas. La izquierda está en minoría.
En esta coyuntura, la división en el bloque de los aliados de Sánchez empieza a ser una señal característica que pone de manifiesto la enorme fragilidad en la que se mueve la legislatura. Las diferencias sobre la tributación del salario mínimo interprofesional entre Yolanda Díaz y María Jesús Montero representa un lastre en la actual mayoría de gobierno que retrata la búsqueda constante desde Sumar de un espacio propio en su pulso fratricida con Podemos. El disenso, previsiblemente, no romperá el actual Gobierno de coalición PSOE-Sumar, pero sí introduce una cuña de conflicto interno perniciosa para que Sánchez libre la batalla por el relato con éxito. Sobre todo con Podemos convertido en el francotirador por antonomasia. Ahora quizá se esté pagando la factura de la exclusión de los morados del Ejecutivo de coalición.
Las diferencias pueden saltar, en realidad, por otros motivos menores. El Pleno del Congreso rechazó por sorpresa este jueves el proyecto de ley para crear la Agencia Estatal de Salud Pública, también con los votos en contra de PP, Vox y Junts. Tanto populares como posconvergentes votaron en contra como represalia a la negativa de la Mesa del Congreso de levantar el veto a las enmiendas aprobadas en el Senado sobre la ley de desperdicio alimentario, registradas por estos grupos y Esquerra Republicana. El lobo tiene la culpa.
Estos episodios parlamentarios no son inocuos y forman parte de la dinámica del día a día. La novedad, sobre todo, es el contexto en el que se produce. El rearme de la Unión Europea se coloca como telón de fondo de este debate incipiente en la vida política española, con un tablero parlamentario convertido en un permanente ring y en una trinchera infinita trufada de superficialidad cuando en realidad, en la disyuntiva europea, las dos grandes familias políticas, los populares y los socialdemócratas, comparten los mismos valores frente al autoritarismo del 'lobo' ruso. El bloque PP-Vox fotografía al Ejecutivo de Pedro Sánchez atrapado por la pinza de Junts, mientras la izquierda reprocha a Alberto Núñez Feijóo ser el rehén de Vox. Los soberanistas catalanes liderados por Carles Puigdemont y la ultraderecha de Santiago Abascal son el 'lobo' al que se recurre para demonizar al adversario. Ya se trate de pactar solo los criterios que posibiliten el reparto de los inmigrantes menores de edad no acompañados entre diferentes comunidades autónomas sobre razones de población, paro, PIB y esfuerzo solidario realizado hasta ahora. Diga lo que diga el acuerdo, la mera presencia de Junts en la negociación se convierte ya en un tóxico que induce al prejuicio y a la imputación automática de xenofobia, esté o no justificado.
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