Octava sesión del juicio conocido como el de la caja B del PP de Valencia. Los acusados han declarado este lunes, en la parte final de la vista, tal y como solicitaron al tribunal. Los principales procesados, Mari Carmen García-Fuster y Alfonso Grau, han ... aceptado el interrogatorio de la Fiscalía. Pero han rechazado someterse a las preguntas de la acusación popular, que ejerce Compromís.
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García Fuster, la que fuera secretaria del grupo, ha explicado su papel en la organización de los populares y cómo funcionaba la contabilidad del partido en el ámbito local. Ha explicado que tenían dos cuentas y desde una de ellas, donde se ingresaban las cuotas de los afiliados, se hacían luego transferencias al PP provincial. «Y luego dijeron que no sabían de esa cuenta», ha protestado.
La acusada ha confirmado las donaciones de personas anónimas que quería colaborar con el PP. Ella luego las ingresaba bajo el epígrafe CyA (colaboradores y allegados). Ha recordado que uno de los donativos estrella -todos se produjeron en 2010- fue de una señora que entregó 100.000 euros. No a ella directamente, sino al grupo.. Lo dejó allí, en un sobre o una carpeta. A preguntas de su defensa quiso revelar el nombre de esta colaboradora: Conchita García Lliberós, una persona «fantástica».
«Yo no sé de dónde saco el dinero». Fuster presume que salía de reuniones que organizaba con otros simpatizantes, pero no podía afirmarlo. Durante el interrogatorio del fiscal, ha precisado que esas donaciones eran absolutamente «legales» y que aquello de que había un recaudador del PP se lo «inventó». Era un estrategia, ha explicado, de liberar la tensión en un momento en que se nos investigaba «a todos y por todo».
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En cambio, a preguntas de su letrado, ha apuntado que podría ser esta mujer una especie de recaudadora. En realidad, cuando en Instrucción adelantó lo del recaudador y no quiso desvelar su identidad, el foco se dirigó hacia Alfonso Grau. En aquel momento la tensión entre Grau y el resto del PP era enorme. Al exvicealcalde siempre se le ha acusado de impulsar la investigación del pitufeo como venganza por 'cargar' con el caso Nóos en solitario.
La acusada, además, preguntada por el dinero en efectivo que guardaba en sobres en su casa y que fue decomisado por la Guardia Civil, ha señalado que, en concreto, había dos sobres: uno de ellos con «estrenas» y con unos 3.000 euros, y otro con unos 1.100 euros que procedían del dinero cobrado de la pedrea de unas papeletas de la lotería.
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La declaración de Alfonso Grau ha sido algo más ordenada. Con una tranquilidad a prueba de cualquier juicio de corrupción, ha ido definiéndose casi como una figura sin importancia en todo el organigrama del PP. Y eso que era el coordinador de campaña, pero eso se limitaba « a que iba a hablar con los concejales, me decían las ideas que tenían para la siguiente legislatura y yo las ponía por escrito...».
El exdirigente no tenía, según él, poder de decisión. Únicamente lo que hacía era trasladar órdenes que se le transmitían desde el comité de campaña, un órgano por otra parte en el que participaban decenas de personas y no siempre y en todo momento. Imposible determinar la procedencia directa de esas órdenes.
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Si Grau no ordenaba nada, mucho menos los pagos a Laterne ahora bajo cuestión. «Iba para alí y decía qué se había decidido». «Iba a Laterne para decir cosas que se iban a hacer, transmitía el acuerdo que se había tomado», repetió. Preguntado por quién pagaba a Laterne, regresó a la indefinición: «Imagino que lo pagaría el grupo o el partido, no lo sé. Yo no encargo nada». El que fuera mano derecha de Rita Barberá ha explicado que él no sabía ni siquiera el presupuesto de la campaña del PP.
Respecto a este particular, además, ha querido subrayar que el PP nacional no puede controlar toda una operativa relacionada con los municipios y las campañas electorales. «Muchas veces es el propio candidato el que paga la campaña».
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El exvicealcalde, en definitiva, lo ha negado todo. Entre sus negativas, el hecho de que diera 350.000 euros en efectivo a Jesús Gordillo, para el pago de la campaña electoral. «Me quedé estupefacto» respecto a las declaraciones, las primeras que efectuó, donde le inculpaba como cerebro de la financiación ilegal del PP. Recordó como su mujer en aquel entonces asistió en el parto a la esposa de Gordillo y, a partir de ahí, su pareja le pidió que apoyara la carrera de este hombre.
También negó ser amigo de Vicente Sáez, el hombre que estaba al frente de Laterne. «Yo era amigo de su padre, que trabajaba de anestesista en el mismo hospital que yo». Todo esto, claro, antes de sumergirse en el mundo de la política.
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