El amigo de los yates y aviones de Zaplana, investigado ahora en una estafa a un banco

El juicio del caso Erial no es el único problema que arrastra Nomdedeu en su currículum judicial. El empresario está siendo investigado por un juzgado de Madrid por una estafa a una entidad bancaria. El asunto se encuentra todavía en una fase intermedia de las diligencias, pero ya se han producido declaraciones en sede judicial. Entre ellas, la del propio protagonista.

Al parecer, la práctica ilegal consistía en obtener financiación del banco con la presentación de facturas por servicios inexistentes. La sociedad, administrada de facto supuestamente por el amigo de Zaplana aunque legalmente figura otra persona, presentaba en el banco una supuesta factura para que la entidad le adelantara el dinero -siempre con una pequeña comisión- que presuntamente la empresa iba a recibir en un plazo determinado.

Pero luego, al menos en este caso, el dinero no llegaba por esta vía ni por cualquier otra, lo que ha motivado la respuesta judicial del banco. Se trata de una fórmula que utilizan algunas mercantiles para financiarse a bajo coste. La idea suele funcionar siempre que dé tiempo a reponer el dinero antes de que llegue el día que vence la factura. Pero esto no ocurrió en el caso que analiza un magistrado en Madrid.

Nomdedeu es protagonista de una de las situaciones más rocambolescas de las analizadas en el caso Erial, el embargo de un barco del puerto de Altea. La embarcación, conocida como 'Naikamo', estaba valorada en cinco millones de euros. Tenía capacidad para 16 personas y para una docena en el caso de que se pernoctara. En 2009, tras la crisis, el barco, operado bajo la fórmula de leasing, se convierte en un problema. No se pagan las cuotas y las autoridades se llevan el yate. El acusado negó que él fuera una pantalla para ocultar el verdadero uso de la embarcación que correspondía a Zaplana, siempre según la tesis del fiscal.

Durante el juicio, el empresario explicó que había contratado una especie de paquete de horas de vuelo privadas porque tenía mucho clientes extranjeros a quienes llevaba a Ibiza para ver las promociones de su empresa. Esto le permitió ceder parte de esas horas para desplazamientos del expresidente igual que, según él, hizo con otras amistades.

Igual de sorprendente resulta la operación en la que Zaplana interviene frente a un alto directivo de Bancaja para que la empresa de su amigo, Promivola, obtuviera una posición ventajosa en la negociación con el banco. De hecho, finalmente obtiene la liquidez que perseguía, cerca de tres millones de euros de la caja valenciana. Parte de ese dinero sale en un cheque para el expresidente, pero también para la empresa holandesa Nathan, una de las mercantiles bajo las que operaba Fernando Belhot, fiduciario confeso del exministro.