Antifraude adelgaza su estructura y recorta cinco plazas

La catástrofe del 29 de octubre permitió a Antifraude terminar el año de forma plácida. De hecho, la comparecencia de Beut en Les Corts se aplazó sin fecha. Algo similar al encuentro que pretendía mantener con la prensa para explicar su hoja de ruta. Beut, pues, lleva cerca de medio año sin explicar su proyecto. No se le conocen entrevistas y tampoco declaraciones.

Ahora, en estos últimos días de diciembre, ha aprovechado para recortar cinco plazas de la Agencia. Entre ellas, una de periodista. Se trata del enlace del que disponían los medios de comunicación para recibir información del organismo. Se desconoce quién se encargará ahora de esta cuestión relacionada directamente con la voluntad de transparencia que exhibe una entidad. Alguna de las plazas afectan a personas que habían sido cesadas, pero en definitiva supondrá un recorte de la plantilla.

La Agencia ha arrastrado dificultades para completar su Relación de Puestos de Trabajo desde su inicio. Algunas fuentes achacaban esta circunstancia a la figura de Joan Llinares, el director de la Agencia.

La llegada de Beut se produjo tras un cambio de la ley precisamente para favorecer el nombramiento de un director y que esta cuestión no encallara en Les Corts con el consiguiente bloqueo de la institución. Su primera decisión fue una purga de dos altos cargos, Gustavo Segura y Teresa Clemente, los principales colaboradores de su antecesor. En la justificación de estos ceses, por ejemplo, se relataba un anómalo funcionamiento de la Agencia con procedimientos al margen de lo establecido, secretismo de determinados documentos y una excesiva colaboración con la Fiscalía Anticorrupción. Este exceso, que se traduce en periciales para conocidos casos de corrupción, llevaba a que los profesionales no pudieran dedicarse a la tramitación de las denuncias ordinarias, siempre según la versión de Beut.

La nueva dirigencia también eliminó el Código Ético de la institución y anunció que se adherirá al de Les Corts. Compromís y el PSPV habían concentrado sus esfuerzos de oposición en el organismo por las medidas de Beut y la opinión de que las directrices venían impuestas por el PP. En realidad, ningún partido, salvo en su momento Podemos, fue un defensor a ultranza del organismo. No contó con el respaldo de ninguno, pero pese a todo salió adelante.