El acuerdo que firmaron el pasado 7 de julio la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), el Institut d'Estudis Catalans (IEC) y la Universitat de les Illes Balears para colaborar «en un modelo normativo de la lengua común» tiene un trasfondo que ha llevado por primera vez a la AVL a aceptar la unidad de la lengua catalana.
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El texto final es la consecuencia de un acuerdo anterior suscrito por las secciones filológicas de los entes catalán y balear y por la AVL en su totalidad. Un documento que se firmó a principios de año y cuya exposición de motivos comienza así: «Las tres instituciones asumen la unidad de la lengua catalana, denominada valenciano en el territorio de la Comunitat Valenciana».
Es la primera vez que el ente normativo del idioma valenciano acepta que el catalán se sitúa en un estadio superior, un detalle que provocó el voto particular en contra de cuatro académicos -Alfons Vila, Artur Ahuir, Àngel Calpe y Abelard Saragossà- al documento firmado por su presidente, Ramón Ferrer.
Un análisis elaborado por Saragossà y rubricado por Calpe y Ahuir destaca que la exposición de motivos «da a entender que lengua catalana es el nombre general y valenciano una denominación local». Estos tres académicos entienden que la colaboración entre los entes es positiva y el acuerdo es un paso más para normalizar las relaciones entre las instituciones, aunque defienden que se debía de haber hecho en igualdad de condiciones. Además, no hubo ni una sola opción para modificar el texto propuesto para tratar de darle protagonismo al idioma valenciano. «No se permitió la participación de los académicos de base. Se ha presentado al pleno la propuesta como un texto inmutable, casi un mes después de haber sido aprobado por la sección filológica, que había que aceptar o rechazar sin la posibilidad de tocar una coma», señalan en su informe para justificar su voto particular.
Los académicos que rechazaron el acuerdo entienden que el punto de partida en el que se basa el documento final recoge la asunción de que todo se engloba bajo la denominación de «lengua catalana» y que el valenciano se queda en un espacio más residual, alejado del espíritu de los acuerdos a los que se había llegado en años anteriores. Además, defienden que el título podría haber sido «Acuerdo de cooperación para una normativa lingüística coordinada» en lugar de «Acuerdo de cooperación para una normativa inclusiva y unitaria».
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Junto a la «unidad de la lengua catalana» otro de los puntos polémicos del texto firmado a principios de años -no se pudo ratificar antes por la pandemia de coronavirus- es que se presenta al Institut d'Estudis Catalans como el órgano de referencia. «En cualquier caso, que la Acadèmia firme un documento en el que se dice que otra institución es el referente normativo para normativo para toda la lengua contradice la ley de Creación de la AVL cuando habla de la posibilidad de establecer relaciones horizontales, y no de subordinación, da argumentos a los que reclaman la derogación de la Acadèmia por considerarla innecesaria», señalan, al tiempo que advierte de que la AVL no tiene la capacidad legal para ceder a otras entidades la competencia normativa delegada. «Encontramos que este punto es susceptible de ser considerado incluso un fraude de ley», apuntan, al tiempo que piden que se acepte con naturalidad «que nuestra lengua presenta variaciones territoriales».
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