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La Interparlamentaria –la reunión de senadores y diputados del PP– tiene más nombre que contenido. Este año la han celebrado en un conocido restaurante de Alboraia, junto a la playa. El primer día, bandera roja. El segundo, alternó el verde con el amarillo. Pese a todo, Pablo Casado y Cristina Cifuentes –la pretendida cara simpática del PP– no dejaron pasar la oportunidad de mojarse los pies en el Mediterráneo. La gracia de esto reside más en mostrarlo que en hacerlo. Así que se hicieron una foto de semejante aventura. Y a las redes –sociales, claro– que es de lo que se trata. También andaba por allí Fernández Maíllo, ese hombre con cara de controlar el cotarro que ha evitado todo el fin de semana las preguntas.
A Mónica Oltra se le puede criticar en muchas facetas, pero el ingenio es uno de sus puntos fuertes. No dudó el viernes en calentar el ambiente. Avisó a los del restaurante que vigilaran a los del PP, que están acostumbrados a irse sin pagar. El recuerdo del congreso en Feria Valencia aún escuece entre las filas populares. Y Bonig, ayer, no pudo resistirse y entró al trapo. «Que trabaje que para eso le pagan los valencianos», vino a decir. Y le recordó las deudas de su Conselleria.
Estaba por aquí también Javier Arenas. La ventaja es que es fácilmente reconocible para periodistas y curiosos. Lleva en el PP toda la vida. Este finde ha demostrado que improvisa bien desde el atril, pero sus chascarrillos no hacen mucha -ni poca- gracia. El viernes dijo: «Algunos dicen que son el partido de la gente. Y yo digo, ¿y nosotros de quién somos? ¿De los ovnis?». Silencio en la sala. Ayer volvió a la carga con los dichosos extraterrestres. De nuevo, silencio.
Las mesas redondas que se han celebrado estos días –retos demográficos, presupuestos y coordinación de las autonomías– tampoco han despertado el interés de los asistentes. Ni siquiera media entrada en un ya de por sí reducido auditorio. En cambio, hay quien disfruta haciéndose fotos. La diputada valenciana María José Ferrer San Segundo ha liderado este aspecto. Cifuentes y Albiol han sido de los más solicitados.
Llegó Rajoy en el AVE de las 11.24, lo que suponía que en seis minutos debía plantarse desde la estación en la playa, según el horario inicial de la Interparlamentaria. Imposible. Así que el plan, como siempre ocurre en saraos de este tipo, se incumplió. Empezó con más de media hora de retraso. Tras los discursos, Rajoy se comió un arroz con algunos ministros y la cúpula del PP y PPCV.
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