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Pleno de Les Corts. Txema Rodríguez
El 28-A augura una legislatura turbulenta en la Comunitat Valenciana

El 28-A augura una legislatura turbulenta en la Comunitat Valenciana

El tablero de las elecciones deja votaciones muy ajustadas, poco espacio para el consenso y una relación difícil tanto en el bloque del Consell como en la oposición | Las luchas internas por el poder en los partidos y la mínima diferencia entre la izquierda y la derecha garantizan años de tensión política

- Burguera

Valencia

Lunes, 6 de mayo 2019, 01:09

Los resultados electorales del pasado domingo tendrán un traslado a Les Corts que no aventura precisamente la continuidad de un clima de cierto 'entente cordiale' entre todos los partidos. Tras la legislatura en la que se han aprobado más leyes. Después de cuatro años en los que se han batido el récord de declaraciones institucionales (firmadas por todos los grupos parlamentarios) de temas que iban desde el trigémino de los problemas en la Comunitat (el paro, la violencia de género, la financiación..) hasta los asuntos más mundanos. Pasados esos años, el ecosistema del hemiciclo amenaza con alterarse de manera severa.

La discrepancia entre los socios del Botánico será más castigada si se produce, lo cual debería ser más complicado al implicarse todo el tripartito en el Consell, pero no dejará espacio para la discrepancia entre los socios de izquierdas. Las travesuras botánicas pasadas serán ahora más fácilmente penalizables por una oposición renovada y más afilada. Precisamente, esa reconfiguración del bloque contrario al Botánico tampoco será una novela rosa. Los tríos suelen deparar conflictos, y no sólo entre los progresistas, y más cuando el liderazgo de la terna está en juego entre un partido que da la sensación de ir hacia arriba (Cs) y otro acosado por un aparente declive (PP). El nuevo actor político, Vox, no da la sensación de que se incorpore con ganas de pasar desapercibido. En el nuevo parlamento, el que parpadee se lo pierde. No hay margen para el error. En las votaciones del pleno, en las comisiones, todos los parlamentarios serán necesarios. Las mayorías cualificadas para sacar adelante proyectos de enjundia o renovar cargos institucionales en entes estatutarios que precisan de consenso se pueden convertir en una especie en peligro de extinción con los ajustados equilibrios de fuerzas establecidos por las elecciones.

Al margen de los problemas para establecer consensos en un hemiciclo con muchas cuentas pendientes cruzadas, en cada grupo parlamentario cocerán sus propias habas. El que mejor controle el fuego del guiso saldrá mejor parado, pero no será fácil que en todos los fogones se logre cogerle el punto a asuntos políticos que se gestionarán como batallas internas que, sin duda, actuarán como condicionantes de los debates y las votaciones.

Los socialistas son los que, a priori, han logrado un resultado que les garantiza una situación más placentera. El PSPV es el partido más votado, ha incrementado tanto su número de escaños como la diferencia respecto a su rival en la izquierda, Compromís. Sin embargo, más pronto que tarde, la figura del probable jefe del Consell, Ximo Puig, puede asemejarse a la del 'pato cojo'. Así se denomina en Estados Unidos al presidente que va a dejar el cargo y no tiene posibilidad de reelección. Puig anunció en el Congreso Nacional del PSPV celebrado en Elche que no optará a la reelección como líder de los socialistas. Será necesario, pues, un sucesor. Novias y novios no faltarán. La tribuna de oradores de Les Corts es un excelente escaparate, y la cúpula orgánica del partido está instalada en la bancada socialista de la Cámara. La sucesión puede derivar en movimientos internos que propicien la defenestración, proyección o congelación de los diputados del PSPV.

Los resultados de Compromís el pasado 28 de abril no fueron malos, pero tampoco nada buenos. La coalición no creció en representación y habrá que verse el reparto de consellerias para, a partir de ahí, poder maniobrar de cara al futuro. La formación econacionalista está formada por tres siglas políticas, entre las cuales al menos una, Iniciativa del Poble Valencià, liderada por Mónica Oltra, tiene la intención de mantener su propia personalidad como partido. El liderazgo de Oltra no está puesto en duda. De momento. Sin embargo, Compromís está habituado a convivir con unas tensiones internas propias de una unidad siempre frágil. El Bloc ha respetado el ascendente de la hasta ahora vicepresidenta con la excusa de priorizar la gestión en el Consell. Si en algún momento esa labor del Ejecutivo se deteriora, si la estabilidad del Gobierno valenciano no se mantiene tan firme como en la pasad legislatura, en la coalición nadie se quedará quieto. Ni callado. Entre los nacionalistas del Bloc hay dos sensibilidades políticas muy marcadas, así como un relevo generacional pendiente de rematarse. Hay mar de fondo a la espera de una tormenta.

Si hay un partido que ha registrado un serio correctivo el pasado domingo es el PP. Los populares deberán gestionar esa situación en un grupo que adelgazará drásticamente. Menos personal, menos diputados. Es decir, despidos y pérdida de músculo político. En un escenario político tan cambiante, la situación puede transformarse en apenas unos meses. El PP hace un recuento y señala que por unos 4.000 votos no le ha arrebatado tres escaños al bloque del Botánico. Quizá lo que hoy parece negro se torna blanco en unos meses, pero de no ser así, Isabel Bonig tendrá que mostrar mucha voluntad para que no se larve algún tipo de oposición interior que postule una alternativa a su liderazgo.

Podemos, donde nunca nadie parece conforme con los liderazgos, contará con un grupo parlamentario con 'invitados'. La diputada Rosa Pérez Garijo, de EU, nunca fue conformista. Si las decisiones de un Consell en el que se presumiblemente se integrarán los podemistas no encajan en los esquemas de sus heterogéneos diputados, la convivencia puede ser muy complicada.

Relación menos confiada entre los socios de la izquierda

Los socios del Botánico hicieron de la necesidad virtud en la pasada legislatura. Desde la oposición se les vaticinaba un escaso futuro en común. Decidieron escenificar una cordialidad no exenta de un tono edulcorado, con los afectos siempre en boca de todos. Sin embargo, la cruda realidad llegó en forma de adelanto electoral. Puig consideró que el auge de la derecha era mayor amenaza en mayo que en abril, y puso en práctica un anhelo, el suyo, de singularizar las elecciones autonómicas valencianas. Compromís se situó en contra mientras que Podemos dio su visto bueno. En el inicio de la pasada legislatura, tanto podemistas como nacionalistas barruntaban la posibilidad de un sorpasso. Los socialistas han demostrado manejar mejor los resortes internos y externos. La coalición liderada por Oltra se preparaba para captar el voto decepcionado de los simpatizantes de Podemos, algo que no ocurrió en la medida calculada por la coalición al simultanearse las elecciones nacionales y autonómicas. Ahora, los tres saben que se enfrentan a rivales duros, que no se dejarán comer el terreno. Ya se conocen, todos han comprobado cómo se las gastan sus compañeros... y rivales. Puig, además, ha cobrado ventaja política gracias a sus buenos resultados el domingo. Oltra felicitó a Puig por WhatsApp al día siguiente. Compromís ya ha comprobado que si quiere ser algo más que una comparsa de los socialistas deberá cambiar la estrategia seguida hasta ahora. Podemos deberá modificarla también por fuerza ahora que va a entrar en el Consell y comenzará a ensuciarse las manos con la gestión. Confianzas, las justas.

Sin margen para discrepar entre los botánicos

Las votaciones entre Cs y PP frente a las iniciativas del Botánico llegaron a contar hasta con 15 escaños a favor de la izquierda durante la legislatura pasada tras la marcha de cuatro diputados de Cs. Ahora, la diferencia son cinco escaños. No hay apenas margen. Entre 2015 y 2019, PSPV, Compromís y Podemos han chocado en ocasiones. Sin ir más lejos, el caso más reciente por mantenerse vivo hasta el último día de la legislatura, la modificación del estatuto de expresidentes de la Generalitat, en el limbo tras negociarse durante cuatro años, haber pasado por una bochornosa votación fallida en un pleno de Les Corts y no lograr consensuarse más que teóricamente. El tripartito se ha dividido en varias ocasiones. La primera vez, casi en el arranque de la legislatura, cuando el tratado de libre comercio con Canadá propició una votación fracturada entre socialistas, podemistas y nacionalistas. La capacidad para fisurarse sin romperse tuvo uno de sus momentos culminantes en la votación contra las enmiendas a la totalidad de la Ley de Acompañamiento para los presupuestos autonómicos de 2018, propuestas que presentaron PP y CS y antes las cuales se posicionaron en contra PSPV y Compromís. No así Podemos. De no ser por las dotes negociadoras de Mata con los cuatro tránsfugas de Ciudadanos, esa disensión se hubiese pagado cara. En la nueva legislatura, las filas deberán estar muy prietas, a pesar de que el nuevo escenario político incitará a los desaires por uno y otro lado. El margen para el error y la discrepancia será mucho menor.

La irrupción de Vox garantiza posiciones muy enfrentadas

Les Corts estrenará esta legislatura unas nuevas siglas políticas. Los recién llegados son Vox, un equipo de diez diputados. El 'Grupo Salvaje', como en la película de Sam Pekinpah, así los ven en la izquierda. Los voxistas no han entonado un discurso precisamente autonomista y sus premisas no auguran precisamente amistades entrañables entre los botánicos. Tampoco es que se les presuma un enorme 'feeling' con sus compañeros de la derecha, si se tiene en cuenta que buena parte de la merma de diputados populares puede atribuirse al grupo que liderará José María Llanos. Si Vox mantiene las arremetidas contra la 'derechita cobarde', el bloque votará junto pero no revuelto. Los voxistas, además, deben hacerse notar para seguir creciendo, y eso implica una diferenciación respecto a sus compañeros de bloque. En su discurso electoral hay poco hueco para el Estatut, que ha sumado consensos entre izquierda y derecha hasta que Ciudadanos decidió desmarcarse a última hora. Previsiblemente, Vox lo haga desde el principio. Algo parecido puede esperarse del derecho foral valenciano. La actitud frontal de los voxistas respecto a la izquierda, sin demasiados distingos entre socialistas, nacionalistas de Compromís y podemistas, permite prever escasas declaraciones institucionales. El reparto de puestos, en muchas ocasiones cinco, tanto en instituciones estatutarias como en la propia Mesa de Les Corts, dejará fuera a Vox por deseo de la izquierda y necesidad de PP y Cs, lo que tendrá respuesta.

Cantó y Bonig se juegan el liderazgo de hoy y de mañana

Unos 4.000 votos según los cálculos del PP (en función de la distancia a la que se han quedado de los socialistas para quedarse con tres de sus escaños), y unos 40.000 papeletas si se mide por la diferencia entre los dos bloques, es lo que ha separado a Bonig y Cantó de ser oposición a convertirse en socios de Consell. Pudieron trabajar como presidenta y vicepresidente, pero no. Tendrán que convivir en la oposición y en la rivalidad permanente.

La líder del PP deberá aguantar la presión por unos resultados malos, y quizá por un proceso de digestión, a nivel valenciano y a nivel nacional, aún por concluir. La cabeza visible de Ciudadanos acaba de llegar y casi triunfa. Se ha situado por delante de Compromís. De repente se ha convertido en una amenaza más que real para el PP. Puede convertirse en el nuevo partido de referencia para la derecha valenciana. O no.

Tras cuatro años viendo a Ciudadanos descomponerse internamente en Les Corts, Bonig deberá medirse en el bloque de la oposición con un grupo que ha crecido y que aspira a conquistarle el territorio viniendo desde el centro, Ciudadanos, sin despreciar la amenaza que supondrá la rivalidad con otro partido, Vox, que pretende también ganarle espacio, pero viniendo desde la derecha del propio PP. Se verá si Bonig acaba emparedada o logra romper la pinza. En cualquier caso, la situación promete movimientos tácticos interesantes.

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