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El azote de la gestión privada
Carmen Montón

El azote de la gestión privada

Montón consigue una cartera en el Gobierno pese a los cambios de posición protagonizados respecto al presidente

LAURA GARCÉS

Miércoles, 6 de junio 2018, 00:36

Atrás quedan las dudas sobre si su cambio de posición respecto al líder nacional del PSOE -cuando era perdedor- y su aproximación al valenciano Ximo Puig podrían haberle pasado factura hasta quedar descabalgada en la carrera al Consejo de Ministros. Las incógnitas se han despejado. Cuando Carmen Montón dijo -hace un año- que cambiaba de posición «por coherencia» debió convencer a los suyos de entonces y a los de hoy: pudo mantenerse en el gobierno valenciano y ahora ha alcanzado el de España. Es ministra de Sanidad.

Cuando Sánchez perdió las elecciones el nombre de Montón parecía haberse desdibujado en el horizonte de la carrera política de una mujer de Burjassot licenciada en Medicina y Máster en Estudios Interdisciplinares de Género por la Universidad Juan Carlos I que ha sido consellera de Sanidad Universal y Salud Pública desde junio de 2015 en el gobierno valenciano liderado por el socialista Ximo Puig.

Consellera de marcado perfil político, esa ha sido una de las grandes fuentes de críticas entre profesionales y usuarios de la sanidad. No pocos han visto en el suyo un trabajo alejado de la gestión sanitaria y con profunda carga ideológica. Fue diputada de la octava, novena y décima legislaturas en el Congreso y afiliada a las Juventudes Socialistas desde 1992. En sus propias palabras, la lucha por la igualdad ha marcado su vida política.

La polémica que generó en el IVO obligó a que el presidente del Consell tuviera que mediar para alcanzar un acuerdo

Su labor se ha caracterizado -cosechando no poco desacuerdo- por la oposición a la colaboración público privada en el ámbito sanitario, aunque no han faltado ejemplos de un doble discurso. Mientras ponía gran interés en la reversión de los hospitales públicos de gestión privada, en otras cuestiones ha mantenido las externalizaciones. Ahí están las derivaciones a clínicas privadas para frenar las listas de espera.

En abril llevó a la práctica la acción que anunció nada más llegar al Consell. Era la gran conquista que ansiaba, cita clave en su agenda para la legislatura. Quería recuperar la gestión de los centros sanitarios del modelo Alzira. Y hace dos meses consumó la primera reversión, la de La Ribera. Deja sobre la mesa el futuro de otros hospitales como el de Dénia para el que anunció el Consell su regreso a la gestión directa.

La polémica la acompañó en otra ocasión hasta el punto de que el presidente del Consell tuviera que intervenir para calmar los ánimos, cuando abordó el cambio de modelo para la derivación de pacientes al Instituto Valenciano de Oncología. Su posición respecto a la colaboración con la fundación la llevó a olvidar que estaba ante una institución admirada por la sociedad. Provocó protestas de ciudadanos que gustaron poco en el Consell obligando a la mediación del presidente. Pero Montón nunca se consideró desautorizada.

No se ha librado del desacuerdo por su interés de dejar al Hospital de Manises (modelo Alzira) al margen de la derivación de enfermos de otros centros sanitarios a cirugía cardíaca. Profesionales y asociaciones de pacientes vieron que Montón les alejaba la libre elección.

Emprende viaje a la capital de España tras un recorrido jalonado de tropiezos en los tribunales. Propuestas de referencia como la retirada del copago, la universalización de la sanidad a inmigrantes sin papeles, el jubilación forzosa, reparto de medicinas a residencias y el proceso de reversión de los hospitales públicos de gestión privada se han visto cuestionados hasta llegar a sede judicial. Algunos de estos asuntos han supuesto importantes varapalos para su gestión. Pero ha seguido incluso superando las diferencias con Mónica Oltra, la vicepresidenta del Consell y titular de la conselleria de Igualdad, departamento que algunos apuntan que en era el que a Montón le habría gustado gestionar.

Deja pendientes la reactivación de la antigua Fe, obra que ha sufrido ya distintos retrasos. Espera la ampliación Clínico, para la que ha dado algún paso y aguarda el plan de recursos humanos que tras aprobarse en marzo de 2017 no se ha ejecutado con disgusto de los sindicatos.

Hábil para trasladar mensajes sabe responder y huir de hacerlo. El último intento, ayer. Al preguntarle si iba a ser ministra en nada dejó traslucir si estaba pendiente del teléfono, aunque se hacía difícil pensar que no. Dejó abiertas todas las puertas. No se mojó. Dijo «no lo puedo contestar hoy». Pese a esa cautela añadió que la pregunta era «reflejo de que en el Gobierno valenciano hay buenos ejemplos de las políticas del cambio». ¿Las suyas? Horas más tarde se entendió. Se sentará en un Consejo de Ministros del que también forma parte José Luis Ábalos, de cuya elección «por prudencia» no se pronunció.

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