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La Comunitat Valenciana tiene un extenso catálogo de fiestas populares entre las que destacan las Fallas, Les Fogueres y las Fiestas de la Magdalena, por su tamaño e implantación entre los vecinos de las tres provincias. De ahí que ese arraigo y participación multitudinaria en ... buena parte de estos eventos, sea elemento nuclear de los programas electorales de los partidos políticos. Saben que los ciudadanos, en un ambiente de distensión están más receptivos a determinados mensajes y que algunas fiestas trascienden de la mera celebración a toda una parte de la cultura popular de las raíces valencianas. De ahí que los partidos siempre hayan querido tener ramificaciones en el mundo de la fiesta que puedan ayudarles a infiltrarse en colectivos muy valiosos a la hora de sacar las urnas a la calle. Así que las formaciones llevan, además, años, pescando en casales, barracas o gaiatas para convertir a los principales referentes de estas celebraciones en concejales, diputados o altos cargos.
La última en dar el paso de la fiesta a la política ha sido esta pasada semana la Fallera Mayor Infantil de Valencia en 2006, la ahora periodista Núria Llopis, que irá en las listas del PSPV al Ayuntamiento de Valencia el 28 de mayo. Un perfil independiente políticamente, pero ligado al mundo de la fiestas en la ciudad de Valencia, más allá de su arraigo con las fiestas josefinas. La ha elegido Sandra Gómez, la líder socialista local, para incrementar el perfil independiente y poder sumar a parte de un colectivo que puede reconocer a Llopis como una de los suyos. Si gobierna, quiere convertirla en la responsable de Cultura Festiva. Una jugada que, sin embargo, ni es nueva, ni siempre tiene los efectos que las formaciones esperan.
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Una de las primeras personas en cruzar la pasarela que separa las fiestas de la política actual, en este caso, las Fallas, fue Sandra Climent, Fallera Mayor de Valencia en 1997. La máxima representante de las fiestas de ese año pasó unos años por el gabinete del entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, un precursor en eso de pescar en la fiesta. Cliement se convirtió en diputada autonómica entre 2003 y 2007 con el PPCV. Una trayectoria similar a la que vivió la socialista Trini Amorós, pero con las Hogueras de Alicante. La actual concejala del PSPV fue la máxima representante de las fiestas de San Juan en 1991 y ocupó puesto en la lista autonómica en 1999. Después, pasó por la subdelegación del Gobierno en Alicante, por las oficinas del Síndic de Greuges y por la Conselleria de Sanidad, para recalar, en la actualidad en el grupo municipal socialista del Ayuntamiento de Alicante. También del puesto de Bellea, pero en 2005, dio el salto a la Generalitat con el PPCV Laura Chorro. La alicantina fue nombrada directora general de Familia y Mujer en la última legislatura de Francisco Camps y antes había ocupado puesto como concejala en el Ayuntamiento de Alicante.
También del primer escalón de las Fallas, como máxima representante de la fiesta en Valencia en 2018, llegó al Ayuntamiento de Valencia Rocío Gil. La actual concejal y diputada provincial en la Diputación de Valencia, recaló en Ciudadanos tras un reinado desde el balcón del Consistorio. Un edificio que ahora pisa a diario como edil de la formación naranja.
En Castelló de la Plana, tres cuartos de lo mismo. La Reina de las fiestas de la Magdalena de 2012, María España, colgó el traje de máxima representante de la festividad para concurrir a las elecciones municipales de 2015 en la lista del PP al Ayuntamiento de la capital. Unos pasos que, en su día, también siguieron sus antecesora en el puesto de la fiesta de las gaiatas de 1984, Marta Gallén, que llegó a ser vicealcaldesa y concejala de Turismo en el mismo Ayuntamiento, o Carmen Albert, máxima representante de la Magdalena en 2004, que acabó ocupando plaza de edil con el entonces alcalde del PP Alfonso Bataller.
Pero, al final, las representantes del mundo de la fiesta, vengan de la que vengan, no son sino la incorporación de perfiles independientes a los partidos. Caras conocidas que pueden arrastras a otro tipo de votante y romper las barreras entre la izquierda y la derecha que, a veces, en determinados colectivos, se puede diluir. Ese es el objetivo de las formaciones. Pescar en otros caladeros, en las tradiciones. Pero este tipo de fichajes siempre encuentra gran resistencia interna dentro de la vida orgánica de los partidos políticos. Aunque para los dirigentes suponen un aliciente porque permiten abrirse a la sociedad civil y evidenciar que los políticos pueden ser uno de los nuestros.
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