Benavent, sobre el call center: «Mi exsuegro se volvió loco, quizá pensó que se le podía desmontar algo»

El exgerente ha insistido en su segunda y, de momento, última versión, el relato ahora exculpatorio de algunos de los principales acusados en la trama al que añade su confesión de que sólo pretendía hacer daño -«cuanto más mejor»- al PP. «Rus no intervino», ha comenzado en referencia al call center. 

Benavent ha recordado la encomienda de gestión que encargó la Diputación. «Imelsa se puso a trabajar, yo no entraba en los motivos políticos de esa decisión». De toda la gestación de este asunto ha sido tajante: «No sé nada más». A partir de ese momento, se ha desentendido. «Es el consejero delegado el que se encarga». También de elegir los responsables de la mesa de contratación, según su versión.

Benavent ha explicado que en el seguimiento del call center sí tenían responsabilidad. Tanto el funcionario Salvador Deusa como la responsable de Recursos Humanos, Marían Escrihuela, debían encargarse de comprobar que el servicio funcionaba y el personal recibía su remuneración. «Ella me comunicó que el sistema tenía deficiencias». Todo eso generó una «tensión» a nivel interno. «Pedimos informes a Servimun y a empresas externas».

«Con Mariano López en ese momento no había relación». Benavent acababa de separarse de su mujer, pero ha señalado que fue una ruptura sin conflicto. «No sé en este momento qué le pasó, quizá pensó que se le podía desmontar lo que tuviera, que yo lo desconocía». Sin citarlo se ha referido al cobro de casi 200.000 euros que recibió López desde la adjudicataria. Producto de esta situación de incertidumbre, «se volvió loco, se lo tomó como algo personal».

A partir de ahí, ha recordado que sin su consentimiento «cogió el disco duro y se lo llevó a Rosa Pérez». La actual consellera de Transparencia era en aquel momento diputada provincial de EU y fue quien denunció la macrotrama de corrupción.

La Fiscalía ha solicitado al titular que dé lectura a las declaraciones que Benavent prestó durante la instrucción cuando aún sostenía la primera versión, aquella en la que, profundamente arrepentido, quería confesar toda la corrupción en la que participó.

En ese testimonio, prestado en diferentes fechas en Instrucción 18, relataba que su suegro ejercía de contacto con Alfonso Rus para el amaño del call center y cómo se utilizaron a funcionarios de confianza, como Salvador Deusa, para perpetrar el supuesto fraude. Las defensas en bloque han formulado protesta por la decisión del tribunal de dar lectura a esas declaraciones.

Benavent ha precisado que algunas de esas comparecencias no son de la pieza que se está enjuiciando ahora. Y respecto a las que sí hacen referencia, las ha vinculado a su inicial estrategia de causar el mayor daño posible.

Ricardo Francisco de Ángel, un histórico de la Diputación de Valencia ha sido la otra comparecencia de la jornada. Se ha desligado por completo de todo el proceso de adjudicación del call center y ha negado que trabajara en Imelsa. De igual modo, ha rechazado cualquier tipo de relación con los principales acusados en la causa, como Alfonso Rus, Benavent o el exsuegro Mariano López.

De Ángel estaba destinado al servicio de gestión tributaria y firmaba las facturas que le llegaban porque era receptor del servicio. En relación con las de este asunto, ha señalado que las firmaba y se entregaban en Imelsa. En su declaración ha aceptado que firmó el informe de valoración de la oferta técnica y económica porque era el «receptor del servicio» y confiaba en el trabajo de los técnicos.