El socialismo valenciano divisa ya a lo lejos –finales de este año si la pandemia lo permite– la celebración del XIV congreso nacional del PSPV. Una cita para renovar la dirección del partido, que pilla a los socialistas valencianos en la presidencia de la Generalitat, pero en una situación política delicada, con el virus poniendo en duda la eficacia de la gestión desarrollada desde la Generalitat, las relaciones con los socios del Botánico en crisis y una actividad, la del partido, absolutamente invisibilizada.
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Las primeras maniobras congresuales destapan la ausencia de una mayoría orgánica clara en el partido. El secretario general y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ha incorporado a su equipo a algunos cargos socialistas a los que se le atribuye capacidad de influencia a nivel local y comarcal. Movimientos dirigidos a ampliar los respaldos con los que acudir al congreso. Tal y como avanzó ayer este diario, el entorno del líder del PSPV trabaja ya en la captación exprés de nuevos militantes, voluntad inequívoca de que el actual nivel de respaldo entre los afiliados no garantiza el éxito en el congreso.
La otra gran referencia de poder en el seno del socialismo valenciano, referenciada sobre el secretario federal de Organización, José Luis Ábalos, como principal referente del sanchismo, también ha logrado sumar algunas incorporaciones a las instituciones que encabeza, bien el propio ministro de Transportes, bien la delegación del Gobierno que encabeza Gloria Calero.
El margen de desgaste, no obstante, está situado sobre las espaldas de Puig. Reelegido secretario general en el congreso de 2017 en Elche, el presidente valenciano ya ha anunciado su disposición a volver a optar al cargo a pesar de haber comprometido su palabra entonces a no hacerlo. Puig ha venido sosteniendo que el liderazgo orgánico y el institucional deben ir unidos, razón por la que está dispuesto a optar a la reelección.
Sin embargo, los frentes sobre la mesa del líder del PSPV amenazan su horizonte político más inmediato. A la evolución de la pandemia, se suma la cada vez mayor brecha con los socios del Botánico –Compromís y Podemos– o incluso la evolución del frente judicial que afecta a su hermano Francis Puig y sus socios del cártel de las productoras. Amenazas que pueden debilitar el liderazgo del jefe del Consell y que, a día de hoy, llevan ya a algunos cargos del partido a plantear la posibilidad de optar por una bicefalia.
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¿En qué términos? La posibilidad de compatibilizar el liderazgo orgánico y el institucional no es nueva en el socialismo valenciano. A nivel provincial, Mercedes Caballero ocupa el liderazgo del partido mientras Toni Gaspar ocupa la máxima responsabilidad institucional al frente de la Diputación. Históricamente ha habido otros precedentes a nivel local, e incluso en 1999 el socialismo valenciano tuvo que presentar a un candidato a la Generalitat, Antoni Asunción, que no ocupaba la secretaría general –tras la dimisión de Joan Romero–.
El PSPV tiene a la vista la celebración del congreso nacional –el horizonte electoral autonómico es mucho más impreciso–. Pero el escenario de un eventual reparto de poder está sobre la mesa. Con un horizonte sanitario, social y económico evidentemente crítico, parece «lo normal» –en palabras de un destacado cargo socialista– que Puig sea el único aspirante a la secretaría general. Eso sí, el mismo interlocutor reconoce: «ya veremos lo demás». Y ahí es donde el cartel electoral entra en juego.
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