Bonig no cede y espera que si hay primarias se garantice el voto secreto en el congreso

Isabel Bonig mantiene su determinación de presentarse a la reelección como presidenta del PP valenciano. Pese a las conclusiones que se pueden extraer del acuerdo alcanzado entre los populares de Castellón, por el que la candidata avalada por la dirección nacional, Marta Barrachina, encabezará una candidatura encabeza por la otra aspirante, Carmina Ballester, la líder popular ha trasladado a su entorno que ningún miembro de la dirección nacional le ha trasladado reparo alguno a que opte a la reelección, sino todo lo contrario. Eso, y que espera que el PP valenciano pueda celebrar primarias con voto secreto para elegir presidente del partido.

El acuerdo alcanzado este mismo miércoles en Castellón ratifica la impresión extraída de anteriores congresos provinciales del PP. La dirección nacional viene imponiendo a dirigentes de su confianza y trata a toda costa de evitar congresos de confrontación. En realidad, alcanzar un acuerdo para que haya un único candidato implica, obviamente, que no hay en sí un proceso de votación para elegir al líder.

Sin salir de la Comunitat Valenciana, ni Carlos Mazón tuvo rival en el congreso provincial de Alicante, ni Vicente Mompó lo tuvo en el de Valencia. En Castellón, Barrachina aún tiene en frente a otro candidato, Luis Gandia, aunque está por ver si el concejal de Vinarós aguanta hasta el final el pulso con la alcaldesa de Vall d’Alba.

¿Y el congreso regional? Sin fecha formal para ese cónclave, aunque todo parece apuntar a que se celebrará antes de verano, la líder del PPCV Isabel Bonig mantiene su disposición a optar a la reelección pese al convencimiento de que la calle Génova prefiere que sea Carlos Mazón el que tome las riendas del partido. Bonig insiste en que la única comunicación que ha recibido de la dirección nacional fue hace tres meses, y en el sentido de asumir su voluntad de optar a la reelección. Nadie le dijo entonces que no lo hiciera, y nadie lo ha hecho tampoco desde entonces, pese a los gestos inequívocos que la calle Génova viene enviando respecto a este debate.

El entorno de la presidenta regional insiste en defender las primarias para elegir al líder del PPCV. Ni más ni menos que las mismas primarias que acabaron haciendo presidente nacional a Pablo Casado. Apoyar ese procedimiento, como Bonig ya hizo en aquel congreso, no debería de ser un motivo de fricción con la dirección nacional, que entonces hizo bandera de ese proceso de designación del presidente nacional.

Primarias significa abrir las puertas a la votación de los militantes. Eso sí, siempre con voto individual y secreto. La presentación de avales para la formalización de candidaturas puede arrojar un resultado determinado, pero es en todo caso el de los votos en una urna el que decide finalmente quien tiene más apoyos. Y si bien el aparato del partido puede movilizarse en la recogida de avales, en la votación en urna es la decisión de cada participante el que determina el resultado.

Bonig insiste en su voluntad de optar a la presidencia regional, incluso pese a las voces de su partido que le advierten de los riesgos que corre por enrocarse en su posición. La líder popular recuerda que debe respetarse la democracia interna, y que de la misma manera que está dispuesta a integrar si se alza con la victoria, también advierte que no está dispuesta a pactar antes de ese congreso, de la misma manera que no lo hizo el propio Casado en su día. «Yo ya he tomado una decisión», se le ha escuchado decir en alguna ocasión.

Con la determinación de Bonig sobre la mesa, la dirección nacional se ve obligada a decidir entre forzar la máquina para tratar de que la dirigente popular renuncie -la líder del PPCV ya ha advertido que con ella no valdrá lo de ser presionada con que el partido no vuelva a contar con ella- o replantear de alguna manera su estrategia. Hace pocas semanas, en una entrevista con este diario, la líder del partido en la ciudad de Valencia, María José Catalá admitió que se había entrevistado con el secretario general del PP, Teo García Egea, y que éste le había venido a pedir apoyo para el «mejor candidato» para liderar el partido. El género masculino utilizado por la dirigente popular no fue casual.

Pero dicho eso, en el entorno de la dirección regional se especula con que Génova esté forzando la maquinaria para evitar una votación quizá por el convencimiento de que, en el caso de llegar a ella, Bonig pudiera mantener el liderazgo del partido.

Los próximos pasos a dar se sitúan alrededor del congreso provincial del PP de Castellón. La cita del 8 de mayo no sólo servirá -si finalmente hay un único candidato- para poner en valor los cónclaves de unidad en el PP. También podría ser aprovechado por la dirección nacional para deslizar de nuevo su posición ante el congreso regional y su voluntad de evitar el choque entre candidatos.