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Si alguien piensa que en Les Corts se discute mucho en los plenos y se gritan y tal, deberían poder mirar por el ojo de una cerradura lo que ocurre en una comisión secreta, la única a puerta cerrada. Es la que está dedicada a ... los asuntos internos de la Cámara. Entre ellos, los sueldos de los diputados. No es casualidad que sea secreta. Ahí se están jugando su dinero, y con las cosas de comer no se juega y mucho menos se habla públicamente. No es un asunto precisamente menor. El proyecto presupuestario que el parlamento, pactado por el tripartito, presentó a la comisión de gobierno interior incluía una subida del 4% del sueldo de sus señorías. La derecha no lo veía claro. La tensión se elevó y al final todo saltó por los aires. No habrá subida para los diputados autonómicos, que era mayor incluso que la establecida en el Congreso. Y eso ha desencadenado que salten otros acuerdos económicos vinculados al gasto de personal y de los diputados valencianos.
La bronca y falta de acuerdo provocó una reacción en cadena y también se han roto las costuras del saquito que los partidos cosían secretamente para apañarse un extra destinado a sus grupos parlamentarios y el finiquito de los diputados que se vayan a casa al final de la legislatura. Los que pierdan el escaño no tienen derecho a paro. Al final, y como no se aprobó la subida del 4%, desde el tripartito se ha dado también por muerto un posible acuerdo sobre dos finiquitos muy distintos, el del personal de cada grupo parlamentario en Les Corts (legal y obligado), y el de los diputados que se irán a su casa (sin cobertura legal e impulsado por los propios diputados). Se van «con una mano delante y otra detrás», según ellos, si bien es cierto que anualmente se embolsa, el que menos, 55.000 euros.
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Desde el PP y Vox se consideraba que la subida de sueldo del 4% era un asunto muy discutible, postura compartida por Ciudadanos, y desde la izquierda «no se esperaban» esa posición, según uno de los participantes en la comisión, que acabó entre gritos y comentarios en un tono bastante elevado. «A punto estuve de levantarme e irme, me sentí como si me estuvieran chantajeando», dice una de las personas presentes en una reunión que acabó sin acuerdo. La izquierda, con mayoría, no estaba dispuesta a asumir el coste de aprobar una subida de sueldos si la oposición no lo apoyaba, y esa falta de refrendo provocó un enfado mayúsculo en el tripartito, que además acabó bastante fragmentado porque la opinión entre ellos del asunto incluye muchos matices.
En la comisión se escucharon comentarios condescendientes («tú no lo entiendes porque eres muy joven») para justificar la necesidad de apañar un finiquito para los diputados, medida defendida por el tripartito públicamente, pero que también apoyan entre la derecha, si bien Vox se niega en redondo, ante lo que desde las filas del Botánico sugirieron que quizá esa posición de los voxistas provocaba la traición de algún diputado a título particular. También se dieron interrupciones abruptas («te callas y me dejas hablar»), así como avisos de que «aquí todos nos queremos ir a casa». Y es que la comisión se celebró al acabar el pleno, ya anocheciendo, y la tensión y el cansancio era muy notable hasta quitarse la razón entre miembros del tripartito. «Hubo muchos desprecios y formas impropias de una conversación a puerta cerrada», explica uno de los participantes.
Total, que al final ni se subirán los sueldos de los diputados este año, ni parece que haya capacidad para llegar a un acuerdo en torno a establecer un finiquito para los diputados que no continúen la próxima legislatura, ni para encontrar una fórmula para pagar las indemnizaciones de los empleados de los grupos parlamentarios cuando acabe la legislatura, ni, sobre todo, para cambiar un modelo que aboca a Les Corts (es decir, a los ciudadanos y sus impuestos) a pagar finiquitos de empleados y diputados, ahora y en el futuro.
Una vez se decidió que no se iba a subir los sueldos a los diputados (el incremento salarial suponía un 4% más, unos 250.000 euros), se propuso emplear ese dinero en las indemnizaciones de los empleados de los grupos, algo que apoyó Podemos y Compromís. Sin embargo, Vox se negó y eso provocó que desde el PSPV anunciasen que no continuarán participando en una comisión técnica que, de manera tan secreta como la comisión de gobierno interior, busca el modo legal para que sea Les Corts la que pague los finiquitos que los grupos tendrán que pagar a sus trabajadores cuando acabe la legislatura. Igualmente, en el mismo clima de enfrentamiento, el asunto del paro, o cesantía, destinada a los diputados que se queden sin escaño, también saltó por el aire, si bien este último finiquito no está contemplado en ningún sitio.
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