La Conselleria de Justicia que encabeza Gabriela Bravo ha declarado desierta la designación (de manera directa) de una plaza de la más estricta ... confianza de la consellera socialista. Desde finales de septiembre se pretende encontrar a alguien que ejerza como «secretario/a de conseller/a» en el departamento que dirige la exportavoz del Consejo General del Poder Judicial. No hay manera. O los candidatos no dan la talla o la talla que Bravo reclama para sentarse al otro lado de su despacho es excesiva. El caso es que se busca, y se tendrá que seguir buscando entre el funcionariado de la Generalitat.
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La conselleria en cuestión es indudablemente de una exigencia y excelencia de cinco estrellas. Allí han entrado y salido altos cargos a un ritmo de rotación sin comparación con el resto de consellerias. A pesar de ser un departamento relativamente pequeño (en cuanto a la cúpula política y al presupuesto que maneja, en relación a otras consellerias como Sanidad, Educación o Igualdad), los relevos no tienen parangón en el resto del Gobierno valenciano. Se han registrado cambios múltiples y sucesivos en la Subsecretaría, en las Secretarías Autonómicas, en las Direcciones Generales y hasta en los principales puestos funcionariales. Sin ir más lejos, la actual subsecretaria, Belén Cardona, participa en el concurso público para una plaza que se supone que será para ella (así lo han acordado PP y PSOE) al frente de la Agencia Española de Protección de Datos y que la situará en Madrid, por lo Bravo tendrá que cubrir esa nueva vacante.
El verbo dimitir se conjuga rápido en la Conselleria de Justicia, Interior y Administración Pública. Algunos cambios, como el realizado en la dirección de la Inspección General de Servicio, han acabado incluso en los juzgados, donde la razón se ha decantado a favor de la funcionaria cesante. Sin embargo, las incorporaciones son más costosas. Ya pasó con la secretaria autonómica podemista, Mireia Llobera, que se fue prácticamente sin decir adiós (con la pandemia aún en sus primeras oleadas) y, luego, las luchas internas en el seno del partido morado estancaron su relevo durante meses. Algo similar ha ocurrido ahora con el puesto de la secretaria de Bravo. O secretario. De alto nivel, inalcanzable por ahora y durante los últimos cuatro meses.
El DOGV emite una resolución de la consellera con fecha de 19 de enero de 2022, por la que se declara desierto, por el sistema de libre designación, un puesto de trabajo de naturaleza funcionarial. La plaza se anunció el 29 de septiembre. La Dirección General de Función Pública emitió los requisitos. La Subsecretaría valoró las candidaturas. Y tras todo ello se concluye que las personas candidatas no cumplen unos criterios que son excesivos para el funcionariado aspirante. Se pedía conocimiento y experiencia en la gestión de agenda de altos cargos, en relaciones institucionales y medios de comunicación, y en puestos de nivel similar. Nada. Ni uno. «Las personas participantes no resultan idóneas para el adecuado ejercicio de las funciones», señala la resolución. No debe de ser fácil, por tanto, se trata de un puesto súper exigente que queda vacante y Bravo, por tanto, se queda sin secretario o secretaria.
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