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Casado, a su llegada al mitin en La Pobla de Farnals. J. J. Monzó

Casado elogia el papel de González Pons en pleno debate sobre el candidato a la alcaldía de Valencia

El líder del PP celebra una comida con 700 militantes del PPCV en La Pobla de Farnals

A. Rallo

Valencia

Sábado, 22 de septiembre 2018

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Todo el PP arropó ayer a Pablo Casado en su visita a Valencia. Olvidadas parecen ya las primarias, cuando la dirigencia se posicionó con la exvicepresidenta Sáenz de Santamaría para reconducir la nave. La convocatoria se celebró en un salón de bodas de La Pobla de Farnals. Y lo llenó. 700 militantes se dieron cita en el establecimiento. Ningún peso pesado del PPCV se perdió la ocasión. Extraordinario el poder de convocatoria de Casado.

El aforo, el lugar, y en especial el ambiente de euforia tras conocer el pronunciamiento exculpatorio de la fiscalía sobre su controvertido máster, incitaba a alguna declaración sino de amor, sí de cierto compromiso. Y Casado lanzó algunos guiños. Aparte del de Isabel Bonig, «eres la esperanza del PP para esta tierra», mencionó a todos los cargos valencianos que estuvieron a su lado en el proceso de primarias. Pero, sin duda, al que más referencias hizo y de forma especialmente llamativa fue al eurodiputado Esteban González Pons. Hasta en cuatro ocasiones lo nombró a lo largo de su discurso.

Los halagos se producen en un momento en el que el PP busca un referente para la ciudad de Valencia, que pueda hacer olvidar la comprometida situación judicial del Grupo Municipal, pero que también dé esperanzas a los populares para recuperar la tercera ciudad de España. Un histórico caladero de votos para las siglas conservadoras. Y en ese escenario, ahora que Casado ha empezado a moverse por Europa, puso en valor el trabajo de González Pons como el jefe de la delegación española en Bruselas. «Ahora que estoy empezando a tener una política internacional por lo que no hace el Gobierno de España, allá donde vaya todo el mundo me dice lo que defiende Pons a España», aseveró. Remató con una frase sintomática: «Lo conocen en todo el mundo».

Esa circunstancia, la de ser conocido, siempre ha decantado las decisiones en una formación como la del Partido Popular. Sin duda, el eurodiputado resulta el rostro más reconocible por los votantes del PP, pero también por el resto de ciudadanos. Volvió a dirigirse al parlamentario con el típico: «Siempre barre para Valencia».

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El eurodiputado, al principio de que su nombre sonara en las quinielas, quiso cerrar el debate al subrayar que su sitio estaba en Bruselas y trató de atrincherarse en su puesto en el Parlamento Europeo. De hecho, se ha convertido en el candidato mejor situado para hacerse con las riendas de los conservadores europeos ahora que su actual líder, el alemán Manfred Weber, ha anunciado su candidatura para optar a la presidencia de la Comisión Europea en 2019. Ahora ya guarda silencio, consciente de que la presión del equipo de Casado aumenta su intensidad ante el horizonte electoral.

Tanto el líder del PP como Isabel Bonig insistieron ayer en la necesidad de que se adelanten las elecciones en la Comunitat. Conocer cuanto antes el nombre del candidato puede resultar clave para activar a los votantes y al propio partido.

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Casado pronunció un discurso eminentemente nacional, pero con algunas referencias valencianas como la preocupación de los trabajadores de Ford tras el último globo sonda del Gobierno sobre el futuro de los diésel. También dejó un mensaje al sector turístico y se comprometió, tal y como en su día hizo Rajoy y no cumplió y ahora Pedro Sánchez, con la reforma del sistema de financiación. Aprovechó para criticar la postura de los socialistas, que se manifestaron en la calle contra el PP por un sistema de financiación que ellos mismos aprobaron. Reaccionó de manera airada ante los intentos de Cataluña por introducir a la Comunitat «en parte de esa quimera nacionalista» y presumió del «legado impecable» que había dejado el PP en la Comunitat. Un olvido demasiado deliberado de los asuntos de corrupción que ha protagonizado su partido.

El presidente del PP esquivó las preguntas de los periodistas para evitar cuestiones delicadas sobre el máster. O al menos para lanzar únicamente un mensaje al respecto: «Decía una paisana -en referencia a la exministra de Sanidad, Carmen Montón- que no todos somos iguales, y tenía razón: no todos somos iguales». Ya no hubo más. La sintonía del PP volvió a sonar y Casado fue agasajado con abrazos, besos y fotografías. Como un mítin del PP. Como cualquier boda.

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