El chalé de Pablo Iglesias e Irene Montero, vigilado por la Guardia Civil

Las concentraciones y caceroladas en diferentes puntos de Madrid han continuado por noveno día consecutivo para protestar contra el Ejecutivo central, rodeadas de un amplio dispositivo policial desplegado por la Delegación del Gobierno que se mantendrá en los próximos días para vigilar el cumplimiento de las medidas de seguridad por el coronavirus.

Gritos de «libertad» y «Gobierno dimisión» han sido las proclamas en todas estas concentraciones, que no cuentan con autorización de la Delegación del Gobierno, y en las que los agentes han pedido a los asistentes que mantuvieran las medidas de distanciamiento y que no cortaran el tráfico de las calzadas.

Estas protestas han llegado hasta la casa del vicepresidente, Pablo Iglesias, y la ministra Irene Montero en Galapagar, donde hace días que los manifestantes realizan una cacerolada que pasa por el exterior de su vivienda. Estas concentraciones han llevado a reforzar la seguridad en las cercanías del chalé, según informan fuentes del Instituto Armado.

Algo similar ocurrió en el domicilio del ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos. Según varios vídeos distribuidos en redes sociales, una decena de personas se concentraron con cacerolas en la puerta de la casa del ministro sobre las 21.00 horas, coincidiendo con la protesta con cacerolas contra la gestión del Gobierno.

El escrache en la puerta de las casas de Iglesias y Ábalos ha sido condenado en el Congreso por el PSOE y Unidas Podemos, pero también por el PP. El vicepresidente del PP europeo, Esteban González Pons, que igual que lamentó el «escrache» en la puerta de su casa con los hijos pequeños de su mujer dentro «alentado en la tele por Ada Colau», consideraba «cruel» el escrache en casa de Iglesias. «La familia, y más los niños, no se meten en política. No vale todo. Así, no», escribió al respecto González Pons.