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Burguera
Domingo, 19 de mayo 2024, 00:42
Galicia, País Vasco, Cataluña y Bruselas. ¿Cuál es el nexo de todos estos lugares durante esta primera mitad del año? Las urnas. El ciclo electoral ... que se inició en febrero con los comicios gallegos fue poblándose de fechas y culminará el próximo 9 de enero. Desde entonces, principios de año, el ambiente en la política valenciana se ha ido calentando hasta el punto de que ya no se sabe quién es amigo de quién, socio de cuál, enemigo, aliado estable, eventual o puntual. Los bloques de la derecha (Vox y PP) y la izquierda (Compromís y PSPV) en Les Corts no se mantienen precisamente cohesionados. Ni unos contra otros ni entre ellos mismos. De tal modo que se ha propagado un todos contra todos que en un momento dado puede generar una alianza insospechada (PP y Compromís) si bien en la misma semana los populares, voxistas y socialistas sumen fuerzas contra los nacionalistas (sobre la ampliación del Puerto de Valencia) o los socialistas, nacionalistas y populares se posicionen frente a Vox (con motivo de iniciativas que vinculan inmigración y delincuencia), o que mientras Compromís pacta una ley de Accesibilidad Universal a la que el Consell presidido por el popular Carlos Mazón da luz verde, un diputado nacionalista le reproche al presidente de la Generalitat sentarse junto a un «homófobo», en referencia al vicepresidente Vicente Barrera, cuyo partido, Vox no pierde ocasión de advertir al PP que se ha alineado con el «pensamiento único» en materia medioambiental, lingüística o sobre la violencia de género, si bien en este último punto la izquierda acusa a Mazón de propiciar la financiación pública de entidades que defienden a los agresores de mujeres.
Los colaboradores con los fascistas por la mañana pueden ser socios del progresismo por la tarde. Y los sectarios amigos de Bildu a la hora del desayuno pueden convertirse en oposición constructiva cuando llega la merienda. Es la quinta esencia de esa modernidad líquida sobre la que escribió Zygmunt Bauman. En el caso de la política valenciana, esa liquidez se destila en un zumo de galimatías político con notas y sabores de lo más variopintos. Porque, como ha dicho esta semana Joan Baldoví, síndic de Compromís, «se puede estar en misa y repicando». Una vez la política ha declarado rotas las leyes de la física y de las coordenadas espacio-temporales, cualquier cosa puede ocurrir. Los pactos contra natura proliferan como los acuerdos imprevisibles.
La coexistencia de un Gobierno central en manos socialistas (y de Sumar, con Compromís incluido) con un Consell en manos populares (con Vox de aliado) incrementa la ya de por sí clásica rivalidad entre los dos bloques, de izquierdas y de derechas. El apogeo del ciclo electoral, sin ganadores ni perdedores claros y con esperanzas políticas de todo tipo, ha disparado las combinaciones de enfrentamientos. A veces, también de alianzas.
Si a la clásica rivalidad entre izquierda y derecha, el aditamento de Vox y la recta final del ciclo electoral se le suma la apuesta por transversalidad del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, la complejidad de la trama política aún se intensifica más. El líder del PP en el Consell le ha lanzado varios guiños a Compromís en materia de financiación, y Baldoví se ha mostrado dispuesto a pactar «hasta con el demonio», para enojo del PSPV y desconcierto de los voxistas. El demonio, o sea, Mazón, al que calificó reprochó ser, literalmente, Jekyll y Hyde, o sea, un señor muy amable y un psicópata de manual, todo en términos literarios.
Pactos y rupturas que en muchas ocasiones recuerdan aquella frase (se supone que de Churchill) según la cual «la política hace extraños compañeros de cama», que también podría ser de Charles Dudley Waner, si bien Groucho Marx la enriqueció advirtiendo: «No tanto como el matrimonio».
Carlos Mazón (presidente de la Generalitat y líder del PP) y José Muñoz (síndic del PSPV) se acusaron el jueves mutuamente en Les Corts de vivir en «comunidades paralelas», antagónicas, en algún caso. El trofeo por ser quien más reclama la financiación se lo disputa Compromís con los socialistas y populares en función de la posición en Madrid de socialistas y populares. El PSPV presentó el martes una declaración institucional para frenar anticipadamente «las agresiones de la extrema derecha» con motivo de la campaña de las europeas, ante lo que Barrachina acusó de ser una «fábrica de bulos» a los socialistas, que tampoco se andaron con paños calientes a la hora de calificar al diputado de Compromís en el Congreso de «un nuevo Mulet (el exsenador enfrentado encarnizadamente con los nacionalistas de la coalición valenciana) de marca blanca», afirmación superlativa del síndic del PSPV, José Muñoz, una vez se enteró de que Ibáñez ha preguntado al Gobierno por la agenda «partidista» y de autobombo que el socialista Ximo Puig, expresidente de la Generalitat, mantiene en la Comunitat mientras se supone que ejerce de embajador de España en la OCDE. Ibáñez, una copia barata. Por el camino del consenso hasta bordear el precipicio.
Para muestra, un botón. O varios. En las votaciones del pleno de esta semana ya se ha pudo ver a socialistas y voxistas situándose contra iniciativas de populares y nacionalistas de Compromís, una filigrana en las posiciones que eleva al máximo lo que Zapatero denominó «geometría variable», o sea «cosas de la política y de la formación de las mayorías», según el expresidente socialista del Gobierno.
Y si hay que izar la bandera LGTBI, Compromís pacta con el PP, que a su vez se desmarca de Vox mientras que el PSPV se abstiene para no situarse junto a los voxistas, si bien había señalado previamente que su posición sería de rechazo. Y luego ya no. La flor y nata del todos contra todos ya se vivió en una comisión de Justicia celebrada el 9 de mayo.
«Pues bien, obtenido el consenso en el no consenso, cerramos la sesión de esta comisión», zanjó el presidente de la comisión parlamentaria en Les Corts, el voxista José María Llanos, una vez se logró el dudoso mérito de no aprobar nada de nada. Cuatro puntos a debatir y cero puntos acordados. En el primer punto, los cinco diputados del PP apoyaron una iniciativa que la izquierda la rechazó y donde Vox se abstuvo. En el segundo punto, la media docena de socialistas y nacionalistas sufrieron el rechazo de populares y voxistas. En el tercero, los dos voxistas se quedaron solos porque el PP sumó sus votos a la izquierda. En el cuarto, a Compromís le respaldaron los socialistas pero la derecha la votó en contra. En dos horas y media despacharon todos los puntos y todo acabó mal, un final tan aciago como el desarrollo de las negociaciones entre los partidos en Les Corts para renovar las entidades institucionales.
Mazón y la secretaria general del PSPV, Diana Morant, no llegaron a ningún acuerdo en su primera reunión, el pasado 2 de mayo, ni sobre la financiación ni en relación a ese desbloqueo de la renovación de órganos como la Sindicatura de Comptes o el Consell Jurídic Consultiu. Para Morant, tal y como señaló ayer: «PP y Vox son lo mismo». La ministra apaga el fuego con su lanzallamas.
Compromís y PSPV advierten que no habrá modo de avanzar en la aprobación de los nuevos consejeros si Vox participa en las negociaciones. Ese veto prácticamente impide al PP sentarse en la mesa a negociar, a no ser que vaya a dejar al margen del reparto de puestos a sus socios en el Consell, lo que parece poco probable. Tan improbable como alcanzar un acuerdo. También es cierto que a la izquierda no le hace falta la derecha para entrar en conflicto. La irrupción de Morant, ministra en el Gobierno de Pedro Sánchez, complica la relación entre socialistas y populares, pero tampoco ayuda a la del PSPV y Compromís, ya que los nacionalistas valencianos pretenden marcar un perfil propio frente a las decisiones de un Gobierno central muy ajeno a la agenda valenciana. Respecto a la renovación de la Agencia Antifraude, en Compromís apuestan por un candidato, el número tres de la AVAF y favorito del director saliente, Joan Llinares, que los socialistas dejan en cuarentena, mientras el PP espera acontecimientos y Vox asegura que ellos sí darán su voto a ese único candidato.
El nuevo capítulo de este tira y afloja desde las cuatro esquinas de los partidos políticos con representación parlamentaria en Les Corts se vive mañana, último día para presentar enmiendas a las cinco proposiciones legislativas presentadas por PP y Vox. Compromís y PSPV han presentado cada uno sus enmiendas por su lado. Populares y voxistas negocian hasta el último minuto si sus enmiendas serán conjuntas o cada uno las presentará por su parte, y luego ya se verá cada uno lo que vota.
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