Burguera
Martes, 30 de enero 2024, 00:13
En el PSPV se pretendía evitar la escenificación de una batalla interna de cara a la sucesión de Ximo Puig, que culminará en el congreso extraordinario que se celebrará el último fin de semana de marzo. Sin embargo, entre los socialistas hay hambre ... de poder y sólo un puesto, el de la Secretaría General del partido, desde donde se puede saciar. Este lunes se oficializaron dos candidaturas. La de Carlos Fernández Bielsa, alcalde de Mislata y líder provincial de la formación en Valencia; y la de Alejandro Soler, secretario general en la provinica de Alicante. Ellos dos presentaron formalmente en la sede autonómica del PSPV su deseo de liderar el partido durante una mañana gris. A mitad de tarde, Diana Morant, ministra, debutó en Gandía, la ciudad en la que fue alcaldesa, como aspirante. Son tres. Solo puede quedar uno vivo (políticamente hablando). O una. Viva. Habrá lucha interna, se espera que políticamente correcta, pero batalla, al fin y al cabo, entre iguales, o al menos, entre socialistas.
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«Que comiencen los Juegos del Hambre y que la suerte esté siempre de vuestra parte». Así daba por iniciada la competición Effie Trinket, personaje escolta de los tributos del Distrito 12 en la película de 'Los Juegos del Hambre', inspirada en el best seller de Suzanne Collins que convierte en espectáculo una brutal batalla por la supervivencia en medio de un mundo hostil. El grado de brusquedad del proceso de renovación del PSPV se irá elevando a medida que pasen los días. Se pretende no pasar del nivel de la disputa elegante, pero no hay que descartar puñaladas traperas. Porque no sería la primera vez que ocurre. Siguiendo con el paralelismo, Diana (nombre de la diosa de la caza en la mitología romana, siempre escenificada con un arco, como la protagonista de 'Los Juegos del Hambre') Morant es la favorita del Capitolio. Es decir, de la dirección autonómica y nacional del partido. Sin embargo, su puesta en escena inicial denota improvisación. Ni ella ni los que la rodean (supuestamente, el oficialismo del PSPV y PSOE, aunque ella pretenderá desprenderse de esa etiqueta) esperaban que finalmente Soler y Bielsa no le presentarían batalla. Pero sí. Haberla, hayla.
Durante algo menos de dos meses, los tres aspirantes deberán seducir a los cerca de 17.500 votantes socialistas de la Comunitat.
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Bielsa ha acudido a la sede del PSPV en Valencia a las 10 de la mañana escoltado por cerca de 200 militantes, que han abarrotado pasillos y escaleras. Alcaldes como el de Sagunto, Burjassot o Godella, y socialistas rasos, militancia de infantería, anónimos, se han situado detrás del alcalde de Mislata cuando ha señalado su deseo de representar al partido. Bielsa ha ofrecido un «cambio tranquilo», ha asegurado respaldar sin fisuras las políticas de Sánchez «pero seremos reivindicativos» en lo relativo a la Comunitat, un discurso autonomista.
El alcalde de Mislata, preguntado por si se siente un «señor de la guerra», expresión utilizada el sábado por Pilar Bernabé, delegada del Gobierno y número dos del PSPV para señalar aquello que el partido debe rechazar en estos momentos, ha precisado que él es «un señor de paz».
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Ha defendido que el partido necesita un «cambio tranquilo» que genere un «liderazgo propio y autónomo» y parta desde la «experiencia actual del municipalismo» y el «protagonismo de la militancia».
«Esta no es una decisión precipitada, viene de un proceso de maduración personal, de reflexión largamente meditada, después de pulsar el sentir de la militancia y responder a sus demandas para mejorar nuestro partido», ha asegurado Bielsa, quien aspira a ser el nuevo secretario general de los socialistas valencianos «convencido» de que puede ser «un activo para el PSPV, para el PSOE y para el Gobierno y Pedro Sánchez», con quienes pretende «trabajar al unísono para desbancar a la derecha de las instituciones».
La maquinaria socialista «necesita reformularse» e «impulsarse políticamente», porque en los años de Puig al frente del partido, y de la Generalitat, el PSPV estuvo «más preocupado por gobernar esta comunidad de forma honorable», ha indicado Bielsa: «Necesitamos un modelo de partido moderno, integrador, de suma, que genere confianza en la ciudadanía». El alcalde de Mislata, como también hizo Soler posteriormente, insistió en la necesidad de un relevo «tranquilo», un debate «normal». Todo muy bien, «desde la generosidad», si bien todos se miran de reojo, aunque todos, el primer Bielsa, aseguran que pretenden «contribuir con la militancia de base a hacer un partido más fuerte, más unido, más solvente y más auténtico». Todo mucho mejor con las primarias, aunque paradójicamente se negoció hasta el último minuto de la semana pasada para evitarlas. Las negociaciones más intensas fueron entre Soler y Morant.
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Bielsa se convirtió en líder provincial tras desbancar a Mercedes Caballero con la ayuda del sector de Puig en la provincia de Valencia. Esa alianza circunstancial con la cúpula del PSPV en la Comunitat no ha perdurado. El alcalde de Mislata no se sintió precisamente acompañado cuando intentó convertirse en presidendete de la Diputación de Valencia, que se le escapó de las manos en el último momento cuando Jorge Rodríguez (Ens Uneix) percibió que Puig no permitiría a Bielsa maniobrar con libertad. En apenas seis meses, Bielsa ha pasado de erigirse como el gran favorito y heredero a luchar a la contra y sin que esté muy claro si cuenta con los suficientes apoyos como para sostener el pulso de Soler y Morant. Quizá por ello Bielsa acudió este lunes a la sede del PSPV rodeado de militancia.
Alejandro Soler, ha aparecido a las 11 de la mañana de este lunes en la sede del PSPV de Valencia. El dirigente ilicitano se ha desplazado 180 kilómetros para oficializar su candidatura y comenzar ya a marcar territorio. Fue el primero en admitir su deseo de liderar el partido. Este lunes ya ha demostrado un estilo directo. Crítico con la cúpula dirigente del socialismo valenciano, abiertamente «en sintonía» con Bielsa y señalando las debilidades que supondría que Morant se situase al frente del PSPV: «Ser ministra dificulta, hurta mucho tiempo».
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«Tienes responsabilidades en un marco geográfico nacional, lo cual dificulta el día a día. Pero no es que sea imposible, aunque hace falta un equipo te apoye más», ha advertido Soler respecto a la idoneidad de que una ministra de un Gobierno cogido con alfileres y en permamente estado de alarma pueda, a la vez, ser la secretaria general del PSPV. Un partido, sobre el que Soler ha señalado la necesidad de mejorar muchas dinánicas de funcionamiento.
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Soler ha pedido «más ecuanimidad», y «más coordinación» con la militancia y las direcciones comarcales y provinciales. «Más» que actualmente. Preguntado por las negociaciones llevadas a cabo hasta la fecha, el exalcalde de Elche ha dado por sentada la «imparcialidad» de Ferraz, ha negado que la condición de ministra de Morant se pueda interpretar como un respaldo de Sánchez ha su candidatura («aquí somos todos militantes rasos»), si bien ha admitido que ceunta con más puntos de conexión, o sintonía, con Bielsa, por ejercer ambos de secretarios provinciales.
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«Yo creo que la toma de decisiones de una manera compartida, para que el PSPV se coordine en toda la Comunitat y no tenga una dirección única que emita, sino que reciba y que comparta. Esta es la forma que yo planteo de organizar el partido para que el resultado sea mucho más ecuánime y compartido por toda la organización», ha defendido Soler.
El secretario general del PSPV en Alicante alcanzó el liderazgo del partido en la provincia tras enfrentarse con Toni Francés, el candidato más próximo a Puig. Soler, a la contra de la cúpula autonómica y siempre sanchista, defiende la necesidad de conservar el espíritu por el cual el líder nacional del partido ganó contra todo pronóstico al aparato del PSOE: que sea la militancia la dueña de las decisiones del partido. Próximos a él, los más afines al exministro José Luis Ábalos, así como un sector de Castellón, el encabezado por Ernest Blanch, que fue descabalgado del liderazgo provincial por un ajustado margen a favor de Samuel Falomir, hace ahora dos años.
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La ministra Diana Morant, exalcaldesa de Gandía, ha elegido su municipio para hacer su puesta de largo como candidata a liderar el PSPV tras la 'Era Puig'. Morant apela a la unidad, tal y como hace Puig desde que en diciembre anunció su retirada, y huye de la etiqueta de favorita por estar respaldada tanto por la dirección autonómica como nacional del socialismo valenciano y nacional. La ministra transita como un miembro del Gabinete de Sánchez (porque lo es), habla como los dirigentes de nuevo cuño del PSPV (porque lo es) y recibe el trato de una persona próxima a Puig (porque lo es), a Sánchez y a las preferencias oficiales del partido. A pesar de todo ello, Morant huye de la etiqueta del oficialismo porque fue precisamente en la Comunitat desde donde Sánchez retomó su camino para recuperar la secretaria general del PSOE tras el Comité Federal en el que fue obligado a dimitir por un nutrido grupo de dirigente socialistas entre los que se contaba Ximo Puig.
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Morant se ha presentado en Gandia en un acto organizado por el propio PSPV de la localidad de la Safor. Fuentes cercanas a ella señalan que cuenta con el apoyo de Sánchez, así como reconocen que no pensaba tener que enfrentarse a nadie en unas primarias. Fuentes de las otras candidatura admiten compartir esa sensación de que la ministra no se esperaba afrontar a dos rivales. Quizá por ello no cuenta con un equipo ya configurado. Si bien es cierto que Vicent Mascarell, diputado provincial y concejal (de Gandia, precisamente), ya ejerce como uno de los miembros de su equipo de campaña, en la que colaboran miembros de la vieja guardia del PSPV de Puig como el que fuera número 3 del partido, José Manuel Orengo, muy cercano a la ministra.
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La ministra se encuentra en mitad de una contienda interna imprevista. Que suceda algo que ni ella ni las cúpulas dirigentes del PSOE y del PSPV no esperaban ya es un indicativo de que el proceso incluye un componente de azar o de falta de control por parte de las cúpulas orgánicas. No es un buen comienzo, aunque lo importante no es cómo empieza la partida, sino cómo finaliza.
Diana Morant se subió este lunes a un escenario en la plaza elíptica de Gandia tras enviar por email la documentación para ser candidata para liderar el PSPV. La ministra ha apelado a su condición de exalcaldesa («siempre lo seré») y al espíritu ganador de Pedro Sánchez en un mitin en el que repitió el nombre del presidente del Gobierno y líder nacional del PSOE cerca de una docena de veces. Morant fue presentada como la primera mujer que opta a la secretaría general del PSPV, lo cual es estrictamente cierto y, de ganar, rompería con la anomalía que supone que ninguna socialista haya liderado el partido en la Comunitat.
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La ministra ha apuntado a la victoria electoral en 2027, en contraposición con el discurso de Soler, que durante la mañana recordó que las primarias son para elegir al secretario general, y no al candidato a las futuras elecciones autonómicas. Morant apuesta por un discurso hacia fuera, ganador y muy vinculado a la figura de Sánchez, sin mención alguna a las primarias ni a cuestiones vinculadas con el funcionamiento del partido.
Mensaje muy vinculado a las urnas, sin apenas menciones a posibles problemas del partido, a su renovación o a cuestiones orgánicas. La ministra se mostró orgullosa de la gestión del Gobierno, al que pertenece, y rememoró cuestiones como el salario mínimo, la renta o la revalorización de las pensiones. Sin menciones a sus rivales porque, obviamente, Morant estaba dirigiéndose a una audiencia que no podía interpelarla con preguntas incómodas o vinculadas al proceso de primarias (tanto Soler como Bielsa comparecieron ante la prensa durante la mañana de ayer) y a los cuales anunció que «hoy comienza un viaje para ganar las elecciones de 2027», para lo cual pidió el «permiso» de los socialistas de la Comunitat.
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«Os pido la misma valentía que tuvo Pedro Sánchez cuando al día siguiente de que se perdiesen las elecciones autonómicas levantó la bandera del socialismo y ganamos las elecciones a la derecha», reclamó Morant, quien llamó a «superar la división, las nostalgias y mirar al futuro. Debemos tener el ánimo, la fuerza y el hambre necesario para plantar cara a la derecha». Hambre.
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