La ciudad de Alicante es, para los socialistas valencianos, uno de esos frentes abiertos a los que les convendría poner solución antes de la campaña electoral de 2023. El cartel electoral del PSPV para aspirar a la alcaldía de esa ciudad resulta toda una incógnita a poco más de un año para las elecciones municipales. Y Alicante tiene el peso poblacional lo suficientemente importante como para que el resultado de las municipales, que previsiblemente coincidirán con las autonómicas, resulte capital no sólo para recuperar esa alcaldía, sino también para las opciones de la izquierda de mantener la hegemonía electoral en la Comunitat.
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El candidato socialista a la alcaldía de Alicante en 2019 fue Francisco Sanguino. Una decisión directa del líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, después de algo parecido a un casting en el que, uno tras otro, hasta media docena de posibles aspirantes fueron desfilando y, uno tras otro, todos acabaron rechazando la oferta.
Sanguino, entonces director del Teatro Principal, aceptó encabezar la lista del PSPV para tratar de desbancar al popular Luis Barcala de la alcaldía. Y no sólo no lo consiguió, sino que además su gestión a lo largo de estos tres años ha sido lo suficientemente invisible como para que se le considere amortizado y se busque una alternativa a toda prisa.
Lo cierto es que entonces, como ahora, el problema del PSPV alicantino parece estrechamente relacionado con el control político que sigue ejerciendo el veterano Ángel Franco (1945). Una influencia que, a juicio de las fuentes socialistas consultadas por este diario, le permiten seguir teniendo un peso determinante en la composición de las listas, en la designación de los asesores y hasta en el control de las decisiones políticas que afectan al partido en el término municipal. "Todo pasa por sus manos, y así no hay nada que hacer", se comenta. La reelección de Miguel Millana como secretario general del partido en esa ciudad no es ajena a esta realidad.
Franco pone y quita, y así es muy complicado encontrar cartel electoral para la ciudad de Alicante. Durante los últimos meses se había venido especulando con el nombre de la hasta este lunes consellera de Sanidad, y a partir de ahora nueva portavoz de los socialistas en Les Corts, Ana Barceló. La dirigente socialista, natural de Sax y con una probada capacidad de trabajo, dispondría de un perfil lo suficientemente consolidado como para optar a la alcaldía con un nivel de conocimiento lo suficientemente estimable como para competir con el alcalde Barcala. Además, su opción contaría con el visto bueno de Ángel Franco.
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En contra de la opción de la nueva portavoz socialista, el hecho de haber asumido precisamente ahora esa nueva responsabilidad -que tendría que abandonar en unos meses para dedicarse por completo a la campaña municipal-, así como las razones que llevaron a Puig a prescindir de sus servicios como consellera, vinculadas a su extraordinaria sobreexposición pública por la gestión de la pandemia.
Barceló resulta, no obstante, la opción más fiable para los socialistas valencianos de cara a tratar de recuperar la alcaldía que tuvo que dejar Gabriel Echávarri en abril de 2018 tras ser condenado por prevaricación -delito recientemente ratificado por el Tribunal Supremo-.
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Con todo, el casting de posibles candidatos, a imagen de lo que ocurrió hace ahora tres años, ya ha empezado. Y entre los posibles nombres que circula se incluye el de la nueva consellera de Innovación y Universidades, Josefina Bueno. La exsenadora socialista, incorporada por Puig en su gabinete para asumir los mandos de la única conselleria con sede en Alicante, tiene ante sí la misión de poner en valor la gestión del tripartito en esa capital, un objetivo que a juicio de las fuentes consultadas por este diario, su antecesora en el cargo Carolina Pascual se quedó muy lejos de lograr.
En las quinielas para asumir el cartel electoral del PSPV figura, como ya ocurrió hace tres años, Ana Berenguer, directora general de Análisis de Presidencia de la Generalitat e hija del histórico Luis Berenguer. A la alto cargo del Palau se le atribuye incluso la disposición para asumir esa responsabilidad, aunque las fuentes consultadas por este diario sostienen que su falta de visibilidad en la capital alicantina pueden suponer un problema, tal y como el propio Puig entendió que ocurría en 2019.
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A la relación de nombres sobre los que se especula hay que unir el del nuevo presidente del Puerto de Alicante, Julián López. El ex director general de la Sociedad Estatal de Infraestructuras del Transporte Terrestre (SEITTSA) y ex secretario autonómico de Modelo Económico y Financiación está considerado como una de las cabezas mejor amuebladas de su partido. Pero resultaría sorprendente que después de haber sido designado para su cargo en el Puerto hace sólo dos meses, pudiera ahora cambiar de cargo para pelear por la alcaldía.
Lo variado de los aspirantes y la incertidumbre respecto a quién asumirá ese cartel electoral disparan los análisis respecto a cómo gestionará Puig una decisión en la que podría jugarse buena parte de las opciones de seguir al frente de la presidencia de la Generalitat. Una circunstancia en la que, no obstante, siempre aparece invariable una clave: la de que la decisión deberá contar, sí o sí, con el visto bueno de Ángel Franco.
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