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'Mazón, dimisión', 'Mazón, dimisión'. El Congreso de los Diputados coreaba este jueves en sesión plenaria la misma consigna que miles de manifestantes han venido gritando en distintas manifestaciones por las calles de Valencia en los últimos meses. El desgaste de la figura del president de la Generalitat, multiplicado con el último auto de la jueza de Catarroja que instruye la causa, no parece tener vuelta atrás. Mazón y sus más estrechos colaboradores aseguran querer resistir pese a que la presión comienza a resultar insoportable. lo ocurrido en el debate de la creación de la comisión de investigación sobre la gestión de la dana no es más que un anticipo de por dónde pueden ir los trabajos de esa comisión y cómo de asfixiante se puede tornar el ambiente político para los populares.
Paradójicamente, quien debería de estar asumiendo un papel de alternativa al líder del PP valenciano, la secretaria general del PSPV y ministra de Ciencia Diana Morant, tampoco ha logrado consolidar su imagen, después de que los vaivenes de su estrategia respecto a la respuesta política que requiere la crisis por la gestión de la dana también haya distanciado a su partido de Compromís.
Cuatro meses y medio después de que la dana arrasara media provincia de Valencia y dejara a su paso 228 muertos, el capítulo de la búsqueda de responsabilidades políticas se ha visto condicionado por el último auto de la jueza que instruye la causa. Citar a declarar como imputados a la exconsellera Salomé Pradas y al exsecretario autonómico de Emergencias Emilio Argüeso eran decisiones que se daban por descontadas.
Pero el ofrecimiento a Mazón para declarar voluntariamente como investigado en la causa, tras un relato que señala la responsabilidad de la administración autonómica por no avisar a la población del peligro y que descose el del Consell sobre las responsabilidades de los organismos de la Administración central a la hora de facilitar información al Cecopi, ha acabado por acentuar la debilidad del president. La situación del jefe del Consell vuelve a ser asunto de apertura en los medios de comunicación nacionales, y algunos de ellos ya han solicitado formalmente esta semana su salida inmediata del cargo.
La presión es para Mazón, pero también o incluso más para Alberto Núñez Feijóo. El líder nacional de los populares ha dejado entrever en las últimas semanas su creciente incomodidad con la situación del líder valenciano. Su última versión sobre lo ocurrido el 29 de octubre, cuando confirmó que no llegó al Cecopi hasta las 20.28 horas, ha dejado al descubierto no sólo un retraso injustificable, sino también un apagón de hora y media o dos horas en su agenda –las que van desde el final de esa comida en El Ventorro hasta que llegó a L'Eliana- que siguen sin haberse justificado ¡cuatro meses y medio después!
En Génova, además, se extiende el temor de que esas dos horas 'en blanco' tengan un contenido poco defendible y que pueda estallar en un periodo breve de tiempo. De hecho, algunas fuentes aseguran que la información sobre la ubicación del presidente en ese periodo de tiempo –la Generalitat ha venido sosteniendo que el jefe del Consell estaba en el Palau- podría estar en poder de la Moncloa, que estaría dispuesta a detonarla cuando fuera más conveniente. Los colaboradores del jefe del Consell entienden que esa teoría no es más que un intento de forzar a Feijóo a adoptar una decisión con el líder del PPCV. «Mazón es el único que está. Sánchez ni está ni se le espera», se alega.
El dirigente gallego no mueve ficha por ahora. Puertas afuera, el auto conocido esta semana que hace responsable a la Generalitat por inacción el día 29 «no ha cambiado nada» de la situación de Mazón. Pero lo cierto es que la presión mediática sobre el presidente valenciano, asediado por los medios de comunicación a cada acto público de su agenda, y sobre el propio Feijóo, al que se le interpela con reiteración sobre el futuro de Mazón, se han incrementado hasta límites insoportables. Tanto que algunos medios apuntan a un relevo «inminente» del dirigente valenciano, que Génova no obstante no confirma hasta la fecha.
La eventual salida de Mazón dejaría la vía abierta a un debate que ya se plantea en algunos círculos, el de la identidad del nuevo aspirante a la Generalitat, dando por sentado que Mazón no convocaría elecciones anticipadas –que ahora mismo podrían dejar a la derecha valenciana sin el Gobierno regional-. El nombre de la alcaldesa de Valencia y diputada autonómica María José Catalá suena con reiteración como la mejor aspirante posible en un escenario que ella misma ha dicho descartar. También circulan los nombres de otros diputados populares. Fuera Catalá o cualquier otro parlamentario, el voto de los 13 diputados de Vox sería imprescindible para sacar adelante una investidura.
El futuro de Mazón, zarandeado por unas explicaciones poco sostenibles sobre su ausencia del Cecopi, limitada su capacidad para volver a situar el debate en la responsabilidad de los organismos del Estado, y cada vez más presionado por Moncloa y por la izquierda para que deje paso, debería de ser una oportunidad niquelada para que el PSPV, como principal partido de la oposición, volviera a erigirse en alternativa de referencia. La oportunidad política que se le abre a la izquierda, y a los socialistas valencianos en particular, a raíz de la deficiente gestión política de la dana por parte de la administración popular, debería disparar las opciones de la formación que lidera la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant.
Y sin embargo, no parece que esté siendo así. De hecho, Morant viene protagonizando una suerte de vaivén en su planteamiento de una alternativa política a Mazón que, lejos de consolidarla como referencia, viene agrietando su imagen como gestora solvente. Este miércoles, la líder de los socialistas valencianos se desmarcaba de la posición de Compromís y rechazaba de forma tajante la posibilidad de presentar una moción de censura contra Mazón. «Sería inútil y generaría frustración», proclamó en su comparecencia ante la ejecutiva de su partido.
Rechazar la moción de censura impulsada por la coalición nacionalista era mucho más el objetivo que ese anuncio de pedir formalmente la convocatoria de elecciones anticipadas. El PSPV se venía sintiendo actor secundario del discurso marcado la formación que encabeza Joan Baldoví. Había que romper con ese escenario, y se rompió. Aunque para ello se optara por reclamar una convocatoria electoral que, igual que la moción de censura, cuenta con pocas o ninguna posibilidad de salir adelante.
Morant cambió de posición, después de haber dejado en el aire durante días su apoyo a una moción de censura. Ni ella ni ningún cargo de su partido pusieron en cuestión esa posibilidad, hasta que la líder socialista la enterró esta semana. «Nunca he propuesto una moción de censura», dijo el jueves para tratar de disimular un cambio de criterio más que evidente.
La líder socialista, en los cuatro meses y medio que van desde la dana del 29 de octubre, ya ha protagonizado algunos cambios de criterio significativos. Su posición inicial –confirmar el apoyo de su grupo de Les Corts a los presupuestos de la Generalitat de 2025, se transformó poco después en la petición de dimisión de Mazón, y mudó más tarde a la petición a Feijóo para que apartara a Mazón. Por el camino, planteó la posibilidad de conformar un Consell técnico para llevar a la Comunitat a elecciones. Después, acarició la posibilidad de presentar una moción de censura y finalmente, por ahora, se ha decantado por la solicitud de elecciones anticipadas.
Morant, que parece responder siempre más a la estrategia de Moncloa que a los intereses del PSPV, ha tropezado además con el inoportuno debate orgánico abierto en su partido con motivo de los congresos provinciales, y en particular el de Valencia. La líder del PSPV medió para forzar una paz entre los dos aspirantes –el líder provincial Carlos Fernández Bielsa y el alcalde de Ribarroja Robert Raga- y evitar la repetición de votaciones en algunas localidades que habían sido impugnadas por posibles pucherazos. La mediación evitó el desastre, aunque para ello la dirección provincial se vaya a mantener en manos de Bielsa, el dirigente al que el aparato del PSPV había tratado de tumbar.
La gestión de la dana tampoco ha servido, en apariencia, para reforzar la popularidad de la dirigente socialista, según el CIS una absoluta desconocida para la mayoría, incluidos los votantes socialistas. Morant, que mantiene un escuálido equipo de colaboradores, ha tenido que compatibilizar su agenda de ministra con las visitas a Valencia. Nada que ver con la presencia permanente en la Comunitat de la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, figura emergente en el socialismo español, elevada por Sánchez a la dirección federal y, para algunos cargos socialistas, referencia de futuro a tener muy en cuenta en el PSPV.
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Óscar Beltrán de Otálora e Isabel Toledo
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
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