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El pasado 28 de mayo el centro derecha valenciano recuperaba la hegemonía electoral en la Comunitat. El PP de Carlos Mazón, con 40 escaños, y Vox, con otros 13 diputados, suscribían con celeridad un pacto de Gobierno que permitía la investidura como presidente del ... líder de los populares. Hace pocas semanas de aquello. El nuevo Consell desde entonces ha anunciado ya la bonificación del Impuesto de Sucesiones y Donaciones y algunos otros decretos, y viene nombrando, no sin dificultad en el caso de Vox, a los miembros de su segundo escalón.
Gobiernan PP y Vox, o lo que es lo mismo, la izquierda valenciana está en crisis. El anuncio esta misma semana de un ERE en la plantilla de Podemos y del cierre de diversas sedes, incluida la de Valencia, es el mejor retrato de las consecuencias del batacazo electoral de hace dos meses y medio. La pérdida de poder institucional abre un periodo de incertidumbre en PSPV, Compromís y Podemos, sólo condicionado por la posibilidad cierta de que Pedro Sánchez pueda volver a sacar adelante su investidura.
Porque si Sánchez se mantiene en La Moncloa, la sordina se impondrá en la crisis de las tres formaciones. Se impondrá o tratará de imponerse. Con el PSOE al frente del Gobierno central, con el apoyo de Sumar, Compromís y todos los partidos nacionalistas, la pérdida de representatividad de los firmantes del Botánico en la Comunitat se ve difuminada. A Ximo Puig no se le oye hablar de la situación del PSPV, fuera de la Presidencia de la Generalitat con todo lo que eso supone, sino de la expectativa de que Sánchez forme Gobierno y de su afán por reformar el Senado. Con Joan Baldoví pasa algo parecido. Podemos, por su parte, bastante tiene con tratar de trascender de la plataforma Sumar de Yolanda Díaz.
Las íncognitas que se abren en los tres partidos están vinculadas a otras variables, de renovación de liderazgo, de definición del proyecto político e incluso en el caso de Podemos, de supervivencia.
El PSPV está pendiente de lo que ocurra con Pedro Sánchez. Si el líder del PSOE mantiene la presidencia del Gobierno, el debate orgánico en el PSOE se esfumará. Antes al contrario, la remontada del líder socialista –claramente derrotado el 28-M y capaz sin embargo el 23-J de obtener un resultado que le da esperanzas de seguir presidiendo el Gobierno- refuerza su posición en el partido. Ni una voz crítica ante el protagonismo de Puigdemont o de los independentistas para poder ser investido hará sombra a un líder que, cuando todo parecía perdido, decidió convocar elecciones anticipadas y capitaneó una campaña que ahora le permite una carambola para seguir en el Gobierno.
Sánchez reforzado en el PSOE todavía más significa más manos libres para hacer y deshacer en las federaciones socialistas. Algunas informaciones han dejado entrever ya que el líder del PSOE tiene en la cabeza renovar liderazgos territoriales. Y si se cumple esa hoja de ruta, parece obvio que sean los barones derrotados el 28-M los primeros a los que la dirección federal les ponga proa. Ferraz no sólo puede forzar relevos entre los secretarios generales de las principales federaciones, sino que también puede señalar favoritos.
Más incógnitas arroja la relación, o la confrontación, que vaya a existir entre el Gobierno central, si lo preside Sánchez, y el de la Generalitat que lidera Carlos Mazón. La agenda valenciana ha pasado desapercibida ya no sólo en las últimas legislaturas, sino incluso en los principales debates de campaña. Sólo la incipiente negociación con ERC y Junts parece traer sobre la mesa la discusión sobre la reforma de la financiación autonómica. Con todo, el precedente de la propuesta de esqueleto presentada en diciembre de 2021 por la ministra María Jesús Montero no invita al optimismo en la Comunitat. Mazón tiene en su mano recurrir al discurso reivindicativo frente a Madrid. Pero Sánchez tiene la llave de la caja con la que seguir salvando los vencimientos de deuda de la Comunitat.
Ximo Puig (Morella, 1959) ha sido presidente de la Generalitat dos legislaturas. Asegura su entorno que puede llegar a ser ministro en el próximo Gobierno de Sánchez. Parece más difícil pensar que pueda aspirar a ser candidato en 2027, con 64 años cumplidos. Aunque solo sea por ese motivo, el debate de su sucesión se abrirá más pronto que tarde. Arcadi España, Rebeca Torró, Carlos Fernández Bielsa, Alejandro Soler, alguno de los alcaldes socialistas con amplia mayoría absoluta, el PSPV encarará más pronto que tarde la renovación de su liderazgo.
La discusión en Compromís es de más profundidad. El exconseller VicentMarzà volvía a plantear este jueves que la coalición se convierta en un partido político tradicional. Una posibilidad que cuenta con defensores y detractores en la coalición, y que aborda más un aspecto formal –el de si un único partido puede ser más rentable en términos electorales que una coalición– que el de fondo, que tendría que ver con el discurso político y la posición ideologica de la coalición.
Compromís mantiene hasta ahora la convivencia entre la sensibilidad nacionalista de Mes, la de izquierdas de Iniciativa y el ecologista de Els Verds. Una posición que mientras estuvo capitaneada por Mónica Oltra alcanzó un respaldo electoral desconocido y que, desde la dimisión de la exvicepresidenta del Consell, ha visto aflorar crecientes tensiones y discrepancias. En Compromís se notan las dudas respecto al líderazgo y, al tiempo, la percepción de que el debate nominalista –como el de Carles Mulet o Enric Morera para el Senado– le ha comido el terreno al de las ideas.
Y luego está Sumar. La influencia de la formación de Yolanda Díaz en el futuro de Compromís puede abrir un nuevo debate respecto a qué marca es la que se reivindica con más claridad como la representante pata negra del 'yolandismo'. Mónica Oltra fue una de las impulsoras del movimiento, de modo que Iniciativa tiene mucho ganado.
Compromís mantendrá su pugna por hacerse con los restos de Podemos. La formación morada presenta todos los síntomas de los partidos que caminan hacia la desaparición, muy similar al de Cs. Para el 23-J la marca decidió difuminarse en Sumar, que tampoco es que haya logrado unos resultados arrolladores. Ahora ya ha comenzado el proceso habitual de recorte de gastos en personal y en sedes. El asalto al cielo que vaticinó Pablo Iglesias se ha quedado en la búsqueda de la escalera.
En la Comunitat, a Podemos no le ha ido mucho mejor. Fuera de Les Corts con una presencia institucional muy minoritaria, sin liderazgos claros y con poco discurso más que el de arremeter contra algunos grandes empresarios. Del Podemos de Antonio Montiel, Ángela Ballester o Sandra Mínguez no queda más que la marca. La idea del proyecto político nacido de forma espontánea del 15-M duró lo que a PabloIglesias e Irene Montero les costó tocar poder.Bajar la persiana de las sedes puede ser el anticipio del cierre definitivo.
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