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La Agencia Antifraude mantiene sus problemas para consolidar la plantilla. El organismo, lejos de asentarse, sigue rodeado de inestabilidad. El vaivén continuo en determinados puestos directivos evidencia que la situación de la Agencia no es óptima. Hay que recordar que los empleados de la Agencia Antifraude son funcionarios y, por tanto, disponen de ciertas ventajas a la hora de buscar otro destino cuando comprueban que la realidad de la institución no responde a las expectativas.
La última de las bajas se ha producido en la responsabilidad de jefe de servicio de la Generalitat y Sector Público. José Vicente Martínez abandona Antifraude apenas seis meses después de que se hiciera con la plaza por libre designación, tal y como publicó el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana (DOGV). Esta salida se produce, al igual que las anteriores, en el enrarecido ambiente que se ha convertido ya en algo consustancial a la propia entidad. Un portavoz de Antifraude confirmó ayer que el profesional había pedido el traslado recientemente, y afirmó desconocer los motivos que le llevaron a tomar esa decisión. En cualquier caso precisó que las razones corresponden a la vida personal de los interesados.
Antifraude arrancó por el compromiso de Podemos. La formación morada exigió este órgano como muestra de su lucha contra la corrupción. Pero ni el PSPV ni Compromís lo han visto nunca como un instrumento necesario. Mucho menos PP y Cs, que lo han criticado por el aumento innecesario de la administración. La institución depende de Les Corts y paga 10.000 euros al mes de alquiler porque la Generalitat no le ha ofrecido unas dependencias acorde a sus necesidades. Prueba de su escasa colaboración con la idea.
La salida más sonada de la Agencia fue, sin duda, la del director de Análisis e Investigación de la Agencia Antifraude. El abogado de la Generalitat Miguel Ángel Cervera había sido 'fichado' por el director de Antifraude, Joan Llinares para este cometido. Era el profesional de la Abogacía que más casos de corrupción había llevado y su perfil encajaba perfectamente en el espíritu de la agencia. A los seis meses presentó su renuncia, entre otras cuestiones, por el volumen de trabajo y la falta de medios. Llinares anunció que antes de final de año ya tendría resuelto el nuevo director. Su candidata era la abogada del Estado Macarena Olona, reconocida especialmente en su lucha contra la corrupción. La profesional alicantina, sin embargo, rechazó el puesto. Todavía no se ha anunciado el sustituto de Cervera, lo que dejó a la Agencia sin uno de sus puntales. Días más tarde, también abandonaba el responsable de Administración.
De igual modo, algunas fuentes deslizan el especial carácter de Llinares, que a raíz de determinadas informaciones -entre ellas dos denuncias anónimas sobre su gestión- cree que existe una campaña contra la Agencia. Su especial celo por la seguridad lleva a recomendar que se trabaje con las cortinas pasadas, no se deje documentación en la mesa e incluso le ha llevado a plantearse un barrido para detectar micrófonos.
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