
Ver fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver fotos
En un abarrotado Casino de Agricultura, Cayetana Álvarez de Toledo presentó este lunes su exitoso libro, 'Políticamente indeseable': un volumen que navega entre el ensayo, el diario memorialístico y el alegato político, en el sentido tradicional. En esas tres vertientes se inspiró durante su comparecencia en el Aula de Cultura de LAS PROVINCIAS, aunque su mensaje inicial bebió de la actualidad más inmediata: a solicitud de Pablo Salazar, adjunto a la dirección del diario que ha ejercido como presentador del acto, la diputada del PP inició su comparecencia con una reflexión en voz alta a propósito de los ecos generados por la reciente votación de la reforma laboral. «Visto en directo, ese esperpento es todavía más terrible», admitió. «Evidencia muchos de los males de la política española», prosiguió. Y citó tres: uno, que «los hechos se han sustituido por los sentimientos», enfermedad que achaca al conjunto del sistema político universal, inmerso en un proceso «de degradación de la conversación pública». ¿Segunda dolencia del debate público? «El cesarismo», apuntó la diputada del PP por Barcelona, quien atribuye ese mal a las patologías derivadas de la partitocracia, «que está contaminando la vida política española, como se ve de manera dramática en el nivel de la clase política que está en el Parlamento». ¿Tercera enfermedad? «En la Transición se hizo un sistema muy fuerte de partidos para fortalecer al sistema. Entonces tenía sentido», subrayó, «pero ha derivado en cúpulas muy fuertes y cuerpos políticos muy frágiles». «Se ve en la ausencia de la incapacidad de iniciativa del diputado de a pie», señaló, en referencia expresa al caso de los parlamentarios de UPN que se desvincularon el jueves de las consignas de su partido, cuya postura defendió recordando que «está prohibido por la Constitución el mandato imperativo. Los diputados no somos marionetas». Conclusión: «El escaño no es del partido ni del diputado. Es de los españoles».
Este es un resumen de su intervención en once chinchetas que fue colocando sobre el mapa político español, como respuestas a otros tantos interrogantes que ayudan a cartografiar su discurso.
¿Dónde está hoy la derecha? La diputada del PP, como ya hiciera durante la entrevista publicada el domingo por LAS PROVINCIAS, participó a su auditorio (donde figuraban Isabel Bonig y Francisco Camps) del juicio que le merece la idea que denomina «batalla cultural», a saber: el pugilato ideológico entre izquierda y derecha que domina como trama central en las páginas de su libro. «El comunismo campa a sus anchas y hay algún ministro como el de Consumo que se pasea con una camiseta con las siglas de la RDA», dijo. ¿Moraleja? «El comunismo no ha recibido el castigo moral que merecía»: bajo esta premisa, la autora de 'Políticamente indeseable' perfiló un discurso donde descollaba la prevalencia de la izquierda española en el marco cultural, su teoría del plano inclinado dominado por esa doctrina frente al tono apagado del centro derecha, «que siempre está en la parte baja y nunca se dedica a ponernos en igualdad de condiciones«. Su diagnóstico se resume en dos palabras: «Enorme complejo». Así calificó Álvarez de Toledo la tendencia de las grandes familias conservadoras a atribuirse su propia condición ideológica, «como si fueran culpables de algo». «Es una inaudita culpa de nada», se sorprendió, «cuando son los mundos de la ruptura quienes ahora están en el corazón del sistema: esa es la gran anomalía española. Los radicales dictan quiénes somos moderados y quiénes no».
¿Dónde está la izquierda? «La izquierda no tiene una gran afición por la libertad», se contestó Álvarez de Toledo, mientras profundizaba en esa teoría según la cual detecta en la sociedad de nuestro tiempo »una gran aversión a la libertad», donde incluye al nacionalismo: «En nombre de la identidad, la izquierda arrolla la libertad de los individuos». ¿Paradoja? «La izquierda debería haber sido progresista y cosmopolita, pero abandonó la defensa de la igualdad para abrazar las identidades».
¿Dónde está el populismo? Respuesta automática: «El populismo es el impúdico culto al pueblo con espurios fines antidemocráticos». Es decir, «tratar a los ciudadanos como si fueran niños a la espera de que te voten». Con una derivada nacional, que precisó en estos términos: «En España tenemos mala suerte porque tenemos dos populismos: un nacionalismo rampante y un populismo de izquierda». ¿Solución? «Liderar a los liberales ilustrados, darles elementos morales para reagruparse y dar una alternativa. Esa es mi preocupación. Es lo que está pendiente».
¿Dónde está Podemos? «¿Podemos? Podemos es la ruptura, la marginalidad. El fracaso español». Con un matiz adicional que esgrimió durante toda su intervención: «El gran problema contemporáneo es que la ruptura está ahora en el corazón del sistema». Un diagnóstico que le sirvió tanto para radiografiar a la formación morada bajo el pilotaje de Pablo Iglesias como en la nueva etapa donde el foco principal se ubica sobre Yolanda Díaz: «Es otra fracasada, como hemos visto». Risas del público, mientras Álvarez de Toledo insistía en esa idea: «Podemos está demostrando una capacidad de adaptación camaleónica. Pero el proyecto es el mismo, destructivo para el orden constitucional, contrario a los intereses de España en el mundo. Debe ser desmontado y enfrentado ideológicamente».
¿Y el PSOE? ¿Dónde está el PSOE? «Todo pivota en torno al PSOE», alertó. «Es como si el centro de gravedad de la política española se moviera con él». Como alternativa, ha esgrimido una estrategia consistente en crear desde la fuerza antagónica «un marco alternativo, donde quepa todo el mundo». Un mensaje que hiló con su defensa de la Transición, cuyo «valor enorme» consistió en que «se decidió hacer nación, integrar a todos». Un tipo de política que ha enfrentado a la actual deriva del PSOE de Pedro Sánchez: «La izquierda hace hoy lo mismo que hacía el franquismo, gobernar para su partido. Sánchez no preside una nación sino una facción que trabaja para la destrucción del orden constitucional».
¿Y dónde está el nacionalismo (catalán)? «Yo en campaña», recordó en alusión a su condición de cabeza de lista el PP por Barcelona, «pedí perdón en nombre de mi partido por los errores cometidos con el nacionalismo catalán». «Se le trató como animal de compañía, como interlocutor único en Cataluña», enfatizó. «Esa política de apaciguamiento constante acabó en un golpe de Estado», agregó, antes de clamar en favor de su pretensión central, consistente en «fortalecer a la otra mitad constitucionalista de Cataluña, darle presencia, poder y presupuesto. Invertir en ella. Pasar a la ofensiva requiere la unidad del constitucionalismo, que es una de mis obsesiones».
¿Y el nacionalismo español? «Vox es un partido con tintes populistas pero es sobre todo es un partido nacionalista», afirmó. Y añadió: «Al nacionalismo no se le combate con un nacionalismo de signo contrario». Una frase que le ayudó a viajar de nuevo hacia la España de la Transición, en estos términos: «No creo que la Constitución del 78 haya fracasado porque los nacionalistas hayan sido desleales. No es el problema: la Constitución es una solución extraordinaria al viejo problema de cómo vivir juntos los distintos. Lo que ha fracasado no es la Constitución sino la política, por la traición de la izquierda y los complejos de la derecha».
¿Y dónde está el PP? «Larga vida» respondió a preguntas de Pablo Salazar. Fue el único momento de titubeo de la velada, unos segundos de duda de donde salió mediante esta declaración de principios: «Yo no vengo a estar cómoda a la política. Estoy por la defensa de mis convicciones. No participo de esa lánguida flagelación introspectiva de tantos españoles». Una manera de no contestar directamente, un circunloquio que eludía la frase con pinta de titular que parecía reclamar esa pregunta y que le llevó a otro momento de indecisión, cuando se le pidio su opinión sobre la idea de un PP de Pablo Casado vs. al PP de Isabel Díaz Ayuso: «No sé…». Punto suspensivos, una cautela de donde regresó con su vehemente defensa de la presidenta madrileña («Se ha convertido en un gran referente nacional, alguien muy popular, muy querida, cosa que en el centro derecha no pasaba hace mucho»), antes de ofrecer una respuesta directa más bien diplomática: «El PP es una casa grande donde cabe gente muy distinta».
Y hay más preguntas, señoría. ¿Dónde está Ciudadanos? Otra dosis de diplomacia: «La vida es ondulante y la política todavía más. Nunca se sabe». Aunque a continuación arremetió contra la estrategia acordada en su día por Albert Ribera, cuando declinó apoyar al PSOE y fortalecer una mayoría parlamentaria que hubiera evitado la alianza de Pedro Sánchez con su izquierda «y la entrada de Podemos y el separatismo en el poder». «Ciudadanos nació para evitar el nacionalismo, para expulsarlo del poder», advirtió mientras aludía a cómo en ese momento crítico se registró una «quiebra moral y afectiva entre el partido y sus bases» que aún perdura y explica su actual decadencia. ¿Y ahora? «Vamos a ver qué pasa el domingo en Castilla y León».
¿Y Valencia? ¿Dónde se sitúa la Comunitat en el debate nacional?. Primero, andanada contra el presidente del Consell, a propósito de sus recientes declaraciones sobre la mascarilla como símbolo. «Es un símbolo», en efecto, aceptó Álvarez de Toledo, pero de signo opuesto al preconizado por Puig: un símbolo «de que la arbitrariedad sigue entre nosotros como los impulsos despóticos». «En una semana han pasado de defenderlas a quitarlas», recordó: «¿Por qué? Por motivos políticos que le convienen a Sánchez». Y entre un sentido recordatorio para RitaBarberá y la defensa de Camps, llegó otro de esos momentos de la noche en que su discurso sonaba a titular: Valencia, como dique de contención del separatismo catalán, «está en riesgo». «Una Valencia fuerte supone el fracaso de una Cataluña separatista», proclamó. Y otro aviso: «Quienes promueven aquí el catalanismo buscan una Valencia débil».
Y, en fin. ¿Dónde está Cayetana? La diputada del PP se situó como militante convencida del optimismo «racional, no de la voluntad» en diversas fases de su charla. «No es imposible revertir la situación. En la dificultad está el reto». Y agregó: «El progreso de la humanidad, aunque con baches terribles, se produce porque determinadas ideas han ido cuajando, ganando terreno. Las ideas de la Ilustración, del Estado de Derecho, de la separación de poderes: son las ideas que producen progreso. Se trata de no perder el ánimo porque la democracia liberal, que está en un momento de repliegue, debe reivindicarse«. Llamamiento final. »Necesitamos militantes del liberalismo, de la democracia. Necesitamos políticos que digan la verdad, que digan que las cosas no son fáciles ni gratis. Que el Estado no tiene recursos infinitos para resolvernos la vida. Y que la salida de esta crisis del coronavirus requiere reformas profundas«.
Coda final. Y como síntesis de su discurso, un par de ideas fuerza. Su insistencia en que el PP debe liderar una hipotética mayoría de 176 escaños («El riesgo es no tener la mayoría y perder el liderazgo en la oposición», avisó) y que esa reconstrucción de la derecha española debería edificar una alternativa para que Pedro Sánchez «abandone el poder cuanto antes». Y de nuevo, esa obsesión: «Necesitamos 176 escaños dispuestos a aguantar lo que puede suceder al minuto después, lo que puede suceder ante un Gobierno del PP… si fuera con VOX».
(Postdata. Como ocurre en su libro, también a su paso por el Casino de Agricultura expidió recetas para casi todo el mundo. Incluida la clase periodística. Atención: «Necesitamos periodistas en actitud científica. El click bait destroza la verdad y destroza a las personas».)
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.