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Lo que empezó mal ha acabado peor. El Botánico tenía pocas, muy pocas ganas de convocar la manifestación que este sábado debía reunir a miles de ciudadanos en Alicante, Castellón y Valencia. Durante meses, en realidad, cerca de un año, la posibilidad de protestar era eludida por el tripartito. Hasta que los nacionalistas del antiguo Bloc apretaron el acelerador. Los ahora reunidos en torno a la marca Més consideraban primordial escenificar su posición disconforme con el Gobierno socialista de Pedro Sánchez ante el retraso constante a la hora de abordar la infrafinanciación de la Comunitat. Finalmente, lograron encontrar como aliados a la patronal, harta de que el asunto, que en 2017 provocó una primera movilización, no se resuelva mientras el Consell evita entrar en conflicto abierto con el Gobierno central. Se convocó la manifestación a regañadientes, y excepto Compromís, no se ha movilizado a nadie hasta hace literalmente cuatro días. Para rematar todo esto, ayer llovió. Así que, entre los manifestantes estaban todos los que son cargos electos y nombrados por sus partidos, pero no eran los suficientes como para escenificar la supuesta indignación de los valencianos por el constante ninguneo en materia de financiación. Faltaba, literalmente, masa crítica.
Según estimaciones policiales, la Delegación de Gobierno señala que en la capital del Turia han acudido un millar de personas, medio millar en Alicante y 300 en Castellón. Hace cuatro años, la Delegación de Gobierno cifró la movilización, que se celebró únicamente en Valencia, en cerca de 17.000 personas. En 2017, fuentes de la organización consideraron que se dieron cita por las calles de Valencia cerca de 60.000 personas. En esta ocasión, las mismas fuentes han considerado que la participación ha sido «masiva» pero no han querido ofrecer una estimación porque, señalaron, no han realizado un conteo. Ya es mala suerte. Igualmente, recordaron que hace cuatro años la convocatoria fue unitaria, todos en la capital, y esta vez la protesta ha contado con convocatorias en las tres capitales de provincia.
Desde el Consell, uno de sus más destacados miembros señaló que «al no haber un enemigo común, y con la lluvia, es difícil movilizar a la gente». También desde el Gobierno valenciano consideraron que la afluencia podría rondar las 3.000 personas, una cifra mayor incluso de la que se esperaban ellos mismos, teniendo en cuenta las inclemencias meteorológicas. Se cumple así la máxima de que el secreto de la felicidad está en rebajar tus expectativas al mínimo.
El mensaje que lanzaron los diferentes líderes políticos y sociales, desde luego que no era muy compacto. Todos contra la infrafinanciación pero con motivaciones bien distintas. La vicepresidenta Oltra, líder de Compromis, señaló antes de iniciarse la movilización que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, «pactó con Compromís, y este es el momento de que se cumpla con la palabra dada. Somos gente paciente, debíamos esperar porque había una pandemia pero ahora nos toca a nosotros». En un sentido similar, que no igual, se expresó Carlos Mazón, presidente del PPCV, para quien «esto es una exigencia, ya nos toca, ya está bien. Hace tiempo que llegamos tarde. Ahora ya estamos en prórroga y hace falta una propuesta del Gobierno de España ya». Detrás de la pancarta de Compromís es donde se congregó mayor cantidad de gente, seguidos por el sector movilizado por los sindicatos, CCOO y UGT, que acudieron agrupados. El PP fue la formación que, fuera de la esfera del Botánico, congregó a más manifestantes tras su pancarta. Tampoco es que eso tenga mucho mérito teniendo en cuenta la lastimosa situación de Ciudadanos. «No había mucho interés ni se ha hecho mucha pedagogía, porque la financiación nos afecta a todos y aquí no se ha visto a sectores con mucha capacidad de movilización, como la enseñanza o la sanidad, ni los colegios profesionales», reflexionaba un destacado miembro de un organismo de la Generalitat.
En Valencia, la marcha comenzó sobre las 18.20 horas, entre la plaza de San Agustín y la Estación del Norte, y recorrió el centro de la ciudad, bajo la amenaza de lluvia y 15 grados en los termómetros de los móviles y los relojes cuentapasos. La movilización se desarrollo entre cánticos de consignas como «debemos escuchar al pueblo valenciano», «excusas cero, infrafinanciación es desigualdad», «'País Valencià con justicia y equidad». Mucha gente cargada con bolsas de tiendas, en la calle Colón, se acercaban al borde de la acera para ver pasar a los manifestantes. La mayoría no tenía ni idea de por qué se estaba celebrando la protesta y muchos preguntaron a los participantes. Si se quiere establecer una comparativa, cuando la cabecera de la movilización llegó al Puente de las Flores, la cola estaba en la Puerta de la Mar, algo similar a un típico 1 de mayo.
Una pancarta principal con el lema de la convocatoria encabezó la marcha, en la que participaron, entre otros, el presidente de la Generalitat y secretario general del PSPV-PSOE, Ximo Puig (PSPV), la portavoz de Compromís y vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, el presidente de Les Corts, Enric Morera, consellers como la de Participación, Rosa Pérez Garijo, o el de Hacienda, Vicent Soler, el vicepresidente segundo Héctor Illueca, los presidentes de la Diputación de Valencia y de Alicante, Toni Gaspar y Carlos Mazón, respectivamente, si bien este último acudía especialmente como líder de la oposición. También participaron síndics en el parlamento valenciano como la de Ciudadanos, Ruth Merino, Podemos (Pilar Lima), PSPV (Manolo Mata), o la portavoz de la Comisión Ejecutiva Nacional y vicesecretaria de Igualdad del PSPV-PSOE, Ana Domínguez; la secretaria general de CCOO PV, Ana García; su homólogo en UGT-PV, Ismael Sáez, y el presidente de la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana (CEV), Salvador Navarro, acompañado por un nutrido grupo de representantes de la patronal, que finalizaron moderadamente satisfechos de cómo había transcurrido el acto.
La socialista Domínguez quiso resaltar la «cohesión» demostrada a la hora de celebrar una protesta que persigue «garantizar los servicios básicos y financiar el desarrollo regional, y para eso necesitamos el colchón de la financiación. Hemos avanzado mucho desde 2017 y ahora hay consenso en la necesidad de cambiar el modelo. El PP es fundamental que apoye este cambio a nacional, no solo aquí». En esa mirada hacia los populares coincidió con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig. El presidente señaló que la marcha «no es contra nadie ni contra el Gobierno», sino «para visibilizar el problema valenciano y clamar por un nuevo modelo justo y que atienda la igualdad» tras años de «reivindicación» y «persistencia» Puig consideró que la situación es «mucho mejor que hace un tiempo» y que la actitud del Gobierno de España es «claramente diferente a la del Gobierno anterior», aunque «no es suficiente». Por ello, exigió un «gran acuerdo político entre partidos y autonomías» ya que el Ejecutivo central «solo no lo va a poder conseguir». Puig instó al PP a «actuar como un partido de gobierno. El camino emprendido por el Gobierno es la vía correcta y se trata de que cada uno asuma su responsabilidad».
Al finalizar el recorrido, en la Alameda, entre el puente de Calatrava y el de las Flores, se dio lectura a un manifiesto en valenciano y en castellano (a pesar de las protestas de algunos pancartistas muy beligerantes, que exigían utilizar sólo el valenciano), en el que se reclamó la mejora de la financiación, un mecanismo que permita enjuagar la deuda generada por décadas de falta de los fondos necesarios para cubrir los servicios públicos básicos y una compensación que permita nivelar las cuentas públicas valencianas hasta que el nuevo modelo de reparto de los fondos se ponga en marcha.
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