Así hemos contado el juicio por el caso Erial

Otra transferencia a una abogada española desde la cuenta de Belhot. Era la compra de unas acciones de una sociedad. «Eso era para mí, una inversión personal». El objetivo era la compra de un inmueble en Zaragoza.

Zaplana y un negocio con una galería de arte en Madrid. Belhot dice que le presentó a la galerista por si quería participar en la galería. Eso explicaría, según él, un préstamo que se le hizo a la galerista por las dificultades económicas que arrastraba. Belhot le transfirió 33.000 euros.

La defensa está completando un buen interrogatorio. Siembra dudas sobre el papel de Belhot. Trata de hacer ver que el dinero era suyo y le acorrala con algunas transferencias hechas a su cuenta personal desde el dinero que supuestamente era de Zaplana.

La defensa de Zaplana le pregunta por movimientos de esa cuenta en Suiza a su cuenta personal en Uruguay. El asesor dice que aquello era por las transferencias de dinero que se habían hecho para que el expresidente obtuviera efectivo.

Belhot desvela ahora que existía un documento privado que recogía que la cuenta no era suya sino de Zaplana. Esto lo hizo para en el supuesto de que le ocurriera algo que su mujer, titular de la cuenta de Suiza, supiera el titular real de los fondos.

La operación fallida del puerto de Altea. Se hace una transferencia de 1,8 millones al Banco Sabadell y luego el dinero se retorna a la cuenta de Suiza. «Se quedaron allí 200.000 euros». La defensa de Zaplana trata de evidencia que es ilógico que, una vez el dinero en España, se devuelva a Suiza. La cuenta de Suiza estaba también a nombre de la mujer de Belhot. «No tenía conocimiento de la procedencia de los fondos».

Belhot explicó que abrió las cuentas en el banco suizo a su nombre para facilitar las transferencias de fondos desde las empresas.

La defensa trata de hacer ver al tribunal que Belhot no administraba el patrimonio de Zaplana sino que era su propio dinero y que hacía inversiones en su propio interés.

La defensa le pregunta acerca de si no es habitual que en una fiducia figure un contrato en el que se designen los herederos por si le ocurriera alguna fatalidad al titular de esos bienes. Belhot dice que depende. Recuerda una conversación con el expresidente antes de someterse a un trasplante y que si le pasaba algo, que entrara en contacto con su hija mayor «que no sabía de esto».

¿Tras tres o cuatro reuniones con Zaplana se generó tal confianza para dejarle en su poder varios millones de euros?, pregunta la defensa. No había contratos entre ellos. «Es muy buena pregunta para Zaplana, no para mí», responde Belhot.

Lo que quería es que me presentara empresarios o socios para captar negocio y él (Zaplana) cobraría una comisión... «Me puso en contacto con gente de Acciona, Repsol, Telefónica...»

La defensa de Zaplana pregunta cómo se conocieron. «A través de personas que conocía... Quien me lo presenta es... No recuerdo. Era en un hotel y me dijeron que era un hombre de prestigio».

En esa investigación en la Audiencia Nacional fue llamado como testigo. No tenía que comentar nada que perjudicara a un cliente (Zaplana) si no se me levantaba ese secreto profesional, tal y como se hizo en esta causa, ha querido aclarar.

La defensa del expresidente recuerda ahora la declaración que prestó Belhot en otra causa de corrupción, en la Audiencia Nacional.

«No era condición que yo declarase para que dejara de estar investigado». No tenía nada que ver con los actos que se le imputaban a Zaplana, mi actitud fue colaborar. Pero le recuerda el letrado de Zaplana que firmó un documento donde mostraba su intención de declarar como testigo.

Termina el fiscal con el interrogatorio del testaferro. Empieza ahora el abogado de Zaplana, que le pregunta acerca de su inicio en esta causa como investigado.

«Nosotros administramos fondos de clientes, pero no eran nuestros».

Barceló se dedicaba al sector inmobiliario, no tenía conocimientos del mundo financiero, indica el testigo.

«Zaplana me puso en contacto con Saturnino Suances, que tenía contactos en Andorra». Me piden un certificado de que la sociedad Bansley no tenía nada que ver con Barceló. Pero no podíamos hacer eso porque estaba en proceso de disolución.

Fondos de Andorra. La mayoría eran de Zaplana, confiesa Belhot. Se gastaron en la compra de fondos de un banco griego que se arruinó y otros en la BPA, el banco andorrano que se vio inmerso en una investigación por corrupción.

Inversión de 500.000 euros en National Geographic y en unas tierras en Panamá para desarrollo urbanístico. No tuvo éxito en ninguna de esas operaciones.

Problema de Zaplana con Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid. Nosotros habíamos conseguido la gestión de un producto para la limpieza de aguas residuales. Zaplana nos presenta a Ignacio Gonzáles y nos habla de dos posibles candidatos, dos clientes potenciales. Allí se pactó una comisión para los políticos en caso de que la operación fuera exitosa.

Reunión con Zaplana en el hotel Wellington. Querían comprar un crédito que tenía un grupo empresarial con participación en el puerto de Altea. Era un 33% del recinto náutico. El expresidente quería entrar en ese negocio porque, según Grau, había opciones de gestionar este enclave con el pacto de otro socio...

Belhot niega tener relaciones con los Cotino.

Todo el dinero que quedaba en la cuenta de Disfey fue entregado a la Justicia española. En total, 6,7 millones de euros.

En 2016 y 2017 se le envió «bastante» dinero en efectivo. Se le dio 2,3 millones de euros. Era un procedimiento de «agentes de cambio», habitual en Sudamérica. Se buscaban contactos en España con dinero «vivo». Ese le daba el dinero a la secretaria de Zaplana y luego al cambista se le daba el dinero entregado en España a cambio de una comisión. «No era muy ágil, pero era la única forma».

Zaplana quería, según Belhot, que se mantuviera parte del activo en líquido. No estaba de acuerdo porque se pone en riesgo el capital, señala el experto. Quería parte en efectivo para sus gastos e incluso pensó en hacerse un trasplante en Estado Unidos por un problema de salud.

Belhot admite que cobraba por la gestión de los clientes, un 0,75% anual del patrimonio administrado. Y luego había un bonus por la rentabilidad o las ganancias a lo largo del ejercicio. Pero nunca lo llegó a cobrar, según ha indicado.

Desde Imison se transfiere dinero a una sociedad holandesa, cerca de siete millones de euros. El objetivo final era que fuera controlada por una mercantil uruguaya (Disfey). De forma trimestral viajaba a España y llevaba los extractos de las operaciones que hacía de Disfey. «Y Zaplana los destruía, era muy cuidadoso. No quería nada en su poder que lo vinculara a esos activos».

Belhot no participa en la creación de las empresas en España. «Son anteriores a que conociera a Zaplana».

Los activos se transmiten desde Imison a dos empresas uruguayas. En aquel momento, el beneficiario era Joaquín Barceló, recuerda Belhot. El testaferro recuerda la operativa de las empresas en España para repatriar el patrimonio desde el extranjero.

«Tenía los móviles de la secretaria personal de Zaplana y también lo de Francisco Grau y Joaquín Barceló».

Zaplana era un hombre extremadamente cuidadoso. «Nunca me envió un correo». Siempre era por móvil, nunca por escrito.

«A mi me interesaba Zaplana porque me abrió las puertas para conocer empresarios de altísimo nivel y también políticos». Además, era presidente del Club Siglo XXI, que me permitían captar clientes.

Al principio, me dijeron que el dinero era de Barceló. Pero era a Zaplana a quien le consultaban luego, el que tomaba las decisiones. Luego, el propio Zaplana me confirmó que el dinero era suyo, pero no quería aparecer por su pasado en la política.

La fiducia se basa en un acuerdo verbal. «Actúa por cuenta y orden del verdadero titular». Es fundamental la «confianza» en el administrador fiduciario.

Además, según Belhot, sólo tributan las inversiones que se hagan en el país, pero no las del extranjero. Francisco Grau, asesor de Zaplana, se opuso de manera inicial a este cambio en el modelo de gestión.

Belhot explicó que la estructura de Imison no era la idónea. Propuso el modelo de empresas uruguayas con un secreto bancario de «los más poderosos del mundo».

El abogado uruguayo asegura que se dedicaba al asesoramiento fiscal off shore. Conoce a Zaplana en 2009. Le pidió que gestionara las estructuras de Joaquín Barceló a quien le presenta como un amigo de la infancia.

Comienza Belhot.

Breve receso de cinco minutos. Van a interrumpir la declaración de los agentes para que declare el testaferro hoy.

Al año siguiente, Beatriz Paesa se reúne con Fernando Belhot.

Imison Internacional en 2009 cambia de titularidad. Zaplana había conocido a Belhot en julio de 2009, según las agendas de Zaplana. Pocos meses después, se produce esta modificación. En aquel momento, en la cuenta había algo más de siete millones de euros.

«Zaplana no mantiene las comunicaciones de forma directa». Esta es una de las constantes de la investigación, según los agentes.

Los agentes consideran relevante el papel de Elvira Suances, hermana de Saturnino Suances, hermano y abogado impuesto por Zaplana para desbloquear los fondos de Andorra.

Todo apunta a que la declaración de Fernando Belhot podría retrasarse... Los agentes siguen contestando al interrogatorio del fiscal.

«La cuenta de la vieja». El documento que le incautan a Francisco Grau, asesor de Zaplana. Y aparece en la carpeta de la empresa de los suegros del expresidente. El documento se crea un mes después de la llegada de los fondos a Luxemburgo. Se habla de los fondos disponibles y la compra de los famosos áticos de Altea. Se citan empresas, como Medlevante, que todavía no se había constituido.

Tratamos de aclarar la explicación de los agentes de forma más sencilla. Tengo un millón de euros en España en efectivo. Lo quiero ingresar en Andorra, pero no me atrevo a llevarlo. El banco me ofrece un cliente, también español, que necesita un millón en efectivo. Yo se lo entrego aquí y el banco se encarga de mover los fondos de una cuenta a otra.

Andorra. Los agentes calculan que las cuentas tenían diez millones de euros. Se consiguieron a través de operativas de compensación, es decir, el dinero se ingresaba en Andorra pero no había viajado físicamente. Se hacía transferencia entre diferentes clientes de los bancos (pero constaba como efectivo) mientras el dinero se daba físicamente en España entre los clientes.