El asesor de Zaplana: «Las inversiones eran de los Cotino»

A punto de cumplirse cinco horas de declaración. Ni siquiera el tribunal puede mantener un nivel de concentración tan alto como requiere un juicio tras este periodo.

El abogado de los Cotino deja en evidencia al asesor. ¿Cómo puede ser que se moviera el dinero sin consultar a los que, según usted, eran los dueños del dinero?

En 2005, me cercioro de los fondos, procedencia lícita y de quién son. Se refiere a los de Imison. Le preguntan hasta qué fecha piensa que son los Cotino los titulares de los fondos. «No lo sé».

No sé la relación que tenía Barceló con Cotino, indica cuando se le pregunta por el conocimiento de los fondos de Imison.

Pregunta ahora otro abogado, el de Vicente Cotino.

Grau señala que las operaciones de inversión las autorizaba el director general de Sedesa, según su declaración. Y luego él habla con Beatriz Paesa para efectuar las transferencias.

Es ahora el turno del letrado de Barceló. Pregunta quién era realmente el que decidía o proponía las operaciones para crear las sociedades.

Uno de los acusados se encuentra mal de salud. Se ausenta de la sesión, que ahora sigue.

Receso de cinco minutos. Quedan, de momento, todas las defensas...

Grau sí hizo el contrato de arrendamiento de esa vivienda. «Era para mejorar la tributación fiscal de la sociedad de Barceló, de no tener una vivienda allí sin alquilar».

Más líos con el piso de Madrid. Grau no participa en nada, según él. «Barceló me dijo que no era un piso sino un local y había que cambiar el uso». En esas gestiones, se reunió con una abogada en Madrid.

«Hoy estoy de naturaleza desprendida, se lo vuelvo a explicar», le dice al fiscal. El tribunal le pide que evite esas ironías... Grau está resultando, en ocasiones, soberbio.

Grau aclara ahora que Imilson, la empresa que recibió el dinero de las supuestas comisiones, pasó de los Cotino a Fernando Belhot. Ni rastro de Barceló, al parecer.

Como las clases de Grau en la universidad sean tan poco claras como su declaración de hoy... Lo suspensos parecen garantizados.

Hemos superado las dos horas y media de declaración.

Grau ha vuelto a insistir en que el dinero de Imilson no era de Barceló sino de los Cotino. Sin embargo, constituía sociedades donde supuestamente participaban los conocidos empresarios sin consultarles. Incomprensible.

Regresamos a Andorra y las cuentas de Barceló.

«Se lo he contado antes, pero me hace usted repetirlo, Sr Ponce». De vuelta a la constitución de la empresa Ges Desarrollos.

Dos horas y media de interrogatorio al asesor de Zaplana. El interrogatorio está sirviendo de poco para conocer la actuación de Francisco Grau.

El interrogatorio entra en un momento farragoso con el proceso de venta del barco. Difícil entender las explicaciones del supuesto asesor de Zaplana.

Parte de la compra se financió con dinero de una de las empresas de Barceló. ¿Por qué lo hizo si los propietarios eran personas físicas?, inquiere el fiscal.

Los porcentajes del barco. Zaplana sólo tenía un 6%. «A mi eso no me importa».

La compra del yate. «No preparo nada», ataja rápido Grau. Asegura que el contrato lo preparó el astillero. El tribunal pide explicaciones de por qué interviene Grau en este proceso si no tiene absolutamente nada que ver. Pero él insiste en que le llaman del astillero.

Belhot también iba a invertir un dinero en el negocio que promovía Grau. Ingresó 1,8 millones de euros en un banco. «¿Le preguntó de dónde venía el dinero?», señala el fiscal. «Pedí información de quién era él», responde el supuesto asesor de Zaplana.

Relaciones de Grau y Belhot, el otro supuesto testaferro del expresidente. «Me lo presenta Zaplana como un inversor», señala.

Grau dice que Zaplana tenía ascendencia sobre el constructor de los áticos para que se hiciera un esfuerzo para recuperar los apartamentos. Se trataba de que el expresidente «hiciera de hombre bueno». Al final, no se logró nada en este sentido.

Siguiente punto. El piso de lujo en Madrid. Grau quiere desligarse de la operación pese a que le encontraron un contrato de arras. «Me lo ordena Barceló».

Le preguntan ahora por la operación de La Finca. El documento era una estimación económica del negocio. ¿Por qué aparece usted en todas las operaciones si Barceló tenía otro asesor fiscal?, pregunta el fiscal. «Su asesor hacía un poco de todo y el IVA es algo más específico. Barceló se fiaba más de mi en eso y yo, encantado».

«Son sucesos estadísticamente independientes», se defiende Grau.

Julio de 2006. Reunión con Zaplana. Ese mismo día hizo el supuesto documento, según el fiscal. «Son hechos que nada tienen que ver».

Las cuentas de la vieja eran un documento donde se contabilizaban las operaciones. «Los datos me los daba Barceló». Grau dice que nunca informaba a Zaplana de todas estas operativas.

Reunión en la CAM. «Oigo que un directivo va a reunirse con los directivos de un hotel porque están a punto de vencer el contrato que tenían con el operador y les interesaba estar ahí». El asesor recuerda que quiso intermediar en la compraventa de ese establecimiento. Y esto se lo traslada a Joaquín Barceló.

La declaración deriva a lo cómico. El fiscal: «Usted quería mostrarle un testamento a un inversor, pero que realmente dice que no era un testamento»

Testamento de Barceló. «Es otra forma de darle una solución». Grau quiere aclarar que eso no es un testamento... El fiscal no le entiende. Resulta complicado entender alguna de sus explicaciones.

Ahora sí, las cartas fiducia. Había problemas financieros. Se estaban buscando inversores en Madrid. Era una garantía para conseguir socios para la empresa de Barceló. Lo hice con su conocimiento, claro. ¿Quién me va a dar los datos si no?

Francisco Grau muestra una enorme capacidad para confundir, enredar y no dar una explicación clara de las operaciones.

El asesor dice que eso es un guion para hacer la venta de unas participaciones. «Tercero desconocido» ponía ahí. Grau aclara que ese era el padre. Barceló estaba preocupado por una inspección de Hacienda de 100 millones de euros. Y esa era una fórmula para evitar verse salpicado. El tercero desconocido era la denominación que se debía sustituir para poner el nombre de quien designara Barceló.

Cartas fiducia. ¿Por qué escondía la titularidad de Costera del Glorio?, le pregunta el acusador público.

El tribunal pide una aclaración. Grau explica que cuando Barceló le pide hacer unas inversiones, el dinero era de Imison; de Sedesa. En definitiva, de los Cotino. Los magistrados también se muestran desconcertados ahora.

El fiscal muestra su asombro ante las respuestas de Grau. Cambiamos de tema.

Los bancos no nos ban a dar créditos para las inversiones, recuerda Grau. El fiscal insiste: ¿Quién pone el dinero? Asegura que el dinero que se utilizar era de Imilson. «Era de los Cotino».

Grau recuerda la inversión que planeaban en terrenos de Villajoiosa. Su explicación es prácticamente una clase universitaria de ingeniería empresarial. El fiscal le corta. «Mire, no entiendo lo de los porcentajes. Si el dinero era de Barceló, para qué tenía que poner porcentajes».

«Vayamos por partes», pide Grau.

Sugiero que se hagan estas empresas de esta forma. Era mi asesoramiento a Joaquín Barceló.

El interrogatorio se tensa por momentos. El asesor no duda en encararse y desafiar al fiscal. También aprovechar para corregirle. Le preguntan ahora por las empresas creadas para esconder el regreso del capital desviado...

Una frase de Grau para el recuerdo. «Ese hombre, en referencia a un empresario, besaba por donde yo pisaba».

El asesor recuerda el episodio de una transferencia de 500.000 euros a empresas con sede en Andorra. Grau intermedia para no tener que llevar el dinero físicamente al país vecino a través de un empresario. Le da el medio millón a Barceló y ordena las transferencias desde la cuenta de Luxemburgo.

Grau asegura que Barceló le dijo ayer, tras su confesión en el juicio: «Me han obligado a hacerlo». No aporta más detalles de estas supuestas presiones y de su procedencia.

Grau revela que también estuvo pensando en una conformidad. Pero no lo hizo. «Si no he vivido determinadas cosas, no las puedo decir».

El fiscal le pregunta. ¿Y por qué dice Barceló que le dio cinco millones? «Mire, yo estuve dos meses con Barceló en la cárcel y sabemos lo que se sufre. Y sabemos qué es eso. Barceló me dice a principios de diciembre que no va a volver a prisión y que hará lo que haga falta para no volver».