El diputado de Les Corts Valencianes Alberto García Salvador ocupó algunos de los titulares al inicio de la legislatura por ser considerado uno de los parlamentarios 'millonarios' tras hacerse pública su declaración de bienes. Más de un millón de euros en acciones y 133.000 euros en el banco lo colocaron por unos días de plena actualidad. Llegó a la Cámara bajo las siglas de Ciudadanos y ahora agota sus días en el grupo de los no adscritos. Los anteriormente conocidos como tránsfugas son los únicos que tienen que justificar mediante factura cada uno de sus gastos. En el capítulo de cuentas abiertas de Les Corts llama la atención una subvención de 5,4 euros a favor de García Salvador, de la misma manera que hay agendas de 6 euros para el presidente, Enric Morera; comidas de trabajo de los miembros de la Mesa o un lavado del coche oficial por 18 euros. Asuntos menores que no escapan de la lupa de la transparencia. La cafetera de 169 euros del secretario primero, Emilio Argüeso, forma parte de un listado compuesto por cientos de facturas.
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Este es el tremendo agravio comparativo que existe respecto a la subvención millonaria -casi 14 millones de euros en una legislatura- que manejan los grupos políticos pese a que los órganos fiscalizadores de la Generalitat claman para que exista un mayor control. La Sindicatura no sólo lamenta la opacidad de las subvenciones parlamentarias -3,4 millones de euros al año- sino que además exige mayor control sobre gastos como el Vía T -en agosto sus señorías gastaron en autopista más de 3.000 euros pese a que la persiana de Les Corts estuvo bajada hasta la Diputación Permanente celebrada el último día del mes-.
¿Dónde va la subvención millonaria de los grupos políticos? Nadie lo sabe. Ni siquiera el destino de ese dinero público está regulado por una normativa que recoja a qué y dónde se puede destinar la ayuda de Les Corts. El PP, por ejemplo, utilizó la ayuda parlamentaria para engordar la nómina de sus diputados con sobresueldos. Los socialistas valencianos pagaron con ese dinero muchas de las obligaciones de Blanquerías, una sede que han tenido que vender para salir del atolladero económico. Del resto de partidos, nadie sabe nada, pero hubo un tiempo en el que la verdadera sede de Compromís eran los despachos del edificio de los grupos parlamentarios. El dinero de la Cámara fue un espaldarazo fundamental para la formación econacionalista. Por ejemplo, Giuseppe Grezzi, antes de ser nada, fue asesor de la coalición en Les Corts Valencianas.
La lucha del presidente de la Cámara autonómica, Enric Morera, va por ese camino, por el de las facturas. Morera amenazó hace unos meses con pegar un golpe encima de la mesa para disipar la niebla de las cuentas de los grupos pero por ahora su objetivo no se ha cumplido. Nadie sabe de qué se componen las facturas de comidas de los grupos, si Les Corts abonan actos de partido, si los sueldos se destinan a pagar al personal de las sedes o si se mantienen los sobresueldos a los diputados. Es cierto que en los últimos años se ha adelantado en asuntos como la factura del aparcamiento, pero la opacidad riega el dinero que manejan los grupos parlamentarios. Los parlamentarios de Les Corts tienen que declarar hasta el último céntimo de sus cuentas mientras los partidos a los que pertenecen se refugian en una normativa de la Cámara aprobada en 2014 para ocultar sus balances.
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