Dos sedes, cero diputados

Agosto. La Morada, el local donde trabaja la dirección autonómica de Podemos, cerrado a cal y canto. La gestora que ahora dirige el partido tras las dimisión de la coordinadora Pilar Lima después del batacazo en las autonómicas, insiste en que continúan trabajando pero que están de «merecidas vacaciones». Sin embargo, esos días de descanso se alargarán indefinidamente después del anuncio de la organización estatal de Podemos sobre la apertura de un ERE que supone el despido de siete trabajadores y el cierre de la sede de la Avenida Constitución de Valencia.

La formación morada ha cambiado en múltiples ocasiones de ubicación. En 2018 Podem anunció que abandonaría su sede en la calle Turia para centralizar toda su actividad en sus otras oficinas situadas en el barrio de Ruzafa que utilizaba hasta aquel momento la estructura local del partido. Con aquel cambio, ya en ese entonces la formación buscaba reducir gastos, ya que el alquiler de su sede autonómica suponía una inversión demasiado cara para las arcas del partido. Un desembolso innecesario del que la dirección decidió desprenderse, dado que ya contaban con la sucursal local, más grande y económica. Para Podemos las elecciones autonómicas fueron devastadoras.

Los morados, que se han convertido en una fuerza residual y en el partido con menos peso político a la izquierda del PSPV, prácticamente se han disuelto y abrazan la irrelevancia en la política valenciana. Quedaron con cero diputados en Les Corts y sin ningún concejal en el consistorio valenciano. Esta pérdida de representación institucional supone también una reducción importante de ingresos y la necesidad de «reorganizar» los recursos. Desde la gestora confían en que el partido mantenga el local con la subvención por votos de Les Corts, aunque desde Madrid se detalla el «cierre de nueve federaciones autonómicas» entre las que se especifica la valenciana.

Situación similar te encuentras cuando te presentas en la sede de Ciudadanos de Valencia. Vacía. La persiana bajada, pero no del todo, deja entrever un resquicio de la parte de abajo de la puerta de cristal en el que se distingue el logo y las redes sociales del partido, también inactivas desde mayo. Se trata de un discreto bajo a pie de acera en el barrio de La Xerea en el número 4 de la escondida calle Bretón de los Herreros, a la que trasladaron su actividad en noviembre. La formación naranja, de capa caída desde 2019, tuvo que dejar atrás la zona céntrica de la ciudad y abandonar el local que había sido su sede autónomica desde hacia cuatro años en la concurrida calle San Vicente.

El traslado ya mostraba la situación precaria y de decadencia en la que se encontraba la formación por la pérdida de recursos, y más cuando meses antes se echaba el cierre a las sedes de Alicante y Castellón para ahorrar costes. El partido creado como la gran alternativa de centro en España se fue poco a poco desmoronando a lo largo del territorio y en todas las instancias de la representación política. Los peores augurios se cumplieron para Ciudadanos tras las elecciones del 28 de mayo cuando se quedaron fuera de Les Corts y sin concejales en el Ayuntamiento de Valencia. El final del partido liberal se confirmó cuando decidieron no concurrir a las generales y cedieron al bipartidismo al contribuir a concentrar el voto en el PP.

A pesar de que el partido no se sostiene a nivel estatal, fuentes de Cs de la Comunitat aseguran que «la sede en Valencia sigue abierta y el partido también», aunque no hay rastro de actividad cuando se observa a través del cristal.

Tanto Podemos como Ciudadanos apenas cuentan con unos cuantos ediles en todo el territorio de la Comunitat Valenciana por lo que poco tienen que hacer las direcciones autonómicas en la ciudad de Valencia. Las dos sedes que resisten, aunque sin actividad, son meramente testimoniales y pronto no sería extraño encontrar en sus fachadas un cartel con la frase: se alquila.

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