Seis jóvenes nuevos votantes recrean 'El abrazo' de Juan Genovés en la exposición de la Fundación Banjaca.José Luis Bort
«España sigue siendo un país de bandos»
Reflexiones ante la obra de Juan Genovés ·
Seis jóvenes nuevos votantes sienten el reto generacional de acabar con una confrontación política «asquerosa», olvidarse de Franco en los debates, enterrar clichés ideológicos y buscar un «entendimiento responsable»
Fer elige el cuadro 'Corrientes'. «Sus franjas azules me recuerdan a Moisés abriendo los mares». Claudia se queda con 'Sintonía', «pues la política acaba a veces en un jaleo, tan enredado como las líneas del cuadro». Quique opta por 'Secuencias 63', en el que encuentra la «deseable idea de algo en común, de unidad».
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A Elisabeth le fascina 'Trasluz', con el concepto posible «de un grupo que a su vez es abierto». Lucas se maravilla con 'Límites continuos', en el que siente que la sociedad sigue «marcando caminos», destinos encasillados. Y David recuerda «el dolor de la opresión y falta de libertad» que dimana de 'Caras tapadas'.
Perderse entre los cuadros del pintor Genovés es, para los jóvenes nuevos votantes, un viaje en el tiempo por la historia reciente de España. Del oscuro y duro periodo franquista, con los ecos de la Guerra Civil, la falta de libertades o la represión, al que ahora viven, el de la democracia en la que han crecido, plasmado por el artista valenciano con obras más coloridas en las que la colectividad toma protagonismo.
'El abrazo' evoca la paz tras la crispación, el encuentro en una democracia en la que ellos se inician el próximo 28 de mayo. El contacto con los cuadros de ambas etapas despierta interesantes reflexiones: sienten que la crispación política de 'rojos' y 'fachas', ese odio de la polarización, pervive a pesar de 44 años en democracia. Y perciben que su generación tiene que llevar la política a un nivel superior, a un tiempo menos ideologizado, de mayor encuentro y respeto. Tanto en políticos como entre ciudadanos.
«El desencuentro que se ve en los cuadros de la primera etapa sigue existiendo», opina Claudia. «Lo hemos visto en París, en Barcelona con la independencia…», menciona. «Incluso entre gente joven y conocidos de nuestra edad hay fuertes tensiones», apuntan al unísono. «Día a día».
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«Insultos, mucha falta de respeto a cualquier idea...», describen. «No hemos conseguido una sociedad unida y sigue habiendo bandos», destaca Quique. Por ejemplo, «si alguien dice que se siente bien siendo español o luce una bandera, automáticamente lo tachan de 'facha'», algo que no terminan de encajar. «A la mínima que lleves una pulsera de España, sencillamente porque te gusta tu país», lamenta Claudia. «Y si no la llevas y piensas de otra forma, que eres de izquierdas».
En sus reflexiones flota una huida del encasillamiento, del simplismo y de la radicalidad. «Mis abuelos son catalanes e independentistas. Y muchas veces me han llamado independentista, por la cara, cuando ni lo soy ni vivo en Cataluña», detalla la joven.
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Esa crispación por la política la viven «tanto en persona como en Twitter». En la red social «ya es…(suspiros y aspavientos)». «Como si fuera una batalla a muerte», anota Lucas. «Muy tóxico», corrobora Claudia. Se refieren a los mensajes «del tipo 'si no opinas igual que yo eres una mierda'». Y no sólo son los habituales 'trolls' de internet, sino «también gente conocida o amigos».
Los políticos «están dividiendo a la sociedad»
Esos odios y clichés «deben cambiar», coinciden. Así lo ve Quique: «Es totalmente compatible ser republicano o plantear que el país necesita cambios» en asuntos territoriales «y sentirte completamente español».
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Otro punto clave: ¿Siembran algunos políticos esa crispación? «Si es que sólo hay que ver el Congreso, que se ha convertido en un show. Van a liarla y a meterse entre ellos», valora. Y luego «los ves de cachondeo. No afecta casi a su relación y, sin embargo, están dividiendo a la sociedad».
Como extranjera, incide Fer, «te puedo decir que percibo heridas en la población española, heridas que no han sanado». Habla, por ejemplo, de las referencias al franquismo. Y se asombran de jóvenes que aún elevan aquello de «esto con Franco no pasaba». O comentarios opuestos del tipo «eres más dictador que Franco». Medio siglo después y, sin embargo, Franco, eterno en la sopa de la confrontación. «Es una burrada», valora Claudia, que no lo comprende.
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La bandera de España. Otro germen de conflictos que terminan de entender. «La derecha saca mucho la bandera y la izquierda no, y se pretende que la veamos como un símbolo de la derecha, cuando esto es un error», expone Quique. «Son todo manchas y heridas sin cerrar». Y lanza un reto: «Yo espero que nuestra generación, con lo que ya hemos vivido de jóvenes y con dos crisis encima, pueda cambiar esta situación política verdaderamente asquerosa y ser más responsables». El resto asiente.
Fer se alegra: «Me ha gustado conocerlos porque para mí no es normal encontrarme con jóvenes que tengan este pensamiento». Con todo, «nos sentimos muy afortunados de no haber vivido las escenas» que Genovés muestra en el franquismo y transición. «Y agradecidos con nuestros padres y abuelos por haber hecho posible una vida en democracia».
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Claudia ha tratado el tema con su abuelo: «Se me parte el corazón cuando me habla del hambre, del exilio…». Ahora «estamos muy acostumbrados a estar en un bar y tomarnos algo y debemos valorar que hubo quien acabó en un calabozo por ir a un guateque», recuerda Quique. «Mis cuatro abuelos se tuvieron que ir fuera porque aquí no se podía vivir».
Tenemos libertad, pero ¿plenitud de derechos? «Hemos conseguido muchos avances en la igualdad de la mujer, pero falta mucho por conseguir», cree Claudia. Lucas lamenta que socialmente «aún no está bien visto ser mujer soltera con hijos y eso habría que cambiarlo. Todavía se percibe como algo anormal».
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