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REDACCIÓN
Domingo, 26 de enero 2020, 01:22
Varios responsables de los partidos que forman parte del Botánico llevan semanas poniendo la labor del Consell como espejo en el que debían mirarse Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para perfilar el Gobierno de coalición. Una propuesta que remitía más a la complicidad de la primera legislatura, marcada por la ausencia de grandes conflictos y por el mestizaje de cargos en las consellerias, que a las diferencias que se han hecho visibles desde que Ximo Puig decidiera el pasado mes de marzo adelantar la celebración de elecciones autonómicas.
En todo caso, ese banderín de enganche que era plantear el Botánico como ejemplo a seguir para el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos ha acabado siendo real. Más allá de anécdotas como la celebración los martes de los consejos de ministros -a imagen de lo que ocurría con los plenos del Consell durante la etapa presidida por Joan Lerma en la Comunitat-, lo cierto es que la conformación del Gobierno central sí que ha acabado poniendo sobre la mesa coincidencias que recuerdan de forma evidente a algunos de los principios que el Botánico ha hecho suyos desde su llegada a la Generalitat en 2015. El escenario sobre el que se ha alcanzado ese acuerdo dibuja mayorías ajustadas -absoluta en el caso del Botánico y simple en el del Gobierno central- que predisponen legislaturas marcadas por el diálogo y la búsqueda de acuerdos. Además, el riesgo de perder votaciones en ambos casos es real, toda vez que ni algunos de los consellers que son diputados, ni tampoco los ministros, han renunciado a sus escaños.
En cuanto a la relación entre los socios de Gobierno, la comisión de seguimiento del Pacto del Botánico ha encontrado su replica en el protocolo de coordinación y funcionamiento entre socialistas y Podemos. La búsqueda de herramientas para limar asperezas se traslada al Ejecutivo con la voluntad de rendir cuentas con periodicidad, así como con reuniones programadas de coordinación. En Madrid no habrá mestizaje, como sí que existe en el Consell, aunque lo cierto es que la fórmula que pretendía reducir al máximo la imagen de dos Gobiernos en uno tampoco ha resultado excesivamente exitosa en el caso del Gobierno valenciano, porque las relaciones entre los socios se han resentido especialmente desde la convocatoria de elecciones anticipadas.
En la conformación de ambos Gobiernos se ha percibido también esa peligrosa tendencia tan habitual en los ejecutivos de coalición: la que hace referencia a la tentación a ampliar cargos y estructura, hasta el punto de disparar los gastos de personal mucho más allá de lo permitido. Ocurrió con el segundo Consell del Botánico, con más consellerias y bastantes más altos cargos que el primero. Y ha sucedido ahora con el Gobierno de Sánchez, que ha disparado hasta 22 el número de carteras.
Entre esos numerosos cargos, que responden más a exigencias de los propios partidos que a necesidades políticas reales, se intuye la tendencia a crear puestos en el organigrama con una intencionalidad más vinculada a la rivalidad política que a la complicidad real. En el caso del Consell, premiando a Podemos con una vicepresidencia pese a disponer únicamente de ocho escaños en el hemiciclo. En Madrid, rodeando la vicepresidencia de Pablo Iglesias de otras tres responsabilidades como ésta, con el objetivo evidente de diluir su peso político. Porque esa circunstancia, la de tratar de envolver en supuesta complicidad y en legítima discrepancia lo que no es más que una rivalidad política disimulada para sostener al Gobierno, es otra de las características que unen a los dos Ejecutivos.
Compromiso
Los seminarios del Consell sirven para evaluar el nivel de cumplimiento de los compromisos del Botánico. De hecho, entre las conclusiones llega a incluirse un porcentaje del grado de materialización de sus propuestas. El Gobierno de Sánchez pretende hacer lo mismo. La semana pasada anunció que su gabinete dará cuenta de su gestión cada 100 días. Y lo hará para informar de los avances y también de los obstáculos que los frenen. «Lo haremos todos por departamentos», señaló.
La mayoría
El Botánico cuenta con el apoyo de 52 diputados, de los 99 del hemiciclo valenciano. El caso de Sánchez aún es más delicado. La investidura la sacó adelante con 167 votos y 165 en contra. La mayoría absoluta son 176 escaños. No tener garantizada esa mayoría obliga al gobierno de coalición a buscar acuerdos puntuales con otros partidos. O a lograr otros apoyos de formaciones que votaron en contra, aún a costa de que ese acuerdo pueda poner en riesgo la unidad de acción de la propia coalición de Gobierno.
Estrategia
El Botánico cuenta con dos vicepresidencias, la que ocupa la líder de Compromís, Mónica Oltra, y la vicepresidencia segunda, de Rubén Martínez Dalmau. Aunque la incorporación del representante de Podemos se vinculó a la presencia de ese partido en el Consell en esta segunda legislatura, lo cierto es que Dalmau ocupa una vicepresidencia como representante de un partido que sólo tiene 8 de los 52 escaños del tripartito. Una vicepresidencia que contribuye a difuminar la figura de la líder del Compromís.
En el Gobierno de Sánchez ha ocurrido algo muy similar. Pablo Iglesias ocupa una vicepresidencia de las cuatro que ha acabado nombrando el presidente del Ejecutivo. A pesar de que en la negociación previa con Podemos los socialistas no se salieron del guión respecto a que el número de vicepresidencias sería tres, finalmente Sánchez optó por aumentarlas. Una decisión que ha contribuido a diluir la figura del líder de Unidas Podemos en el consejo de ministros.
Áreas
El Consell que preside Ximo Puig dispone de un total de 12 carteras -la presidencia, dos vicepresidencias y nueve consellerias-. Una estructura sensiblemente más amplia que la del primer Botánico -diez consellerias- y que ha derivado, obviamente, en un crecimiento de la estructura de la administración y en un aumento de los altos cargos. En concreto, se ha pasado de los 98 de la primera legislatura a 138 en esta segunda. El número de asesores, por su parte, pasa de 74 a 116. El aumento de cargos redunda, obviamente, en un crecimiento del gasto de personal, justo cuando el estado de las finanzas autonómicas se encuentra en plena crisis.
El Gobierno de Sánchez también ha disparado con pólvora de rey. Las 22 carteras del nuevo gabinete lo convierten en el segundo más amplio de toda la democracia y el primero que supera la veintena de carteras desde 1980. Socialistas y Podemos han optado por dividir algunos de los departamentos del último Ejecutivo, una decisión que hace evidente que el crecimiento de departamentos está más vinculado al propio acuerdo entre los dos partidos que a la gestión del Ejecutivo. En toda la UE, únicamente Suecia dispone de un número de carteras tan amplio como el español.
Seminarios
Desde la primera legislatura, el Consell que lideraban Puig y Oltra decidió dar forma a seminarios que, de forma periódica, reunieran a todo el Consell fuera del formato encorsetado de todos los viernes, para coordinar acciones y trabajar en esa parte de la labor de gestión que tiene que ver con las complicidades. Esos retiros espirituales, ideados inicialmente como una estrategia para limar discordancias entre los socios y acentuar el espíritu de equipo, han ido perdiendo fuelle con el tiempo, hasta convertirse en foros en los que la ausencia de iniciativas y los anuncios de perfil bajo son la norma. El Gobierno de Sánchez e Iglesias también prepara sus seminarios. La portavoz socialista Adriana Lastra ya ha anunciado que su partido pretende mantener diálogo permanente y casi diario con Unidas Podemos y citas periódicas con el resto de socios de investidura. Está por ver si la cita incluirá, como en el Botánico, a asesores y jefes de prensa.
Diferencias
La comisión técnica de seguimiento del pacto del Botánico se constituyó con la propia puesta en marcha del pacto entre los partidos que cerraron ese acuerdo. El órgano se ha venido reuniendo para avanzar en la letra pequeña del acuerdo de coalición, así como para resolver discrepancias puntuales que han afectado a las relaciones entre los partidos. En el acuerdo alcanzado entre PSOE y Podemos se estableció un protocolo de coordinación y funcionamiento. Se trata de una herramienta con objetivos similares a la comisión de seguimiento del Botánico. Afecta a los partidos, más que a los gobiernos, y busca engrasar la relación entre las dos formaciones y contribuir a la búsqueda de acuerdos en los temas de discrepancia incluso antes de que puedan llegar a la gestión diaria del Gobierno.
Diputados
Los miembros del Consell que iban en candidaturas electorales y que obtuvieron escaño el 28 de abril han mantenido su condición de diputado, con la excepción del vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau, y del de Hacienda, Vicent Soler, a pesar de la exigua mayoría de que dispone el Botánico en Les Corts, y el riesgo real de perder alguna votación.
En el Gobierno central ha ocurrido lo mismo. Al menos hasta la fecha, ni Sánchez ni Iglesias han ordenado a sus ministros diputados que renuncien al escaño a diferencia de lo que ordenó el socialista a los suyos en 2018. Se considera que si los ministros pueden acudir a una sesión de control, de igual forma pueden hacerlo al pleno cuando su voto resulte determinante. Además, en las filas socialistas se considera poco probable que los ministros de Unidas Podemos acabaran haciendo lo mismo.
Relaciones
Ximo Puig y Mónica Oltra vivieron la primera legislatura una luna de miel política. Pese a las reticencias iniciales, los líderes de PSPV y Compromís mantuvieron la cohesión de su Consell, al menos hasta la convocatoria de elecciones anticipadas. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias parecen recorrer el mismo camino desde que pactaron el nuevo Gobierno de coalición. Una imagen de 'buenrollismo' para esconder la rivalidad política.
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