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El runrún del adelanto electoral autonómico se ha convertido en uno de los alicientes de este inicio de curso político post pandemia. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, tiene en sus manos la posibilidad de apretar eso que algunos han dado en llamar ... el 'botón rojo' de la convocatoria de elecciones autonómicas antes de que concluya la legislatura de cuatro años que arrancó en 2019. En realidad, Puig tiene por su condición de jefe del Consell la posibilidad de convocar elecciones cuando considere oportuno. De hecho, así lo hizo la última ocasióin, cuando decidió separarse de las elecciones municipales para sumarlas a las generales convocadas por Pedro Sánchez.
El presidente de la Generalitat ya ha dicho que no tiene intención de celebrarlas a corto plazo, por más que algunos indicadores, como el creciente deterioro electoral de Unides Podem, pudieran hacer pensar que lo que más le convendría sería llamar a las urnas antes de que el nuevo presidente del PP valenciano, Carlos Mazón, consolide su posición. En algunos ámbitos se especula con que la dirección federal del PSOE también fuera partidaria de ese adelanto electoral, como camino para contrarrestar las previsibles victorias del PP en Andalucía y Castilla León, regiones que también sopesan adelantar sus comicios.
En todo caso, si Puig no adelanta elecciones, los comicios autonómicos volverán a irse a 2023, cuando se cumplen cuatro años de las del 28 de abril de 2019. Y esa opción abre otro interrogante: ¿las elecciones autonómicas pueden volver a ir con las municipales o, al haberse adelantado un mes en 2019, ya tienen que ir por separado? El debate no es menor, porque hasta la fecha nunca se ha producido el caso de unas elecciones autonómicas en la Comunitat Valenciana que no coincidieran con alguna otra cita electoral. Y esa circunstancia genera cierta incertidumbre respecto a cuál sería la participación en unos comicios que no coincidieran ni con la elección de alcalde ni con unas elecciones generales.
La situación política actual parece recomendar a Puig no acudir a unas elecciones en solitario, que pudieran propiciar una elevada abstención. Con todo, el criterio de algunos juristas consultados por este diario ha sido el de considerar que, una vez producido el primer adelanto, Puig no tenía opciones de volver a retrasar sus comicios hasta las municipales. Y, mucho menos, adelantar las municipales para hacerlas coincidir con los comicios para Les Corts.
Con todo, la lectura del Estatuto de Autonomía de la Comunitat deja meridianamente claro que sí, que Puig puede retrasar de nuevo las autonómicas para que coincidan con las municipales. La clave hay que buscarla en el artículo 27.4 de la carta magna valenciana, en combinación con el 14 de la Ley Electoral autonómica.
El primero de ellos establece que Les Corts son elegidas por cuatro años. El mandato de sus Diputados finaliza cuatro años después de las elecciones o el día de la disolución de la Cámara por el presidente de la Generalitat. Aplicado a la cita del 28 de abril de 2019, el mandato de los diputados finaliza el 28 de abril de 2023. Puig tendría, por tanto, hasta ese día, para dictar el decreto de convocatoria de nuevas elecciones. Pero no lo hará, De hecho, no debe de hacerlo. La Ley Electoral Valenciana señala que el día de la votación de las nuevas elecciones habrá de celebrarse en un plazo no inferior a cincuenta y cuatro días, ni superior a sesenta, contados desde la publicación de la convocatoria. Es decir, Puig tendría que disolver la Cámara entre el 30 de marzo de 2023 y el 5 de abril de ese mismo año para que las autonómicas tuvieran lugar el 28 de mayo, es decir, el cuarto domingo de ese mes, que es la fecha en que se celebran cada cuatro años las municipales.
Pese a sus declaraciones en el sentido de que no tiene en mente un adelanto electoral, la opción de que opte por sumar las autonómicas a las andaluzas está sobre la mesa. Si no lo hace, el escenario de volver a ir con las municipales es el camino más probable. Y el presidente dispone de cobertura legal para hacerlo. Otra cosa es, obviamente, que políticamente considere que le conviene esperar hasta entonces.
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