El Botánico infla el Consell de cargos de su militancia en plena pandemia

Ni la segunda oleada de la pandemia ni la crisis económica que acechan la Comunitat han logrado frenar al Botánico de cara a rellenar el extenso organigrama de altos cargos con el que cuenta el Consell. Ha dado igual los llamamientos a la contención del gasto de la oposición o de la patronal cuando firmaron los pactos de reconstrucción tras la pandemia. Y tampoco se ha priorizado los criterios «de mérito y capacidad» que los partidos de la izquierda reclamaban al PP a la hora de hacer nombramientos públicos. La militancia, la parroquia ha primado, y el deseo de contentarla o de rescatarla.

De tal modo que ayer el Gobierno valenciano, para arrancar un curso político durante el que debe gestionar la mayor recesión económica desde la Guerra Civil (según los datos económicos ya registrados), estrenó el pleno del Consell realizando un total de once nombramientos, para los cuales se han producido seis ceses mientras que los otros cinco ocupan puestos vacantes; es decir, donde no había nadie y, por tanto, nadie cobraba.

Entre los nombrados no es que abunde los carnés del partido, es que predominan abrumadoramente, aunque no en su totalidad. La mayor parte de las incorporaciones corren a cargo del PSPV, puestos por cubrir y sustituciones. Entre los nuevos miembros del Consell está Jorge Alarte.

El que fuera secretario general del PSPV, sustituido por Puig tras una dura pugna interna, encabezó en diciembre de 2015 la candidatura de los socialistas al Senado. Sin embargo, los socialistas valencianos no lograron ni un escaño en la Cámara Alta. Lo que iba a ser un premio para Alarte, en silencio desde que fue desbancado por Puig, se convirtió en un revolcón electoral. El exdirigente del PSPV se ha dedicado a la abogacía, y a pesar de que en privado ha comentado lo bien que le iba en su nueva etapa profesional, liberado de ataduras políticas, desde ayer es nuevo director general, lo cual servirá a Puig para concitar a su alrededor a los simpatizantes de Alarte que puedan quedar en las filas socialistas de cara a futuros congresos.

También puede resultar un guiño interno interesante la llegada de María Luisa Martínez, hasta ahora vicealcaldesa de Mislata, localidad cuyo alcalde, Carlos Bielsa, también suele tener protagonismo en los vericuetos del PSPV. Del mismo modo, retorna a la nómina de la Generalitat Verónica López, en su día defenestrada por Gabriela Bravo y que vuelve al Consell como subsecretaria de Innovación pues su paso por Justicia le supuso renunciar a la portavocía de su grupo municipal en Altea, dos años después salió de la conselleria, se quedó sin lugar en consistorio y ahora retoma su actividad como cargo público. Rescatada también ha sido Mónica Almiñana, exconcejal socialista en Sitges, exsenadora del PSC catalán y exgerente de La Fe, puesto este último al que llegó a través de un concurso de méritos tan irregular que acabó anulado por los tribunales. Almiñana será subsecretaria de Sanidad.

La vicepresidenta Mónica Oltra se extrañó ayer al ser preguntada por los criterios empleados por el Consell para estos nombramientos. La portavoz del Consell empezó hablando del «criterio político» para explicar el porqué de las buenas noticias para los militantes de PSPV y Compromís, ahora cargos públicos. «No vamos a poner a alguien de Vox», señaló Oltra, que fuera de micrófonos quiso distinguir entre criterios políticos y partidistas. Entre los nombrados está también Jordi Sebastià o Jacinta Rubio, que se ubican en el IVACE, controlado por Compromís, coalición en la que ambos militan concienzudamente, porque políticamente serán afines al Botánico pero a su coalición no lo son menos.