No es una silla de ruedas cualquiera. Lleva anclado un exoesqueleto, es decir, un brazo robótico que permite dar movilidad a personas con enfermedades neurológicas. Luis Gálvez es el primer paciente en probarlo en nuestro país. Él padece desde hace 18 años esclerosis múltiple. Ya no puede andar y aunque de momento sí tiene movilidad en los brazos la enfermedad avanza. Por eso este exoesqueleto es un avance, porque posibilita ser autónomo. Se trata de un proyecto europeo en el que participa la Universidad Miguel Hernández. El objetivo es sacarlo al mercado en tres años.
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