Puig, junto a Bielsa y a España, en un acto del PSPV IVÁN ARLANDIS

Los fantasmas del pasado reaparecen en el PSPV

La derrota de Puig y la zozobra instalada en el partido recuerdan a las de 1995, cuando Lerma perdió la Generalitat y los socialistas entraron en barrena

JC. Ferriol Moya

Valencia

Domingo, 26 de noviembre 2023, 00:23

Las elecciones autonómicas de 1995, las que desalojaron de la presidencia de la Generalitat a Joan Lerma, se celebraron un 28 de mayo –el mismo día, pero con unos cuantos años de diferencia, que las que han puesto fin a las dos legislaturas presididas por ... Ximo Puig–. El veterano líder socialista afrontaba aquellos comicios con el agotamiento propio de quien llevaba 12 años al frente del autogobierno valenciano. Al frente del PP, un joven Eduardo Zaplana, alcalde de Benidorm aue había logrado la vara de mando de aquel municipio gracias al voto de una tránsfuga, Maruja Sánchez -fallecida hace pocos meses-.

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Lerma pensaba que podía ganar esas elecciones. Su labor en la construcción de la arquitectura institucional de la Comunitat aún se reconoce a día de hoy. Pero no lo hizo. Las perdió después de los sucesivos desprecios hacia la Comunitat Valenciana llegados desde el Gobierno de Felipe González.

Puig perdió también las elecciones del pasado 28 de mayo. El aún líder socialista estaba convencido de que podía imponerse al PP de Carlos Mazón. Su labor al frente del Consell no era ni mucho menos mal valorada, y en cambio el dirigente popular, entonces presidente de la Diputación de Alicante, era poco menos que un desconocido para la mayoría de los ciudadanos. Pero no lo hizo. Puig perdió y desde entonces ha emprendido un camino que no se sabe muy bien hacia donde conduce. El secretario general del PSPV mantiene el cargo, tomó posesión de su escaño en Les Corts y ha sido elegido además senador territorial en representación de la Comunitat.

Lerma perdió las elecciones de 1995 y mantuvo la secretaría general del PSPV hastael congreso de 1997

Puig, desorientado, trata de mantener el control de un partido que empieza a ver cómo la imagen de buena gestión dejada por el líder socialista con los Gobiernos del Botánico comienza a agrietarse por no saber gestionar el final de una etapa. En 1995, la salida de Lerma y el intento de dirigir el partido desde Madrid con mando a distancia derivó en dos décadas de hegemonía electoral de la derecha valenciana. En eso, y en una sucesión de cambios de líder, gestoras provisionales, abruptos cambios de cartel electoral y una alarmante carencia de discurso.

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Lerma, ministro

Lerma, a diferencia de Puig, no se quedó al traspaso de poderes con Zaplana, el presidente entrante de la Generalitat. Designado de inmediato ministro de Administraciones Públicas por Felipe González, dirigió su carrera política hacia la capital durante unos meses, porque González perdería las elecciones generales de 1996 frente a José María Aznar.

Lerma mantuvo la secretaría general del PSPV hasta 1997, año en el que los socialistas valencianos celebraron lo que vino en denominarse el congreso de la Politécnica, porque tuvo lugar en esa universidad. El añorado Antonio Moreno, portavoz parlamentario de los socialistas en Les Corts, se midió a Joan Romero, vicesecretario general de la ejecutiva del propio Lerma. Lermismo contra renovación. El catedrático de Geografía se impuso por sólo tres votos al todopoderoso aparato lermista.

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El exlíder local del PSPV Eduard Montesinos acuñó la sentencia de que el partido «no se podía dirigir con mando a distancia»

Pero aquella etapa, como bien recuerda el propio Romero, ni fue plácida ni acabó bien. La pérdida del poder propició el agrietamiento de un partido que, mientras había mantenido la presidencia de la Generalitat, se había mostrado unido con el líder. Ciprià Ciscar, entonces secretario de Organización del PSOE, jugó un papel clave en la caída de Romero, a escasos tres meses para las elecciones autonómicas de 1999. La historia es conocida. El socialismo valenciano no recuperó el poder, y la unidad, hasta 2015. Y eso que Puig obtuvo el peor resultado de la historia del PSPV.

El paralelismo con la situación actual resulta aplastante. La derrota de Puig el pasado 28-M ha derivado en los primeros movimientos internos. El mandato del que fuera, por cierto, jefe de gabinete de Joan Lerma, no ha servido para cerrar heridas en el partido. Antes al contrario, Puig ha obviado al partido tanto como ha podido –como ejemplo, ha introducido cambios en su ejecutiva y la reunión del comité nacional que los debe ratificar no está prevista hasta el 16 de diciembre–.

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Pese a la tesis de Puigde que el debate orgánico no se ha abierto, el PSPV ya mira hacia el próximo congreso nacional

Y la pérdida del poder ha puesto en marcha un proceso del que se conocen los protagonistas pero ni mucho menos cuál puede ser el resultado definitivo. Puig intenta resistir, pese a que su liderazgo ha quedado más que tocado, con el argumento de construir «la alternativa»al PP. Sin embargo, da la sensación de que el secretario general del PSPV piensa que esa alternativa pasa por él mismo, y que aún puede tirar de esa imagen de buena gestión que dejó su Consell para, como mínimo, seguir dirigiendo el partido.

El sentir de Puig contrasta con los movimientos que se viene sucediendo en el partido. Pedro Sánchez le ha cerrado las puertas del ministerio que ansiaba para mantener el poder orgánico, y ha mantenido en la cartera de Ciencia, Innovación y ahora también Universidades a Diana Morant. La exalcaldesa de Gandia no es, probablemente, una opción para la secretaría general –tendría que dejar el ministerio–. Pero se ha convertido, gracias a Sánchez, en una referencia a tener en cuenta de cara al futuro del partido. Al menos mientras sea ministra.

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Lerma impulsó la candidatura de Moreno frente al renovador Romero. Y perdió. «No se puede dirigir el partido con mando a distancia», proclamó por aquel entonces el que fuera líder del partido en la ciudad de Valencia, Eduard Montesinos.

El comité nacionaldel día 16, ¿un punto de inflexión?

Dentro de tres semanas, el sábado 16 de diciembre –a poco más de una semana de la Nochebuena– el socialismo valenciano reunirá a su comité nacional, el máximo órgano entre congresos del partido, para ratificar los cambios en la ejecutiva nacional, la designación como vicesecretaria general de Pilar Bernabé y la de Rosa Peris como vicesecretaria de Igualdad. La cita, la primera tras la derrota electoral del 28-M, y por tanto también tras las elecciones generales del 23-J que han permitido a Pedro Sánchez volver a formar Gobierno, debería servir de hecho para hacer un análisis sosegado respecto de las razones de la derrota electoral de mayo. Pero está por ver que eso ocurra. El viejo comité nacional del PSPV que en su día no tenía empacho en abrirse a debates de todo tipo lleva tiempo convertido en una tumba, una especie de reunión de compromiso en la que nadie, al menos en los últimos años, se atrevía a desafiar el poder del secretario general, que además era el presidente de la Generalitat. El cambio en esa circunstancia es la que provoca que el escenario pueda ser distinto. El tono de las intervenciones tras el informe del secretario general permitirán conocer el estado de la contestación interna de Puig, aunque en realidad, buena parte de los miembros de ese comité ya fueron elegidos de la mano de la actual mayoría del partido. Así que lo más probable es que una vez más... no pase nada.

Aspirantes

Puig no tiene un candidato claro sobre el que aplicar el mando, y por eso contempla la opción de resistir. La opción de Morant. igual que la de la delegada del Gobierno en la Comunitat, PilarBernabé, serían mejores para Puig que la que encarnan, ya se verá en qué orden, los líderes provinciales de Valencia, Carlos Fernández Bielsa, y Alicante, Alejandro Soler. Uno y otro han tomado ya posiciones tras constatar la creciente debilidad de Puig, empeñado en mantener un escaño contra el criterio de sus propios compañeros de grupo. La visita el próximo fin de semana del secretario de Organización, Santos Cerdán, el viernes en Alicante y el sábado en Valencia, supondrá el inicio de la puesta en marcha del proceso.

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Puig tendrá difícil conservar mucho tiempo el escaño en Les Corts, porque aunque el PP evita hacer sangre con la situación, los propios diputados socialistas son conscientes del lastre que supone. Resulta imposible impulsar un nuevo proyecto y hacer oposición al actual Consell si el expresident ocupa el centro del debate político.

Y a partir de ahí, la carrera para llegar al congreso del PSPV -a celebrar no antes de un año- tapará cualquier intento de oposición al Consell de Carlos Mazón. Un tiempo que el PSPV dedicará a mirarse al ombligo. Quizá demasiada ventaja para un PP valenciano en el poder.

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