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La última semana, en el juicio del caso Erial, tres sillas marcaban la distancia física entre dos grupos de acusados. Por un lado, Joaquín Barceló ... y Juan Francisco García. El primero admitió que era el testaferro del expresidente Zaplana. El otro, que el concurso de las ITV y el de los parques eólicos se amañaron a favor de la familia Cotino. En el otro bando, el núcleo que todavía se mantiene fiel a Eduardo Zaplana, su amiga Elvira Suances y su secretaria Mitsuoko Henríquez.
Las tres sillas marcan mucho más que un espacio físico. Porque la distancia entre ambos grupos es mucho mayor que ese metro y medio. El odio que se profesa desde los acusados que defienden su inocencia hacia los que han decidido pactar resulta imposible de cuantificar. Además, se da otro componente, el de una amistad de toda la vida echa pedazos. Zaplana y Barceló se conocen desde que iban al colegio. El juicio del caso Erial afronta este martes un día clave, el de las conclusiones y el informe del fiscal Anticorrupción. Durante la jornada se conocerá el 'precio' que pagará la Fiscalía por las confesiones que ha pactado con los principales acusados.
Aparte de Barceló y de García, también Vicente Cotino y su hermano José aceptaron el relato delictivo de la Fiscalía. La condición que se pactó en esa negociación extraprocesal incluía una rebaja de pena considerable hasta el punto de no tener que entrar en prisión, según la información que maneja LAS PROVINCIAS.
El pacto consiste en una serie de declaraciones incriminatorias –que también han debilitado la estrategia defensiva de Zaplana– a cambio de una rebaja de pena que no se hace pública hasta las conclusiones, fase que se celebra este jueves.
Los extremos de esa conformidad se conocerán hoy. Los empresarios de Sedesa se enfrentaban a peticiones de pena de 14 años de cárcel. El exjefe de gabinete también se ve amenazado con una privación de libertad de otros 14 años por los delitos de blanqueo, cohecho y falsedad. Barceló, en cambio, afronta una condena de nueve años.
El fiscal ha logrado pactos de conformidad que resultan cruciales en la supuesta organización que lideraba Zaplana. Caído el testaferro Barceló, el puzle incriminatorio se completó con los Cotino, el origen del dinero. Juan Francisco García, por su parte, trató de profundizar, sin éxito, en cómo se amañaron las adjudicaciones.
Pero, además, no se debe olvidar el papel que ha jugado el fiduciario de la trama, el abogado uruguayo Fernando Belhot. Fue el primero de los colaboradores que dio su brazo a torcer y transfirió cerca de siete millones de euros al juzgado de Valencia. A continuación, quedó fuera de las pesquisas. Pasó a ser un testigo.
La jornada del martes se prolongará con el informe del fiscal, una especie de resumen de todos los indicios que se han expuesto en la sala desde que el pasado 9 de febrero arrancara el juicio. En un caso de esta naturaleza, dos horas o dos horas y media puede ser el tiempo que se prolongue esa exposición.
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