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Miércoles, 25 de noviembre 2020
Las temperaturas bajan. Noviembre empieza a parecerse a noviembre... excepto en el Consell, donde la tensión se eleva cada día y parece que el Botánico entero está a punto de abrasarse. Cada intervención incorpora un reproche al socio botánico. Ayer, a primera hora, la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, intentó resistirse a comentar las discrepancias a raíz de la incomunicación entre el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y la vicepresidenta, Mónica Oltra. Sin embargo, finalmente, Bravo lo hizo y el clímax se elevó. Aún un poco más. Un ultimátum en toda regla.
«Desde que ha empezado esta pandemia, he seguido estas premisas: aportas o te apartas y he intentado poner mi granito de arena para remontar la situación y apartarme de ruidos innecesarios», señaló la consellera Bravo en una entrevista en À Punt cuando fue interrogada por una periodista en relación a las discrepancias. En la calle los termómetros marcaban diez grados. En los despachos de la Generalitat la temperatura era mucho mayor. Bravo abría una puerta. Una hora después, el vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau, se mostró esquivo en Les Corts, si bien constató que «no he notado que haya un problema de diálogo en el Consell» e indicó que «en mitad de la pandemia, cualquier cosa que desvíe» de luchar para mejorar la vida de la gente es «ruido innecesario». Trece grados, y subiendo.
A la misma hora que Dalmau, el presidente Puig comentó que «cada uno tiene que hacer lo que tiene que hacer» y que «su gran preocupación es la pandemia y la reactivación económica». Así lo manifestó en la concentración de la Coordinadora Feminista. «Todas las cosas se pueden hacer mejor y mi mejor disposición a hacerlas mejor», intentó templar Puig, que ante el comentario de Bravo, el «mensaje dirigido a Mónica Oltra», y si esto supone «una crisis», el presidente respondió que no cree que «sean esos los términos. Aquí todo el mundo tiene que aportar».
La frialdad entre algunos miembros del Consell fue evidente en la concentración ante la puerta del Palau por el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Mediodía y 16 grados, pero el ambiente muy caldeado. Oltra sí habló en tono desenfadado con el conseller de Hacienda. Su choque con Vicent Soler al inicio de mes destapó la desconexión total en el Botánico. No se desprendió tal cordialidad con Puig, el último en aparecer antes de comenzar los tres minutos de silencio y leer la vicepresidenta un comunicado. Un breve y gélido saludo se cruzaron. Hola, hola. Poco más. Tras la concentración, el Consell hizo un corrillo, hablaron un par de minutos y el presidente enfiló hacia el interior del Palau. Solo.
«De momento no hay novedades», admitió sobre su deseo de reunirse con Puig, por ahora no correspondido. El 2 de diciembre, se reunirá la comisión de coordinación del Pacto del Botánico. Fuentes del PSPV advierten que la cita «estaba prevista». Mientras Podemos y los socialistas en Les Corts intentaron quitar hierro al asunto, la portavoz adjunta de Compromís, Aitana Mas, reclamó volver al «espíritu de cogobernanza» y que se les «deje aportar».
La vicepresidenta empezó a alzar significativamente la voz cuando el 30 de octubre el Consell aprobó un presupuesto en el que los números de su conselleria fueron «falseados», según fuentes de Vicepresidencia. Hacienda y la conselleria de Oltra protagonizaron un tira y afloja de varios días. La mañana en que se debía aprobar el proyecto de ley con las cuentas para el año próximo, se negociaron incorporar al presupuesto de la vicepresidenta 21 millones más que, sin embargo, se añadirán al margen del presupuesto. Mantuvo su enfrentamiento al considerar, una semana más tarde, que las medidas sanitarias contra la pandemia son insuficientes y unilaterales por parte del PSPV. Discrepó abiertamente de los anuncios realizados por Puig y la consellera de Sanidad, Ana Barceló, una hora antes de que ella compareciese tras el pleno del Consell. Es noche, reiteró sus quejas por falta de comunicación en un programa de la televisión valenciana. Este pasado martes, la vicepresidenta torpedeó la presentación de Puig de la Estrategia Valenciana para la Reconstrucción al recalcar en las redes sociales que esa hoja de ruta no estaba consensuada con Compromís, para disgusto de Presidencia. Oltra subrayó que hacía falta seguir dialogando y reclamó Puig mayor «precisión» a la hora de hacer anuncios respecto a iniciativas aún sin asentar. A la mañana siguiente, Bravo pronunció ese «aportas o te apartas» que puede convertirse en un mantra en lo que queda de legislatura, la escenificación del modo en que una fricción se convierte, tres semanas más tarde, en un conflicto que parece insalvable entre Puig y Oltra. Ella no quiere dejar pasarlo y él quiere seguir ignorándolo. Las palabras de Bravo abren una puerta, y no precisamente para ventilar, sino por si alguien, Oltra, tiene ganas de apartarse.
La vicepresidenta tildó ayer de «mejorable» el diálogo en el Consell. Puso de ejemplo el Gobierno de España formado por PSOE y Podemos. El presidente Pedro Sánchez ha accedido a que Pablo Iglesias y su formación tengan participación en la comisión que gestionará los fondos europeos, que es justo lo que reclama la vicepresidenta de la Generalitat. Oltra, sin embargo, no está tan abrigada en Compromís como Iglesias en Podemos, donde el liderazgo del vicepresidente del Gobierno es avasallador. En la coalición nacionalista, hay voces discrepantes frente al modo en que Oltra conduce sus reivindicaciones.El conseller de Educación, Vicent Marzà, guarda un silencio tan sepulcral como significativo y participa (este mismo lunes lo dijo) junto a Puig en los actos solemnes que se organizan desde Presidencia. Esa tibieza de Marzà no pasa inadvertida en el entorno de Oltra.
«Yo siempre aporto, por eso mismo es importante que no intenten apartar a nadie para que todos podamos aportar», señaló Oltra. La vicepresidenta explicó que en el corrillo con Puig «hemos estado charlando de las terribles cifras de 72.000 asesinadas y sobre la campaña impactante y necesaria del 25N que interpela a la sociedad a no quedarse neutrales». Y nada más.
«Asistimos atónitos a lo que está pasando. Ahí fuera hay una pandemia y hay gente que está perdiendo su vida y su hacienda mientras vemos una guerra campal», señaló Isabel Bonig, presidenta del PP en una entrevista en La Ser. Desde Ciudadanos, su portavoz adjunta, Ruth Merino, consideró que esas «rencillas» son una pérdida de tiempo. «Esto es un vodevil. Sería muy gracioso en otra situación, pero en esta es lamentable», indicó Llanos Massó, de Vox. Mientras en el Consell se cruzaban ayer llamadas, en Les Corts se celebró el pleno con la normalidad propia del microclima en el que habitan los parlamentarios.
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