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Una de las historias más extrañas de la investigación a Eduardo Zaplana y el supuesto entramado para canalizar el pago de comisiones por adjudicaciones públicas es el alquiler del piso de la calle Pascual y Genís. Una vivienda en la que residía Miroslav Schopoff, un empresario de origen búlgaro salpicado en la denominada trama del oro.
La hija del expresidente buscó este inmueble para que se alojase su padre tras la salida de La Fe, donde estaba siendo tratado de una leucemia. Lo gestionó todo a través de una conocida agencia inmobiliaria, Engels Völkers. «Cuando fui a ver el piso había una mujer embarazada que residía allí», indicó a la jueza. Era la mujer del empresario. En el momento de la firma del contrato figuraba Schopoff como propietario. No le dieron mayor importancia porque tampoco conocían la identidad de esta persona, que más tarde aparecería señalado por la Udef como líder la trama del oro. Lo sorprendente es que el piso era y es propiedad de una empresa. ¿Qué sentido tiene que el inquilino subarriende la vivienda a Zaplana y que estos paguen 3.500 euros casi mil al mes más? Los investigadores siempre han sospechado de que tras esta operativa se escondía algún tipo de blanqueo de capitales. Pero los investigados lo niegan.
Este alquiler se pagaba desde una cuenta que tenía María Zaplana y su marido, Luis Iglesias, en la que había un saldo de dos millones de euros. El hombre explicó al juez que ese dinero provenía de unas plusvalías que obtuvo el fondo de inversión para el que trabaja tras la venta de un edificio en Madrid a Amancio Ortega, propietario de Inditex y uno de los hombres más ricos del mundo. La Agencia Tributaria conocía los detalles de esta operación, según declaró el empresario. Sin embargo, no aportó documentación que probara esta versión.
Anticorrupción también preguntó a la joven Zaplana acerca del piso que compró en la calle Poeta Querol. La investigada reconoció que pudo adquirirlo gracias a las donaciones de sus padres y una hermana.
Otra de las declaraciones más esperadas de la jornada fue la de Mitsouko Henriquez, la secretaria personal del expresidente de la Generalitat. La UCO, en sus informes, trató de establecer en ella el nexo entre el testaferro uruguayo Fernando Belhot y el entorno de Zaplana. Ella negó haber recibido dinero en efectivo del abogado suramericano. Los investigadores, en su último informe, apuntaron a un tránsito de dos millones de euros en efectivo a través de unos agentes cambiarios. En el registro de su despacho encontraron 50.000 euros en efectivo que dijo que eran de su jefe y para gastos personales. Por su parte, Rosa Barceló, mujer del expresident, se desvinculó de la actividad económica y política de su marido.
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